¿Qué poder tendrán?
Crecí sin darles crédito, quizá porque estaba omnipresente, la bandera.
Cuando viví en USA, me dejaba perpleja el modo en que todo el mundo se cuadraba cuando sonaba el himno nacional y se izaba la bandera de marras (barras).
Censuré abiertamente que el Petit Padre de la Patria donde resido se arropase en la susodicha para enervar a tutti quanti y salir de rositas (al menos ante la llamada opinión pública).
¿Y qué sentido tiene, entonces, que Pedro Sánchez nos sirva esta semana con la famosa foto?
(Burdo remedo de una bandera que Aznar quiso izar en no sé qué enclave madrileño, por cierto)
Todo el mundo debate hoy sobre este asunto.... que en sí no ofrece
grosor suficiente para la meditación, pues debería liquidarse con un par
de frases expeditivas (que os ahorro).
Ahora bien, esta tarde bajé a La Central de El Raval para proveerme de lecturas estivales. Crucé la Plaza Universidad. Gran charanga. Y más banderas. Siguiendo las nuevas consignas, imagino. Porque ayer también en el Ayuntamiento de Barcelona se izó OTRA bandera: la arcoiris, que agrupa al colectivo LGTBI (Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersuales... esta última categoría la desconocía, francamente).
Vieja Nueva Política, me dije.
¿Lo mejor? Lo bien que parecía pasárselo Xavier Trías, que explicaría por qué sigue en la oposición, en vez de irse a su casa y aburrirse. Y el aplauso entusiasta de Boni. Colau discreta, en una esquina.