Muy pocas veces voy a "eventos" literarios, pero ayer asistí a un coloquio sobre el cuento mantenido (de una manera divertida y muy amena) entre Cristina Fernández Cubas, David Roas y Care Santos.
Hablaron de muchas cosas y revelaron de dónde les "nació" la pasión por fabular.
Los tres coincidieron en señalar a una persona fundamental de su infancia que les contaba cuentos, fabulaciones, romances... es decir, que azuzaba su imaginación.
Me divertía escucharlos.
Y hasta me atrevo a decir que en esa hora nació (al menos) el título de un cuento. O más de uno. Me refiero a los títulos.
"Deconstructing Cristina", apuntó David Roas.
"No, no, nada de inglés", se apresuró a decir Care Santos.
Y hubo un baile de títulos.
Y la imaginación volvió a dispararse.
Y yo pensé en otro, recordando un título clásico del gran García Hortelano: "El día en que David y Care descubrieron la deconstrucción de Cristina". O: "El día en que Cristina estuvo a punto de ser deconstruída por los susodichos".
En fin, que me lo pasé bien.
Luego, al ir regresando a casa, bajo un cielo amenazante...
recordé algunos episodios de la niñez. Los recodé frente al televisor, con las noticias.
De pequeña me desvelaba el misterio del Mar Rojo. Lo de que Moisés separase las aguas y demás no me parecía enteramente imposible. A fin de cuentas, a qué engañarnos, estaba familiarizada con las mareas, que, en su flujo y reflujo, dejaban vastas extensiones de franjas marítimas casi secas.
Otra cosa era lo del Mar Rojo.
Eso sí que me desvelaba. Literalmente, me impedía dormir. Intentaba imaginarlo pero era imposible. Ni siquiera acudiendo a las imágenes del Titanlux.
Y sin embargo, sin embargo...
Llegaba a casa procesando el discursode los cuentistas y recordando las fantásticas impresiones de la niñez, la mía...
(¿Por qué se habrá perdido esta palabra? Porque Infancia siempre me ha parecido demasiado solemne)
Conecto los informativos y....
Dicen que el Danubio está amenazado.
Saben mis alumnos de Romanticismo que estos días he andado con los Laberintos de Claudio Magris, que les he referido alguno de sus ensayos ("Melancolía y Modernidad", "Schiller, genio clásico de la modernidad anticlásica" o "Las alegrías del desclasado").
Y sin embargo, esta noche, voy a releer El Danubio.
Porque acaso ya no pueda viajar allí.
Entre los más altos espíritus
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*Q*uienes carecen de autoestima a menudo desconfían de sus capacidades o
incluso llegan a creer en algún momento de sus vidas que, debido a su falta
d...
Hace 1 día
"Infancia"... Quizás demasiadas sílabas, y enfáticas, cuando en nuestra mente es "allí", "felicidad", "sonrisa"...
ResponderEliminarLo que más me ha gustado: el tono alegre, casi cómplice, de esa diversión con los estupendos cuentistas del coloquio. (Adoro los cuentos de Cristina).
Besos, Ana.
Pues ella es, además, simpatiquísima, capaz de convencer (con extraña naturalidad) de las cosas más inesperadas. Un abrazo!
ResponderEliminarUn desastre más sí. Si no fuese porque sabemos que no es más que la consecuencia de la estupidez humana, parecería una de las de las plagas bíblicas (antes de la separación de las aguas) o la constatación de la clarividencia de Nostradamus.
ResponderEliminar(Qué raro verdad, vivir cuatro realidades en un instante.)
¡Salud!
Sí, la extrañeza ha ido creciendo con el paso del tiempo. Un abrazo!
ResponderEliminarHola Ana Rodríguez
ResponderEliminarNo entiendo mucho de Nietzsche, no lo estudié mucho en el insti, pero creo que el Danubio rojo confirma su teoría del eterno retorno. Acaso es algo extraño, escepcional; ahora el Danubio, antes el vertido en el Golfo de Méjico, mucho antes el vertido en Alaska y también lo de Galicia que, pese al Nunca Mais, la catastrofe se va repitiendo una y otra vez en distinto lugares. Será que no nos aprendemos el cuento y siempre volvemos a lo mismo.
Por cierto, Javier Marías en su Zona Fantasma publica una reflexión de lo poco dados que somos hoy día al arrepentimiento bastante buena. Seguro que los causantes de estas catastrofes ecológicas también dirán que no se arrepienten de nada.
Hasta otra.
Eduardo... tienes toda la razón. A mí no me parece casual (como tampoco las múltiples "desgracias" epontáneas, esos aullidos de la Naturaleza cuando la revienran.
ResponderEliminarTambién leí y medité en el Texto de Javier Marías. Y compartía su análisis, claro. No hay más que recordar las declaraciones del Presi después de las Primarias. Un abrazo!
No he leído a David Roas, pero trataré de poner remedio a eso... La otras dos son estupendas ambas, según mi gusto lector. Gracias por tus estímulos constantes.
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