jueves, 18 de febrero de 2010

GOYESCAS

Celebro el final del Carnaval, que apenas me interesa salvo porque en estas fechas aparecen en las confiterías los diversos tipos de buñuelos que anuncian la Cuaresma y nos acompañarán estas semanas.






Son días en los que procuro no exponerme mucho por las calles (y este año la climatología adversa ha reforzado mis naturales inclinaciones), más que nada para evitar sobresaltos porque... hace ya mucho tiempo que la celebración del Carnaval perdió su sentido y está más degradada (comercializada) que nunca. Siempre pensé que esta fiesta, actualmente (bueno, hace ya algunos años), debía reservarse a la infancia (y si estiramos y somos permisivos, a los adolescentes) porque es una práctica saludable ese ejercicio de proyección del ser que debe sustentar el disfraz y la máscara, como ensayos de atrevimiento. A cambio, eso sí, de que se prohiban las burdas clonaciones de los héroes mediáticos y las escuelas reduzcan la fiesta a una pura leyenda o a una modesta prosa de la vida y el disfraz se confeccione con "lo que hay en casa".






No sé, a lo mejor es que el hábitat es ya muy otro del de mi infancia y me cuesta entender el marco urbano y ciertas imposiciones. Por ejemplo, me apiado de los monitores del gimnasio a quienes obligan a pintarrajearse o colocarse alguna protesis o apéndice que dé idea de que... son otros.
Pero me asquea ver desfilar las bandas de adultos si me asomo al balcón y observo. El asunto me resulta patético porque a menudo percibo que se disfrazan para proyectar una sublimación de naturaleza perversa. A lo mejor estoy contaminada de literatura y por consiguiente resulto incapaz de hacer una lectura correcta de la realidad, perdida en el laberinto de...






Las destrozonas de Ramón Gómez de la Serna o los cuadros de Gutiérrez Solana (por poner ejemplos de infrarrealismo, que es lo que hay, no nos engañemos) o la opulencia-decadencia del carnaval veneciano (que viví y disfruté con mis hijos) tienen, cada cual en su registro, una explicación histórica.









Pero en los adultos hoy el Carnaval es patrimonio de los políticos.

Todo esto barruntaba el pasado finde, encerrada en casa, cuando andaba yo dándole vueltas a este y otros asuntos y la lenta y persistente lluvia volvió a sumirme en los recuerdos y...










Volví a verme en el sofá del salón, conversando con un gran amigo que nos visitaba y honraba -el impar novelista de Madrid-, que no daba crédito a que en un par de días de estancia en Barcelona no pudiese ir a pasear con tranquilidad o escaparse un ratito a una librería porque la lluvia resultaba casi lacerante.
Así que, hablando y hablando (de lo divino y de lo humano) nos salimos por goyerías.





Por ejemplo, disertamos sobre la ceremonia de los Goya. Y me reservé la cita para el domingo (porque lo de San Valentín, ya me explicaréis: se ha convertido en otra carnavalada que nos hace añorar la cursilería de la Medalla del Amor, en la que al menos había un componente interesante: la doble faz, el haz y envés de toda medalla).
Así que asistí (atendí) parcialmente al evento, alertada por mi amigo el novelista y en prueba de gratitud o de lo que toque, si bien las cosas, y gracias al golpe de timón de Buenafuente este año no se decantaron por lo más goyesco...
De modo que ahí me teníais, atenta y entregada aunque somnolienta, cuando... ¡Tachín, tachán...!
oí que el Goya al mejor actor de reparto iba para Alberto Ammann, del que no tengo nada que objetar, Dios me libre, porque su interpretación en "Celda..." es destacable. Pero sí quiero reprocharle al presentador de voz en off que nos trazaba un breve perfil biográfico del ganador que "era un hombre que quería ser electricista, e incluso profesor".
No puedo reproducir el tono, pero lo cierto es que lo decía así, semiescandalizado, sin necesidad de matices.
Me fui a dormir de inmediato, poque el martes tenía que empezar el curso del Máster y no era cosa de desanimarse.


P.D. Sigue lloviendo. Leo una interesante carta al Director en la edición de hoy de El País, firmada por Miguel Vázquez, de Barcelona, donde lamenta cómo el merecido éxito de "Celda 211" no ha acarreado el necesario debate sobre la situación de las cárceles españolas y cómo en parte la película se ha recibido "como un espectáculo de aventuras y suspense a la americana". Sin embargo, concluye, los espectadores deberíamos preguntarnos "en qué medida, ahora mismo, en las cárceles españolas se están fabricando nuevos y desesperados Malamadres".

9 comentarios:

  1. Muchas cosas, hoy que parece ser que puedo mandarte mensaje (hay días en que no sé qué ocurre pero no puedo, no está habilitado este espacio desde el cual escribo...). Veamos, los buñuelos y dulces de Cuaresma no son lo mío. Aunque también es cierto que si no son aceitosos, mejoran mucho. En segundo lugar, yo también desprecio esta fiesta absurda y ridícula. Bien es verdad que hay carnavales y carnavales, y puestos a escoger me quedo con los tinerfeños antes que con mis odiadas chirigotas (prefiero una trans medio loca, que al menos te ríes, que un garrulo gaditano, te lo digo en confianza). En tercer lugar, el escritor madrileño... Parece un concurso, no diremos quién es. Sí diremos que es gran escritor, escritor de peso y de entidad, de prosa elegante y de técnica precisa y exacta.

    Finalmente, los goyas... Querida Ana, este año no los vi aunque imagino que gracias a Buenafente escaparon de la caspa que a veces tiñe la gala. Lo de ser profesor, naturalmente, cosa más excéntrica hoy en día. No importa el esfuerzo, no importa la cultura. Importan los power points y los eruditos a la violeta, las cuatro pinceladas con gracia para no aburrir... todo ello deliciosamente adornado con mucha tecnología; tecnología de esa que sirve solamente para impedir la verdadera y necesaria profundidad. Y tú, y yo, y muchos que leen este blog, asumimos fatalmente que nuestro reino no es de este mundo... ya no. (Siempre nos quedará el escapismo romántico, o la lucha romántica... una lucha romántica para lograr una nueva y profunda ilustración... parecerá paradójico pero no creo que lo sea. Disculpa la perorata, ya ves lo que consigues tú con pocas y justas palabras: enfrentarme al mundo como un viejo cascarrabias. Un gran abrazo)

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  2. ¡Caray, Ramón! Estás en muy buena forma.Gracias por tus comentarios.
    El novelista de Madrid es Guelbenzu, como bien adivinas. El inicio del Máster me ha estimulado más de lo que esperaba, encontrándome con una docena de estudiantes desconocidos que, de momento, están demostrando un interés excepcional y van agunatando el ritmo de trabajo propuesto.
    ¡Y que no decaiga!

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  3. Ana, me ha gustado muchísimo la expresión "contaminada por la literatura".
    Se ve que los afectados por ese virus extraño no somos carnavaleros, no compramos flores en San Valentín y nos extrañamos de la extrañeza de un ser ante alguien que deseaba ser profesor. Tras el estornudo de rigor, hago desaparecer del mapa tanta muestra zafia y sana, así como a esos raros que se dedican a cosas tan arcanas para mí como ser presentador y hacedor de frases huecas. Y tan a gustito que me quedo con mi virus.

    Un fuerte abrazo.

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  4. Querida Isabel... Agradezco tus palabras, que me ayudan a sentirme menos rara, por tantas resonancias como emiten. Las entradas personales son un riesgo. Hoy, en El País, Jacinto Antón saca un texto (más elaborado que el mío, claro) de similarespíritu sobre el carnaval y los adultos que...
    Un fuierte abrazo!

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  5. Ana
    Cuadra a la perfección el perfil del actor Alberto Amann con la acepción, digamos que peyorativa, de profesor como profesión a despreciar y los carnavales. Quizá es un trabajo y un colectivo vilipendiado y con muy mala premsa porque se les está obligando a disfrazarse cada día de todo tipo de personajes, hasta que han perdio por completo su identidad, su ascendente sobre los alumnos y cualquier clase de poder disciplinario. Además de que muchos ocupan su plaza como covachuelistas en mis tiempos, y pasean su vagancia y su indolencia por la aulas, o por sus casas, porque la pasan de baja la mayor parte del curso. Así es que los buenos, los vocacionales, los que de verdad se dejan el pellejo, entre éstos últimos y los sucesivos cambios de planes ministeriales andan con la moral por los suelos. ¡Pobres héroes y pobre educación!

    La carta de El Pais es muy oportuna. Hay otro tema que se trata en la peli del que nadie ha hablado y es el de ETA. Creo que hay pocas películas que hayan retratado tan bien, en tan breves secuencias y de una manera tan valiente a los terroristas.

    Recuerdos a JMG. Que tenga mucho éxito con su póstuma.

    ¡Salud Ana!

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  6. Hola Ana Rodríguez.
    Que extraño que todos esos que van disfrazados quieran ponerse un segundo disfraz encima. Quedan redundantes desfilando, lucen entre confetis pensando que un día es un día, cuando también desfilan y lucen en la vida diaria. Puede que los niños más pequeños sean los únicos que logren el verdadero carnaval, la fiesta del cambio de roles que tiene su origen en el antiguo Imperio Romano. A esa temprana edad todavía, creo yo, no se han olvidado que son niños, que son humanos, y si saben quienes son conocen la intención soterrada que lleva el disfraz: ir al otro lado, a lo que no son, a convertirse en una caricatura, un vestido con interpretación. Justo lo que hacen sus padres todos los días.

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  7. Hablador... Siempre me dajan algo inquieta estas entradas espontáneas en las que hilvano asuntos varios, aparentemente desligados entre sí pero que coinciden en el azar/tiempo... Veo que klo captáis y respondéis, lo que me alivia y alegra.
    Creo que esos profesores que apuntas son los menos. Los más son tipos como Paco, Pep, Eastriver y demás... Como no escandalizan, no se habla de ellos. ¡Schade!
    Y sí, tienes razón. No se ha hablado de los etarras presos. Pero esa visión que se da en la película, me parece anacrónica/desfasada, más propia de hace algunos años, cuandola correlación de fuerzas era otra y cualquier rasguño... ¡ejem, ejem!

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  8. Anónimo... yo diría que los niños lo hacen a impulsos del deseo y de la fantasía. En los adultos, los móviles son algo más espúreos. O (seamos comprensivos o piadosos)son atormentados. En la gente normal. Otra cosa son los que viven de la imagen y se disfrazan... no quiero escribir a conciencia sino... premeditadamente, con un fin o un propósito o un interés bien delimitable. Ahí entran políticos, ciertos escritores, "comunicadores"...
    Gracias A!

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