Y sin embargo,... debo admitir (gustosa) que me emocionó ver a los estudiantes de Valencia esgrimiento libros frente a las porras y los escudos.
Todo un aviso (elocuentísimo) para quienes afirman imperturbables la muerte del libro.
Desconocen la historia, seguramente. Más amenazados estuvieron en otras épocas y por máquinas más diabólicas (¿inteligentes?).
El ambiente (también el que se avecina), y otras razones, me llevó a elegir de lectura una novela"de campus", que suele llamárseles a las que transcurren en tales espacios: Naturaleza casi muerta, de Carme Riera (Alfaguara).
Disfruté el fin de semana leyéndola porque, a la intriga policial (o policiaca), basada en un hecho real, debemos sumar la mirada ácida y crítica de la autora, que además en este caso habla desde las bambalinas, conocedora como es del terreno que pisa en su condición de profesora universitaria.
El hecho real es el de Romain Lannuzel, que participó en un programa Erasmus de la Universidad Autónoma de Barcelona y que en noviembre de 2007 desapareció sin dejar rastro. Carme Riera lo convierte en un ficticio alumno rumano, Constantinu Iliescu, cuya misteriosa desaparición moviliza a su novia y otros dos compañeros, que sospechan, frente a la versión oficial, que la desaparición de Constantinu no es voluntaria.
Noviembre de 2007: el campus de Bellaterra "ardía" en movilizaciones anti-Bolonia, y la universidad estaba pr´acticamente "okupada" por los revoltosos, lo que inspiraba confrontaciones entre buena parte del profesorado: los "históricos", como Bellpuig"que si bien conscientes de que "era exagerado llamar "ideales" a las convicciones de su generación", creía asimismo que "denominar "ideas" al utilitarismo banal que imperaba en la univesad" era igualmente excesivo. Tal posición, por cierto, escribe Carme Riera, quedó resumida "en un eslogan magnífico, de extraordinaria contundencia: "Un profesor que suspende a sus alumnos se suspende a sí mismo". (pág.22)
La visión crítica de esta decadencia es magnífica. Frases como la reproducida me han dejado más melancólica de lo habitual pero no menos firme o convencida de... (aviso)
P. D. Y ahora vuelvo de dar un buen paseo por la Universidad y aledaños, después de la que se ha liado al mediodía.
Querida Ana, me quedo con la imagen de un libro en alto y la mirada de don Quijote, y su sombra enla penumbra. A Carme Riera me es difícil leerla. De jóven, le escribí entendiendo que si veía jazmín en la tinta de José Agustín, algo podría ayudarme. Me mandó lejos.
ResponderEliminarUn abrazo
Paco
La historia del Erasmus de la UAB también la he vivido yo en la que yo trabajo, hará unos tres o cuatros años. Este era italo-albanés; me tocó hacer averiguaciones aquí y allá y desde entonces todavía no sabemos nada de él. Dejó facturas, habitación, maleta, libros... y nada, se esfumó.
ResponderEliminarEstupenda entrada, ojalá la llamada primavera valenciana se extienda, como un verso de pólvora...
Hay cierta nostalgia que tiene el aroma del cafè. Seguramente es esa melancolia de la que hablas y que enlaza perfectamente con el loco idealismo de don Quijote.
ResponderEliminarCuando todos abran los ojos veran que los molinos son gigantes.
Un saludo, Ana, de un viejo alumno.
Paco, lo que no te pase a ti... Un beso (inoloro e incoloro), como el agua... ¡ay como el agua, ya sabes!
ResponderEliminar(Yo que quería haberme pirado a Jerez este finde por un festival de flamenco y se me accidentó Martin esquiando y...)
Sí, parece un caso curioso y curioso... Naturalmente desconozco los detalles del referente real, pero en la novela es de gran interés TODO.
ResponderEliminarNo sé qué pasará... vienen muy revueltas las aguas, aunque no llueva. Un beso, Hablador!
Gracias, Enric.
ResponderEliminarCreo recordarte, pese a la enigmática H. y al claroscuro o lo borroso de la foto. Mejor! La ambigüedad (¡tan cervantina!) es un buen estímulo. Un abrazo!
No podrán con los libros, Ana, si se salvaron de la Inquisición y Torquemada, no nos se rendirán ahora.
ResponderEliminarA Carme Riera le leía hace ya bastantes años (¿89, 90?) una novela breve que me gustó: "Cuestión de amor propio", así que me quedo con el título "Naturaleza casi muerta".
Besos y fuerzas para resistir.
A todo eso aludía al hablar de ciertas máquinas, Isabel.
ResponderEliminarDe Carme Riera vale mucho también "Por el cielo y más allá".
Abrazo fuerte!
Hola Ana Rodríguez
ResponderEliminarTal y como están los tiempos, o mejor dicho, tal y como está la estupidez de los políticos y economistas, se repetirán más de una vez sucesos como los de Valencia. Así que sacar los libros a la calle puede ser un buen gesto. A ver si los gobernantes toman ejemplo de la ciudadania, tanto que hablan de ella, y no de la banca, y se leen alguno y amplían su estrechísima perspectiva de la realidad.
Lo mejor es que ayer o anteayer los estudiantes repitieron su elocuente gesto, según vi en otra foto. Sobre lo otro que comentas, me temo que cada vez se enrocan más en las cifras, y se vuelven más ciegos y más sordos. Un abrazo, Eduardo!
EliminarA mí también me emocionó la imagen de Valencia. Y me gusta leerte. Apunto como lectura pendiente la novela de C. Riera. Abrazos.
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