martes, 18 de septiembre de 2012

TRIPLETE...



no liguero sino.... DE JOSÉ MARÍA GUELBENZU
(que aún no estoy inmersa en lo futbolero; todavía no he acumulado la necesaria dosis de tedio o hastío como para evadirme de lo mío: la literatura, las lecturas varias). Aunque tenéis todo el derecho a decir que... ¡vaya vacaciones!, pese a haber leído bastante.Y también a contraargumentar que... la cosa futbolera promete.
Pero ahora hablaré de literatura, y de la buena.
He tenido el privilegio de encargarme de recuperar para la colección de clásicos de la editorial Cátedra         ( "Letras Hispánicas") de una de las novelas de referencia de la reivindicada Transición: El río de la luna, publicada por primera vez en 1981, y de la que hubo otra reedición (2000), ahora felizmente revisada y corregida. Es una novela crucial en la trayectria del autor, que recuerdan, con mucha precisión (incluida la recepción crítica, que recupero en la introducción) gentes fraternas como Enrique Vila-Matas o Germán Gullón (según comentarios o correos remitidos tras recibir el correspondiente ejemplar).


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A partir de un relato escuchado en una noche de tormenta, un hombre comienza a revivir historis del pasado que reviertenn al presente: una fantástica travesía por un río, el recuerdo de mujeres amadas, un ritual de muerte y renacimiento en un bosque, bajo la mágica luna... Lo que se despliega a lo largo de cuarenta años de la historia personal del protagonista es, en definitiva, la eterna búsqueda de la propia identidad. La novela discurre en una sociedad española mediocre y represiva. En ella, la lucha de nuestro héroe quizá no sea sino un encuentro sin reposo, en el camino del amor y la muerte, consigo mismo y con un dilema sustancial: del de ser con la vida o el de intentar derrotar a la vida. La estructura del relato, dividido en cinco partes aparentemente disímiles, se expresa mediante una poderosa elaboración textual. En El río de la luna, Guelbenzu consigue representar la contradicción entre el interior del hombre y el mundo exterior, entre el deseo y la realidad, con tanta elegancia como sabiduría narrativa.





A la vez, me cupo el privilegio de reseñar en Babelia el rescate de otra novela de Guelbenzu (Ahora en la editorial Siruela) que se cuenta entre mis preferidas: El esperado, y que reproduzco para abreviar (la reseña).
              

Tras someterla a una minuciosa corrección de texto y una reescritura que afecta sobre todo a la estructura y otros rasgos formales de la tercera y última parte, José María Guelbenzu reedita El esperado (1984), una novela de iniciación y aprendizaje ambientada en  el verano de 1959, cuando León Saldaña es invitado por un compañero de colegio a pasar las vacaciones con su familia, los Mayor, y allí tienen lugar una serie de hechos que le llevan a cruzar su personal línea de sombra: “Aquel verano dejará de ser una atrayente aventura juvenil para convertirse en mi primer encuentro con el abismo”.
Sólidamente anclada en un escenario soberbio, en el que la casona familiar viene a ser el diagrama de un hombre y su historia y simboliza una larga herencia de virtud y dominio, y la naturaleza que la rodea –junto con sus fuerzas: viento, lluvia…- “emite” una serie de estímulos e impresiones que exacerban la sensibilidad adolescente, convirtiéndolo todo –emociones, sensaciones y sentimientos- en una experiencia de conocimiento; explotando muy bien las posibilidades novelescas que propicia el viaje (y la soledad y extrañeza que lleva aparejado) y las pequeñas “salidas” de los chicos; alzando alrededor un grupo de personajes que trazan el fondo real e histórico del presente y el pasado inmediato, con las referencias a la guerra civil que incide en el destino de todos; en El esperado Guelbenzu narra un proceso que se cumple como un rito de paso que implica transitar del orbe diurno y solar al mundo misterioso y enigmático de la noche. Tras el enfrentamiento del adolescente con el mundo turbio y oscuro de los adultos, León Sañldaña, además del autoconocimiento, descubre el sentido de verdades esenciales que se polarizan en torno al binomio eros-tánatos, y habrá de discernir entre el Bien y el Mal.



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Pero es que en este ¿fatídico? año, literariamente hablando, Guelbenzu se ha marcado un triplete... Porque aparece en Destino una nueva entrega de su serie policiaca... Muerte en primera clase.
  Como necesaria recompensación a la reentrée, me he pasado el último fin de semana de asueto estival entregada a la lectura de esta novela, apreciando la finura con que Guelbenzu retrata (y trata) los grupos sociales, las conductas, las poses y apariencias... la finura con que su Mariana de Marco rasga los retratos de grupo y las apriencias  y el saber estar consensuado.
Aparte, que como aún no he ido a Egipto... he viajado por el Nilo, ya aque la juez y su amiga están allí, invitadas y en plan asueto aunque ven y piensan y....
Y además, ya con una década más que la protagonista, he sonreído ante según qué problemas de mujer.
(Aclarando que la novela transcurre cuando Bush decide atacar Irak... y si hago ese ejercicio -ingrato-, pues tampoco tanto, la verdad)
En el personaje de Guelbenzu me divierte sobre todo el modo en que el autor conjuga el innegable estilo e inteligencia de su personaje con los ribetes canallescos que afloran... 


¡Sniff!

4 comentarios:

  1. Me gusta Guelbenzu y lo he leído, pero tratándose de una edición -la de Cátedra- comentada por ti, no me resisto a duplicar "El río de la luna".
    Enhorabuena a ambos, querida Ana.

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  2. Hoy he empezado tu edición de "El río de la luna" en Cátedra. Es asombrosa la cascada de críticas tan positivas que tuvo la novela. No he entrado todavía en ella, estoy con tu introducción, y de lo que llevo, me quedo con el párrafo que citas de Eugenio Trías sobre el donjuanismo cultural. No lo reproduzco porque ocupa casi una página (la 15) pero es para aprendérselo de memoria.
    Por cierto, todavía recuerdo la velada junto a Guelbenzu: todo un señor.
    Espero disfrutar de la obra. Leí "El mercurio" y "El amor verdadero", y me gustaron mucho.
    Enhorabuena por la parte que te toca en esta reedición

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  3. Bueno, bueno... vais a sacarme los colores. La cosa era para/por Guelbenzu.
    Sí, esa cita la iba yo a sacar un día en este Blog, para que ruede...
    Gracias y abrazos!

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