Los médicos siempre están presentes en nuestras vidas: la certifican al principio y en su fin.
Como sabéis (o no tanto: creo que no transciende lo debido), lamentablemente, en Cataluña los médicos están ahora más presentes que nunca en nuestra vida cotidiana y son pasto de la actualidad, debido a las desgraciadas medidas que los gobernantes autonómicos están decretando.(Omito referirme a las recientes declaraciones del conseller sobre la salud).
Boi Ruiz: "La salud depende de uno mismo, no del Estado" · ELPAÍS.com
En mi caso, los médicos me acompañan también en (o desde) la literatura.
Últimamente, de una forma algo pesarosa, pues mis compromisos docentes me obligan a leer páginas dieciochescas y... sabido es que el XVIII fue el siglo de la crítica tanto como el de la sátira.
En las lecciones a sus eruditos violetos, Cadalso prefiría omitir dos materias: Derecho y Medicina.
Porque teniendo hacienda y gozando de buena salud..., mejor conservarlas.
No voy a levantarme a buscar el tomito porque ahora estoy con el impar Torres Villarroel, y con su Vida, que sí tengo sobre la mesa.
En el trozo segundo de la misma, cuando relata sus apicaradas andanzas, cuenta que hubo años en que "sembraba unturas, plantaba jarabes, injería cerotes y rociaba con todo el agua y los aceites de mi recetario, a los crónicos, hipocondríacos y otros enfermos impertinentes, raros y cuasi incurables".
(Lo que por cierto me recuerda las declaraciones del ínclito Duran i Lleida sobre ciertos remedios).
Pero sigamos con Torres Villarroel, que enseguida hace balance: "En orden a los sucesos tuve mejor ventura o más seguro modo para lograrlos favorables que el Hipócrates; porque a éste y cuantos siguieron sus aforismos y lecciones, se les murieron muchos de los que curaban, otros salían a puerto y otros se quedaban con los achaques. De mis emplastados y ungidos ninguno se murió, porque las recetas no tenían virtud para sanar ni para hacer daño".
¡Ay, ay, ay...!
Convengamos al menos que la la ciencia hipocrática, el estado de la farmacopea vigente y ciertas nociones dietéticas favorecieron al poco los extravíos románticos.
Pienso en los médicos, tan presentes en mi vida y en mi/la literatura.
Y estas Navidades es seguro que voy a regalarles a Arnau y a Iria (estudiantes de Medicina) los cuentos de Mijaíl Bulgákov que pertenecen al ciclo "Notas de un médico joven" (porque hay más Bulgákov que "El maestro y Margarita", aviso), basados todos ellos en experiencias reales del autor durante los años que ejerció de médito rural en la provincia de Smolensk.
Es una delicia leer sus múltiples bautismos de fuego, las pesadillas que lo asaltan: cómo el médico recién salido de la Facultad reacciona ante el primer parto o la primera traqueotomía que se le presentan, hojeando apresurado las ilustraciones del manual y comprobando al poco que "la lectura trajo sus frutos: todo se confundió definitivamente en mi cabeza y en un instante me convencí de que no entendía nada...". Y cómo tiene que luchar contra "el medio": las supersticiones de los campesinos, que escucha sintiéndose un embrujado, y que en algún caso, como el de la campesina a la que le receta belladona y... continúa con pupilas normales. Hasta
que al joven doctor le explican que "cualquier artista como ésta va a la clínica, le recetan una medicina y luego, cuando llega a la aldea, convida a todas las campesinas".
El libro incluye (lo dejo para el final) el relato autobiográfico de la dependencia de la morfina, de la que Bulgákov, a diferencia del personaje al que transfiere su via crucis, que se suicida, logró salvarse. Para el bien de la literatura.
Para mis otros amigos médicos adultos, ya más cuajados, les reservo la novela Doctor Glas, del escritor sueco Hjalmar Söderberg, que plantea conflictos éticos de muy diversa índole y envergadura.
Admito mi fascinación/interés/pánico por la raíz nihilista que puede llegar a anidar en el fondo de cualquier ser qualunque dado que sobre eso, quizás, sólo la literatura nos ha mostrado (¿enseñado?) su faz más temible. Y aún así.
Y sin embargo... lo prodigioso de la novela de Söderberg es, además del conflicto ético que plantea (soy deliberadamente enigmática), ver cómo lo levanta sobre el clásico entramado decimonónico del adulterio, tan desgastado (literariamente hablando), por otra parte.
Es decir, que en una novela que, en apariencia y a priori, se articula sobre los grandes (gruesos) trazos de la vida burguesa, de repente... ¡accidente!
Por momentos, es brutal. Y nietzscheana.
Me sonroja hablar de ella si consideramos que la precede el magnífico texto de Gabriel Ferrater.
¿Remember?
¿O sí hace falta recordar a Gabriel Ferrater, si quiera en la faceta que nos implica: su papel de lector en el selecto comité de Carlos Barral, más su condición de traductor?
Aquel informe se reproduce en este necesario rescate, a modo de prólogo.
Y pensamos en los muertos, y en cómo a veces no importa la vida.
Pero también celebramos la permanencia, malgrè tout.
La resurrección de esta novela es un ejemplo.
Es una delicia (y un milagro) que una joven editora leyera los informes de lectura de Gabriel Ferrater y recuperase esta novela, Doctor GLas.
Sueños corren como arroyos... Te conozco, vieja sabiduría proverbial. Y en realidad la mayor parte de lo que uno sueña no merece ni un instante de atención: rotos pedazos de cosas vividas, a menudo de las más indiferenetes y necias, que el ser consciente no ha encontrado dignas e mención, pero que siguen viviendo unas vidas e sombras en las buhardillas del cerebro. Pero se dan también otros sueños".
Estos picoteos tuyos de un autor a otro, enhebrados por una columna vertebral -en este caso los médicos- siempre me fascinan. Exceptuando a Diego Torres de Villarroel y a M. Bulgákov, a los otros no los he leído (ay, más para la saca, si llego, claro).
ResponderEliminarEn cuanto a la situación de los médicos en Cataluña, hoy me ha llegado un interesantísimo correo que te copio y pego:
"CARTA DE UN MÉDICO CATALÁN
Me despiden.
A partir del día 1 de Agosto no podré atenderles más debido a los recortes presupuestarios en sanidad proyectados por el gobierno de la Generalitat. Según me han comentado en subdirección médica, el hospital de Bellvitge no tiene dinero para pagarme este verano. Ni a mí, ni a los otros 56 médicos eventuales que, como yo, serán despedidos. Inicialmente el plan es recontratarnos en septiembre u octubre, con contratos renovables de mes a mes, sin derecho a vacaciones y posiblemente con una rebaja del sueldo. Estas opciones son casi una invitación a los médicos para que abandonemos la sanidad pública. Lo mismo está pasando desde hace mucho tiempo con enfermeras, auxiliares y demás sanitarios que han visto empeorar sus condiciones de trabajo en los últimos años.
Estos recortes, junto con los realizados previamente y el actual cierre de hospitales, contribuirán a aumentar las listas de espera tanto para consultas como para quirófanos y a reducir la calidad de la asistencia hasta el punto que, quien quiera tener acceso a la salud, sólo le quedará la opción de pagar un seguro privado. Además de los gastos de este seguro deberá contar con el hecho de que la aseguradora no tendrá la misma cobertura de salud que la sanidad pública.
Esto será un gran beneficio económico para las aseguradoras de salud, que posiblemente ya se están frotando las manos pensando en los millones de euros que ganarán aprovechando esta penosa situación. También será un gran beneficio para las arcas de los gobiernos que habrán de gastar menos dinero en salud. Es decir, la salud de las personas es una carga para las arcas de los gobiernos. Pero entonces, ¿por qué pagamos impuestos?
Resulta curioso que no haya dinero para pagar médicos pero que sí haya para pagar un parlamento europeo, otro nacional, un parlamento autonómico, diputaciones y alcaldías. (No sé si son necesarios tantos "jefes"). También hay dinero para pagar pensiones vitalicias, y de cantidades importantes, a diputados y senadores. Yo personalmente prefiero tener un cirujano y una anestesista contratados que un político en su casa felicitándose por las cosas buenas que hizo cuando estaba trabajando para levantar el país. Así como las numerosas y costosísimas Embajadas de Catalunya en el exterior.
También hay dinero para mantener coches oficiales que evidentemente son coches de gama alta y para que nuestros eurodiputados viajen en primera clase para que se cansan si viajan en clase turista. Eso sin contar dietas, alojamientos y otros gastos. Hay miles de millones de euros para rescatar a los bancos de la crisis pero sin que después se les pida que devuelvan el dinero que se les ha dejado, este préstamo es lo que nos deja sin dinero para la salud y la la educación. Pero claro, los políticos y los bancos siempre son muy amigos y la economía de libre mercado intocable. ¿No hay dinero? No me lo creo.
Señores pacientes. Luchen por su salud: porque se la están robando. Con la excusa de la crisis, han retirado el dinero a lo más necesario en benificio de unos pocos. Nuestra sanidad, se está hundiendo y no es por falta de dinero sino por puros intereses económicos... Quizás acabaremos como en Estados Unidos donde, quien no se lo puede permitir, no tiene derecho a la salud.
Luchen por su salud. Hagan reclamaciones, demandas judiciales, manifiéstense, asóciense, indígnense. Los sanitarios ya hemos luchado, ahora les toca a ustedes. Quieren privatizar LA SANIDAD Y lo conseguirán si USTEDES NO LO IMPIDEN".
Un beso, Ana.
¡Y el inolvidable Andrés Hurtado! Aunque quizá el que necesitaba un médico era él, un médico del alma.
ResponderEliminarMe apunto al Dr Glass. Le pediremos consulta...
Sí sí.... Baroja-Hurtado, claro!
ResponderEliminarY Antonio Lobo Antunes y...
Gracias, Isabel por la ampliación/actualización. Yo tiemblo con lo que se nos avecina: justo hace dos años me pasé a la Seguridad Social por recomendación de los amigos médicos defensores de "lo público".
Os cuento... o no. Abrazos!
Médicos y restantes profesionales de la salud estan de actualidad (puntillista que es uno como trabajador del sector). Pintan bastos y la población parece no enterarse de que se juega mucho (lo digo por esos alegres votantes obrero-conservadores).
ResponderEliminarPero lo tuyo era sólo un principio...dejémoslo ahí. Tomo nota de ese "hay mas Bulgakov" pues no soy enfermo imaginario de literatura. Un abrazo Ana.
Se están poniendo las cosas bien feas, la verdad. Ahora mismo, desde el lunes por la noche, tengo una inflamación de encías para la que ya me vendría bien según qué remedios. ¡Conservemos el Humor! Y defendamos la literatura, ya puestos!
ResponderEliminarAbrazos a ti también, Carlos!
Hola Ana Rodríguez
ResponderEliminarYo creo que la privatización de la sanidad es sólo un escalón más hacia la privatización de absolutamente todo: jubilación, transporte, ocio, cultura, trabajo y educación. Ya se inventarán alguna forma de privatizar también el sexo, el aire, la risa y la imaginación. Porque la fin y al cabo, el capitalismo no quiere seres humanos, ni sentimientos, ni ética; quiere consumidores, y hacia eso vamos.
En el futuro inventarán el robot-consumidor, mecanismo que trabaja 20 horas diarias los siete días de la semana, y las otras cuatro restantes las dedica a consumir bienes como inmuebles, coches, ropa, tonterias, frigoríficos y chuches. Entonces la especie humana estará en grave peligro de desaparición. Hasta entonces, si no pensamos en cómo evitarlo, tendremos que soportar un sistema cada vez más cruel y privatizado.
Sobre la forma correcta de pensar para evitar ese futuro, me gustaría nombrar unos autores y sus obras bastante acertadas, en mi opinión, a la hora de analizar y comprender los tiempos que corren, además de pensar cuales son las mejores medidas de combate contra el capitalismo. Te advierto que no soy un experto en este tipo de literatura, pero de mis libros leídos, y no sé si conocidos por ti, me gustaron mucho dos de Slavoj Zizek: "Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales" y este otro: "Primero como tragedia, después como farsa", la obra de Gilles Lipovetsky "La era del vacío", y un título conjunto de Noam Chomsky y Ignacio Ramonet, "Cómo nos venden la moto". Leí de Chomsky obras sobre los medios de comunicación bastante buenos... pero ahora no tengo los títulos.
Bueno, ya me he extendido bastante, mejor me despido por hoy con un brindis por las inteligencias que no son esclavas de las evidencias de las percepciones y buscan nuevas alternativas. (Vaya, con esta última frase me salió una referencia al libro "Teoría de una inteligencia creadora" de José Antonio Marina).
Gracias, Eduardo.
ResponderEliminarEl libro de Zizek no lo conocía; lo buscaré.
Los otros autores son de referencia, claro. Aunque no sé muy bien de qué sirve que se expriman los sesos.
El otro vi un reportaje sobre la terrenización de otros planetas. Por lo visto es posible, a partir de un 23% de oxígeno de partida.
Abrazos!
He llegado a este blog por Vila-Matas, y la verdad es que es una maravilla, la música, los libros, recuerdos que me han llegado y me han hecho revivir por un instante momentos inolvidables.
ResponderEliminarDe Jose María Guelbenzu este verano leí El Amor Verdadero, y fue una gozada. No he leido El Mercurio pero voy a leerla.
Me gustaría recomendar un libro que acabo de leer titulado STONER, también recomendado por Vila-Matas, que gran escritor y divulgador.
El libro del Doctor Glas, que recomiendas es una delicia. Esta editado en Ediciones Alfabia, por si interesa.
Por último felicitarte por tu blog, desde hoy un seguidor más.
Gracias por los ánimos y por el entusiasmo! La verdad es que entrando por la puerta que has entrado, me sonroja un poco.
ResponderEliminarTambién agradezco la recomendación de Stoner.
Sí, la ilustración de Dr. Glas obedece a las prisas (se ocupa de este asunto mi hijo pequeño, desde la distancia berlinesa). Abrazos y bienvenido!
(¿Eres culé, también? Ja, ja...)
Ana, los ánimos y el entusiasmo lo tienes tú, creando este blog y haciéndonos participe.
ResponderEliminarNo, no soy culé, no me gusta el futbol, a pesar de que soy deportista.
Ana, quiero aprovechar tu blog para recomendar dos libros que he leído recientemente,
Una habitación propia de Virginia “Woolf y El paseo de Robert Walser es una miniatura de una gran belleza.
Ana, mi nombre es Pepe Domingo, alicantino.
Que tengas una feliz noche.
Pepe, muy vila-matiano también el título de Walser. A la Woolf he vuelto recientemente para mis clases de Romanticismo, a otro libro de ensayos muy interesante: La torre vigía. Abrazos!
ResponderEliminar