Regresaba de Asturias, ordenaba papeles, abría sobres, revisaba libros y revistas. En una de ellas, la ovetense "Clarín", aparecía un breve ensayo (mío) que trataba de dos recientes entregas de Enrique Vila-Matas, publicadas en el sello Debolsillo: los volúmenes En un lugar solitario y Chet Baker piensa en su arte.
El primero de ellos, En un lugar solitario reúne las obras narrativas del autor escritas y/o publicadas entre 1973 y 1984: Mujer ante el espejo contemplando el paisaje (cuyo título original queda aquí restituído: En un lugar solitario), La asesina ilustrada, Al sur de los párpados, Nunca voy al cine (relatos) e Impostura. Vienen precedidas por un extenso y sugestivo prólogo del autor, en el que Vila-Matas se remonta al año 1971, que pasó en Melilla como soldado del ejército español y donde, durante veinte días, permaneció ingresado en el manicomio militar de “esa plaza fuerte”, conviviendo con “grandes desequilibrados” a los que estudió a fondo, consciente de que “aquella gente era una nada desdeñable fuente de inspiración para posibles relatos”. El segundo volumen, Chet Baker piensa en su arte, contiene una selección de relatos fechados entre 1988 y 2010, procedentes de libros tan emblemáticos como Una casa para siempre o Suicidios ejemplares. El libro se cierra con un largo texto inédito (el que titula el volumen) en el que Vila-Matas ensaya la “ficción crítica”. De manera que ambos tomos reúnen dos valiosos textos en los que el lector puede ver a Vila-Matas dedicado a indagar y escribir: dos actividades que al autor le parecen paralelas, y a veces incluso idénticas, según admite en el prólogo a En un lugar solitario.
Si consideramos que de aquellos primeros cinco libros, sólo uno de ellos, la novela La asesina ilustrada, había vuelto a editarse (Lengua de Trapo, 1996), y otra, Al sur de los párpados, ni siquiera los más madrugadores vila-matianos habíamos tenido ocasión de leer, podéis imaginar cuánto celebré esos rescates.
De manera que la primavera pasada, releí un buen puñado de textos que me han acompañado desde hace años. Y ahora me encuentro con otro libro emblemático del escritor barcelonés, que se recupera al cabo de unos veinte años de su primera edición: El viajero más lento. Si no me traiciona la memoria, creo que fue el primero de los libros donde EVM reunía algunos de sus "ensayos" (entrecomillo el término para avisar de la personal y libérrima concepción que el autor tiene del género) literarios, más una deliciosa crónica de un viaje por la antigua RFA -Alemania en otoño-, más otros vagabundeos físicos y vitales. Recuerdo de manera muy particular este libro, porque siempre he disfrutado y aprendido mucho de este tipo de textos: las reflexiones o apuntes o críticas de los (grandes) escritores sobre la literatura, propia o ajena
En esta su nueva andadura, el libro ha crecido (y no sólo a lo largo), y lleva como subtítulo "El arte de no terminar nada", un ensayo inédito a modo de epílogo, al que le sigue otro: "Café Bénabou".
De modo que leí enseguida esas nuevas reflexiones o notas de vida y letras que sin embargo enseguida tendrían su continuación en un nuevo tomo de más de quinientas páginas, Una vida absolutamente maravillosa: una amplia selección de Ensayos, algunos procedentes del libro anterior, pero que cubren esa faceta de Vila-Matas hasta fechas recientes, incluyendo asimismo inéditos como media docena de entregas del segundo Dietario Voluble.
Además, Una vida absolutamente maravillosa recupera íntegro un libro delicioso - Para acabar con los números redondos- e incluye textos imprescindibles para comprender el singular mundo del autor. Hay además piezas imborrables como "La acera sonámbula y verdadera", "Me senté y lloré" o el Homenaje-Evocación de Marguerite Duras, y...
Lo dicho: absolutamente maravilloso.
Hola Ana Rodríguez
ResponderEliminarMe encanta Vila-Matas. La primera novela que leí fue París no se acaba nunca. Después leí otras muchas como Bartleby, Dietario voluble, El mal de Montano, Doctor Passavento, Dublinesca, Desde la ciudad nerviosa y Historia abreviada de la literatura portátil. De todas, París sigue siendo la que más me gusta, junto con Bartleby, y, precisamente menciona en ella cómo escribió su primera novela, La Asesina ilustrada. Desde entonces que siento curiosidad por leer esta última.
Pues ahora ya tienes textos fundamentales para seguir las "tareas gozosas". A mí los ensayos me parecen imprescindibles, por más de un motivo. Y, en el conocimiento de las posteriores obras, las primeras muestran la "dirección" (tanteos, exploración, descartes...).
ResponderEliminarAbrazos!
Buf!!! Sí, el otro día los vi por La Central, de veras que tuve que contenerme para no caer en la tentación y terminar por pulir el poco capital que me queda a estas alturas de mes. Están pendientes, por supuesto. Vila-Matas fue uno de mis mejores hallazgos en la Facultad, hallazgo recomendado por la misma que recomienda en este espacio nuevas lecturas. Gracias!
ResponderEliminarUn abrazo
Ata, te queda la certeza de que lo invertido cundirá. Porque son volúmenes de bolsillo, y de varios centenares de páginas. Besos!
ResponderEliminarImpulsado por tu entrada me estuve viendo el otro día el programa dedicado a Vila-Matas en "Nostromo" (que se encuentra en la web de TVE) hablando de Dublinesca y otros. Delicioso escuchar como de forma natural va soltando sus perlas con tanta sabiduría, algo que debe impregnar estos libros que nos traes.
ResponderEliminarY siguiendo con mis aventuras de entrevista televisiva también recuperé a tu querido Marsé en "L'hora del lector" en una interesantísima entrevista del gran Manzano. Estuvo encantador evocando sus recuerdos y se nota que cuando está a gusto se suelta.
Un abrazo Ana.
Lo de Marsé lo vi en su día, Carlos. Creo que coincidió con la despedida del programa (aunque no te fíes de mi memoria).
ResponderEliminarNo conozco la entrevista a EVM de que hablas, así que me la apunto. Abrazos!
No me extraña que titules así la entrada, porque Vila-Matas es maravilloso. He leído un gran número de libros suyos y con todos he disfrutado, sobre todo con Bartleby... y con muchos de sus relatos. Recuerdo ahora aquel de "Suicidios ejemplares" en que una empleada de un museo alemán fantasea con la manera más adecuada de suicidarse... Realmente magistral.
ResponderEliminarApunto las nuevas recopilaciones con ganas.
Un beso, querida Ana.