Creo haber comentado ya aquí cómo la afición (¿o es una afección?) por los números redondos... cunde y se contagia y propaga.
En el Principado, 2011 es el bicentenario de la muerte de Jovellanos (de quien también me ocupé antes, si puede ser antes... y al que volveré irremisiblemente este otoño, quizás con ecos verlainianos, si eso es posible).
A la espera de poder (o querer) ir a Gijón a ver la gran Exposición dedicada a una de nuestras mentes más lúcidas, dedico un día a pasear por Puerto de Vega, que es donde murió, huyendo de nuevo y acogido por un modesto "patricio" local, don Antonio Trelles.
Paseé por Puerto de Vega en un día casi otoñal de este verano ¿atípico?
En absoluto. Así eran nuestros veranos de la niñez: apenas ocho o diez jornadas (íntegras y totales, eso sí) de playa, porque había que aprovechar un buen día y no se sabía cuándo habría otro.
Paseé por Puerto de Vega en un día casi otoñal de este verano indagando en sus edificios....
¿Habría sido este el Casino de 1931, sede del primer Cinematógrafo?
No, no, qué va....
El Casino fue un espléndido edificio art déco, de los que quedan pocas huellas en Asturias.
También visité el Museo del Mar, recientemente ampliado, con grabaciones muy interesantes de una de las pocas mujeres que, a los doce años, entró a trabajar en una de las fábricas de conservas de la localidad. El edificio que lo alberga fue una de ellas. Y en la población se advierten otras sedes ahora dedicadas a usos distintos.
El Museo es especialmente ilustrativo de la mítica (si bien yo aún la recuerdo) caza de la ballena, muy importante en esta zona hasta los años sesenta o más. No quiero ser Merville y por tanto no me extenderé al respecto
Después de comer me dirigí a uno de los enclaves excepcionales de este mi Occidente astur...
(Me abstengo de hablar de la decadencia de occidente pese a que la fórmula lo propiciaría. Y porque la atipicidad del verano tiene su parte de desolación, si lo consideramos ya no desde la climatología sino desde la sociología o la economía o... las circunstancias).
Es la Playa de Barayo, de ¿difícil? acceso.
No tanto.
Sucede que, o bajas por el acceso "natural": la senda habilitada a partir de los trazos y las huellas, a base de incrustar en la tierra unos rudos travesaños de madera... o te das un paseo gozoso, por un sendero cubierto de árboles (¿eucaliptos? ¡Ay!), que dura una media hora y que te permite ir respirando la atmósfera de esta reserva natural, donde se enclava la playa.
Al llegar, el mar:
toujours recommencé...
O no. Porque aquí cada día es distinto: como el cielo y la luz y hasta el agua.
Si bien debo admitir que ésta tiene una temperatura igual a la de recientes veranos: cálida.
(Aún así, añoro la continuidad: el salitre, el yodo.
P. D. En ausencia de Nico, las fotos son de mi hermano Toni, que va recuperando su Asturias.
P.D. En ausencia de Nico, la ilustraciones se las debéis a mi hermano Toni.
FOTO DEL MAR ABIERTO
He paseado contigo y hasta he sentido un poco de fresco, que aquí viene muy bien con la torridez típica de estas fechas.
ResponderEliminarAdemás, un gozo pasear por un trocito de Asturias y acabar con ese bello mar embravecido.
Besos, Ana.
Pues celebro que haya sido así, Isabel.
ResponderEliminarAquí hoy ha amanecido espléndido; probablemente sea uno de los mejores días de este verano en que me está faltando la energía del mar. Pero voy a aprovechar a ver si puedo darme dos o tres baños, porque anuncian una primera semana de agosto... borrascosa. ¡Ay!
Ya huelo el yodo... y eso que hasta el domingo no llego... Tomo nota de la Exposición de Gijón y del Museo del Mar en Puerto de Vega.
ResponderEliminarRealmente, "un gozo pasear por un trocito de Asturias"...
Pues sí, Yur, prepárate....
ResponderEliminarComo yo esta mañana, que prometía elmejor día del verano (de momento). Y sí estaba soleado y demás pero de repente la temperatura del agua... Nada que ver. Por lo demás, el yodo y el salitre y las algas y la paz... duran!
Besos!
Feliz estancia, querida Ana.
ResponderEliminarBesos y muchos recuerdos.
Paco