domingo, 19 de diciembre de 2010

LA RAMBLA



Barcelona siempre quiso ser otra.
Hubo un tiempo en que quiso ser París y edificó arcos de triufo et altri.
Luego quiso ser chicago y así...
Ahora no quiere ser ella misma (lo que nos pasa a todos) y pretende eliminar... algo que la distinguió: los puestos de las Ramblas.





No me detendré en evocaciones nostálgicas (que implicarían recordar cómo reiteradamente me negué a comprarles tortugas a mis hijos después de la traumática experiencia vivida con mi hermano pequeño el día que la tortuguita decidió desaparecer),
pero sí reafirmo que...
los nuevos chiringuitos son un asco.
Y que no se justifica la erradicación de...

Adela Mejías me envió este e.mail que reproduzco, con cariño.


8 comentarios:

  1. Hola Ana Rodríguez

    Me parece que el email de Adela no aparece en tu reseña. De todas formas entiendo lo que quieres decir con la transformación de Barcelona. Personalmente, creo que hicieron mal quitando los puestos de animales, en uno mi padre me compró una tortuga, varios canarios y periquitos, y daban vida al paseo. En cambio, no entiendo como permiten las estatuas vivientes, los turistas no circulan, se quedan en grupos mirándolas y se hacen "atascos" de peatones. Al final, un suplicio pasear por las Ramblas en verano.
    Hasta otra.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay, Ana! ¿Por qué nuestra ciudad siempre ha querido "ser otra" si siendo ella misma podría ser mucho más?
    Esta ciudad con la que tengo una historia de amor enfermiza va de mal en peor y si ya desaparecen mis Ramblas...Mis Ramblas, nuestras Ramblas, por las que evito ya casi siempre pasear, pues es como si me expulsaran, aunque me llamen desde lejos, aunque me obliguen a llegar hasta el mar...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. ¡Vaya!Pues tienes razón, Eduardo: se volatilizó el vídeo (que era lo interesaante de la entrada.
    Entiendo los recuerdos de la niñez... Mayormente es que estos quioscos ratifican lo de"la ¿millor? botiga del món"-
    Felices Fiestas!

    ResponderEliminar
  4. Ataúlfa, hay que buscar las horas esquivas... Un beso!

    ResponderEliminar
  5. Recuerdo aquellos puestos. Daban su toque colorista a las Ramblas. Espero que los mantengan.
    En fin..., cuando a algún iluminado le da por cambiarnos el perfil de nuestras ciudades es para echarse a temblar.
    Abrazos, Ana.

    ResponderEliminar
  6. Aunque no tenga nada que ver con las ramblas, te cuento mi historia traumática con una tortuga que no tenía vitalidad porque según me dijeron el agua tenía que estar más caliente, así que la puse sobre el radiador y yo estaba entretenida cuando de pronto escuché un gritito. Sí , las tortugas gritan y a punto estuve de hacer sopa sin pretenderlo. Ella sacó su cabeza y me avisó escaldada, después todavía sobrevivió .

    ResponderEliminar
  7. Así era en efecto. Perdonad el laconismo. Ya explicaré. Abrazos!

    ResponderEliminar