¿O no?
Y es que me costó mucho trabajo reconciliarme con Unamuno, como bien saben mis alumnos. No por el oscuro y manipulado episodio de Salamanca, 1936, que en la España republicana no prosperó por muchos motivos.
(Al respecto, puede leerse el magnífico libro de Luciano Egido, Agonizar en Salamanca, publicado en Tusquets, como el resto de sus extraordinarias novelas).

Pero a la adolescente que estudió el Bachillerato en el Instituto Infanta Isabel de Aragón, dirigido por la impar ANGELETA FERRER I SENSAT (hija de la gran pedagoga Rosa Sensat)...
¡Qué clases de Biología las suyas, en 5º de Bachillerato! Y qué manera de lograr que, pese a los tiempos, aquello funcionase a contracorriente.
A nosotras, las alumnas que cursábamos COU en 1973-1974, Doña Ángeles nos quería especialmente porque "nos jubilaríamos juntas" del Infanta.
(Paseo por Internet y... me siento defraudada... Pero vale la pena rescatar una entrada autobiográfica de Angeleta, donde cuenta su trayectoria profesional. Veo también en la red la escultura que le erigieron frente al Infanta, al que nunca volví para no tener que no reconocer tantas cosas, pues ese perfil de piedra no corresponde al vitalismo de la ya casi anciana que vestía de luto o alivio tras la muerte de Alexandre Satorras, su marido y compañero. No, la Angeleta que yo conocí era otra mujer... mayor en su aspecto, quizás -la espalda encorvada pero ágil y viva y curiosa y atenta y... nos conocía ella a todas mucho mejor que las celadoras o el conserje porque le bastaba un simple golpe de vista, el aparente deambular despistado por pasillos y vestíbulo para... "Oi que....?", "Vols dir...?", "I si t'ho pensesis bé...?", "Ja festejes?")


Por eso, educada en aquel peculiar microclima, costaba digerir ciertas palabras de Unamuno, como las escritas en agosto de 1909 ("Excursión"), a propósito de una travesía por Cantabria: "Al llegar a Torrelavega nos encontramos con un periodista madrileño, que empezó a darnos noticias de los sucesos de Barcelona y de Melilla. ¡El sempiterno suceso! ¡La devoradora actualidad! Todo anecdótico, todo fragmentario, sin que haya modo de sacar sustancia ni contenido a nada. ¡Cuánto más no me decían del alma de la patria el sombrío silencio del valle del Pas y la quietud soleada del viejo claustro de la colegiata de Santillana!".
Hasta aquí, aún lo entendería por aquello de "la circunstancia". Pero ya no cuando, en noviembre de 1909 ("El sentimiento de la Naturaleza"), Unamuno escribió:
"Tenía ya la pluma en la mano para deciros algo de la ridícula agitación en contra de España que provocó entre la badulaquería internacional el fusilamiento del desdichado Ferrer, de quien ha querido hacerse poco menos que un genio, del cierre de las escuelas por él creadas, y que se cerraron, no por anticatólicas, sino por anarquistas, por conspirarse en ellas contra la existencia del Estado -aparte de que, como escuelas, eran detestables: focos de fanatismo, superstición e ignorancia- de la brutal ignorancia que respecto a las cosas de España reina en el extranjero y singularmente en Francia..."
(Ambos textos se recogen en Por tierras de Portugal y España).
Cuando leías esto en los tiempos en que para saber lo que pasaba en tu país habías de leer tal o cual diario extranjero, pues que no. (Los jóvenes, ¿recordáis lo que sucedió el 11-M, cuando también hubo que conectarse a la BBC o a la DZF alemana? Pues más o menos).

Algo me ayudó a limar asperezas el análisis del bueno de don Antonio Machado sobre el patriotismo de Unamuno y la aversión que éste profesaba "más que al jacobinismo anarquizante falto de toda espiritualidad, al no menos lamentable conservadurismo de esos neocatólicos franceses". Y otras líneas, dedicadas a censurar nuestro patriotismo chauvin amamantado en lecturas francesas: "Los que han hecho del nombre de Ferrer bandera y contrabandera de combate, juegan torpemente a la Francia contemporánea en un país donde el juego empieza a ser peligroso". Machado (con Unamuno) recordaba el caso Dreyfuss, y por eso le reprochaba a Francia que pretendiera ejercer el monopolio de..., aun reconociendo que sí, que en España hay "elementos capaces de fusilar, no ya a Francisco Ferrer -que de esto nadie duda- sino al propio Francisco de Asís que volviera al mundo".
(Las citas de Machado proceden de "Contra esto y aquello, de Miguel de Unamuno", julio de 1913, en el tomito ya aquí citado (Poesía y Prosa, Espasa-Calpe, p. 1538 y ss.)
¡Uf, qué matraca!
Pero lo cierto es que este largo recuerdo estalló al llegar a mis manos De Humanidad y polilla (Todas las caras de Ferrer y Guardia), el libro de Julián Granado que acaba de publicarse en Anagrama.

No he leído nada de este autor, nacido en la cuenca minera de Huelva, en 1957 (como yo) y dedicado a la Medicina. Pero hojeándolo... me hago una rápida impresión y decido meterlo en el equipaje de este largo findesemana porque sus casi quinientas páginas son muy prometedoras: hablan de una joven, Carmen de Moering, que en París un día descubre que su apellido es Ferrer (y no el del segundo marido marido de su madre); y su nombre, Sol.

La hija de Ferrer i Guardia, que escapó de un internado para buscar a su padre, "asistirá a la revolución rusa, a la efervescencia libertaria de los cenáculos parisinos y a los años del pistolerismo en Barcelona. Vivirá la guerra civil y el desarraigo de los sin patria", anuncia la contraportada.
Pues ya os contaré más.
¡Salud!