A veces es difícil saber qué instinto o capricho o causa nos lleva a elegir una lectura frente a las muchas ( o varias: no seamos soberbios) posibles.
Hablo de elegir y acertar; de seguir leyendo tras las primeras 30 páginas, lo que en ocasiones no sucede.
Pero es lo cierto que puede pasar que, contra todo pronóstico, la elección que a priori tenía menos posibilidades acaba abriéndose camino...
Así me ha sucedido estos días..., vencida por una gripe muy agresiva, en la que me acompañó el relato REAL de Chil Rajchman, un joven judío polaco (nacido en 1914: ¡Centenario!) que en octubre de 1942, junto con su hermana, fue deportado a Treblinka, el nuevo campo de concentración pensado exclusivamente para el exterminio irremisible de los judíos que llegababan desde varios puntos de Europa:
Redactadas en yidish, estas memorias (más bien un diario exento) permanecieron ocultas durante años, y sólo se publicaron tras la muerte del autor, en 2004 (en Montevideo, adonde logró exiliarse).
Empecé a leerlo sospechando demasiadas cosas....
Y sin embargo, me atrapó el "estilo": una especie de despojamiento, de asepsia notarial que se limitaba a dar cuenta, a constatar, a consignar o documentar... los hechos, los múltiples engranajes del horror en su inviolable sucesión. Sin adjetivos. Sólo el recuento o la crónica de hechos: esta tarea y después la otra, y luego, y finalmente.... Y la visión total de alguien que, por sobrevivir, se adelanta o desvía respecto a...
Tras el testimonio, un epílogo de Vasili Grossman. Un texto demoledor, porque confirma y legitima y da altura o solvencia teórica a.... ¿eran sólo impresiones?
En !914, Chil Rajchman nació en Lód´z (Polonia).
Sí que debe ser demoledor por lo que cuentas, quizá no lo más apropiado para una gripe, pero el capricho es el amo en esto de la lectura. Además, creo que nos decantamos por los libros que nos llaman, esos que tienen mucho que decirnos.
ResponderEliminarUn abrazo y mejórate pronto.
Lo sorprendente es cómo a base de relatar escrupulosamente la organización laboral del exterminio.... logra mantenernos atentos al relato son necesidad de edulcoraciones varias. Abrazos, Isabel!
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