miércoles, 12 de noviembre de 2014

BERLÍN-RAVAL


Algo melancólica andaba el pasado sábado, ante la imposibilidad de ir a Berlín a visitar a mi hijo pequeño (como sí lo ha hecho su padre estos días, y no por motivos de las celebraciones en torno a la “caída” del muro), cuando un artículo del pasado sábado 8 noviembre me traía de golpe a la memoria una de las imágenes cotidianas de los días en donde vive mi hijo. No lo frecuentamos tanto por las tapas (que dicen que son espléndidas) sino por su generosa terraza con vistas parciales con pequeño parque o arboleda.

http://www.smart-travelling.net/typo3temp/pics/9496d55fc9.jpg

Y recuerdo el relato de mi hijo de la pasada primavera cuando acudió allí a una calçotada, que esa sí es una especialidad culinaria que él no domina, a diferencia de lo que sí controla (y más que bien) de nuestra gastronomía.




Total, que me conformé con el sucedáneo de la literatura, que tan a menudo nos proporciona los viajes más imprevisibles y estimulantes. Y fui picoteando en un conjunto de relatos firmados por escritores de la antigua DDR (República Democrática Alemana), algunos de los cuales me venían como un guante para hablar a los estudiantes, siguiendo el programa del curso, del Realismo Social(ista).


http://www.erratanaturae.com/hades/wp-content/uploads//Portada_Al-otro-lado.png

Por ejemplo la selección de las autobiografías de Stefan Heym y Erich Loest, que tan magníficamente reflejan el escenario en que artistas y escritores desarrollaban su creación. Nada nuevo bajo el sol, después de conocer lo sucedido en la URSS. Aun así, no nos deja indiferentes asomarnos a ese clima de inseguridad, vigilancia, amenazas, consignas, sospechas, acusaciones, censura... y la vuelta de palabras que creíamos olvidadas: desviacionista, negligente, contrarrevolucionario. Y como no hay tragedia sin sátira -según escribe Haym-, mencionar también la carcajada que inevitablemente estalla cuando estos autores nos relatan su experiencia en lo que podríamos llamar seminarios o escuelas de escritura amoldada a la nueva orientación estética.


http://blog.stuttgarter-zeitung.de/wp-content/ostberlin-1975.jpg

 Un descubrimiento fueron los diarios de Brigitte Reimann, un par de extractos de los años 1957 y 1960. Abundan entradas de carácter íntimo y personal, los relatos de sueños, las referencias a los distintos libros (y el juicio sobre los mismos), las escapadas a Berlín... pero si tuviera que elegir una sola entrada sin duda me decantaría por el relato del día en que a su casa acudieron agentes de la Stasi para captar la como informante.
¿Recordáis la película “La vida de los otros”?





9 comentarios:

  1. Vaya contrastes en tu entrada de hoy. El goce de los sentidos y el gris sin paliativos

    ResponderEliminar
  2. Hola Ana Rodríguez

    ¡Qué suerte tiene tu hijo! Por lo menos está lejos del ambiente plomizo que se respira por aquí. No sé si es tan gris como el Berlín dividido por el muro, porque yo empiezo a estar saturado de tanta independencia y tanto PP, y eso que no miro las noticias.

    Igual, como sigamos así, recuperamos esos terminos de desviacionista y contrarrevolucionario para el lenguaje coloquial.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Saludos efusivos, Eduardo.
    Coincidencia total. Berlín es hermoso siempre... especialmente en otoño. Aprovechemos que hoy ha salido el sol... Abrazos!

    ResponderEliminar
  4. Creo que, en estas ocasión, me quedo con las tapas. Me tientan más que la literatura del realismo social.
    Y sí, siempre es estimulante escaparse a Berlín.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  6. Bueno, bueno... como madre estoy orgullosa del legado culinario, es cierto... pero más del intelectual. Abrazos, Isabel!

    ResponderEliminar
  7. Hola, tiene usted un error, supongo de "tecleado",cuando escribe en el último párrafo: "para captar la como informante.¿Recordáis la película “La vida de los otros”?", como es usted profe de lengua o similar creo que es importante, aunque sea una nadería, ¿o quizás ese captar la, en vez de captarla es un catalanismo? No sé

    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. pues sí, es un error de tecleado, querido Lansky... Debería decir CAPTARLA, sin lapsus.
    Y no soy "profe" de lengua. Aunque no me disculpe... Sucede que las prisas y mi enemistad con..
    Gracias

    ResponderEliminar