Tuvimos un muy reciente trato e intercambio epistolar a raísz de haber reseñado en Babelia uno de sus recientes libros de cuentos, que recupero ahora.
Antes del futuro
imperfecto. Madrid, Páginas de Espuma, 2010. 186 páginas.
Desde hace ya
bastantes años, Carmen Martín Gaite nos fue avisando periódicamente en sus
ensayos de la maestría de Medardo Fraile (miembro, como ella, de la generación
del 50) en el esquivo terreno del cuento como género literario: de su visión
desencantada de la realidad aunque veteada por rachas de humor y de ternura, de
su portentosa capacidad para el “diálogo esencial” (y yo añadiría el trazado de
los gestos) derivada sin duda de la temprana vocación teatral del escritor, o
de la deliberada inclemencia de sus temas, que con el paso (y el repaso) del
tiempo linda en ocasiones con el sarcasmo.
Una atinada
muestra de todo ello la encontramos en Antes del futuro imperfecto, libro que
en su primera parte recoge una selección de los Cuentos Completos aparecidos en 2004 en el mismo sello editorial,
junto con otros cuatro relatos inéditos. Todos versan sobre el mundo de las
aulas: colegio, instituto y universidad. Soberbios (e hilarantes, algunos) son
los retratos de maestros y profesores: la jovencita señorita Oria y su personal
método de enseñar latín, con rosa roja prendida en el cabello; Jenaro Seco, “el
hombre que nos daba que pensar”: irónico como Sócrates, algo misógino y con una
tan breve como rotunda filosofía de la vida: “mente constante y permanente”; el
sustituto Senén Pérez que en la universidad explicaba la España árabe a los
estudiantes de primer curso en una “vívida glosa onomatopéyica” y con una
pedagogía que “brillaba como alfanje” y alcanzaba la cumbre de la erudición al
abordar el peligro almohade, pues, “según algún etimologista, almohade y
almohada procedían del mismo étimo y, por lo tanto, en el nombre de aquellos
sarracenos anidaba ya la debilidad y la soñarrera que les haría hincar el pico
en las Navas de Tolosa”.
Para Carmen
Martín Gaite (y para mí), la perla se la lleva Octavio Pedroso en su lección
sobre el Desastre. Irreverente, mordaz, imaginativo, algo dado al don de la
ebriedad, y tan henchido de “calor histórico” como aterido por el frío de enero
(que combate con Daiquiris ingeridos
en el escenario de las batallas escolares), él fue “la última víctima del 98”. Para la escritora,
bastarían todas las “retahílas poéticas” de este pariente cercano de Max
Estrella “durante toda la hora que dura la clase para sacar a hombros a Medardo
Fraile por la puerta grande de la literatura”.
En “Centenario”
también podemos apreciar ese otro rasgo que destaqué antes: las reacciones de
los niños, sus sentimientos condensados en palabras y gestos. O en “Punto
final”, que pinta con agudeza la peculiar atmósfera que se genera en una clase
de dictado (“Algunos niños soplaban, movían la muñeca o sacudían la mano
derecha con aspavientos de cansancio”) y la desolación de don Eloy Millán el
día que se atrevió a poner como texto una sentida carta de su cosecha, ante la
indiferencia generalizada de los chicos y ese apresuramiento al acabar de
corregir, cuando “uno se lanzó al borrador y limpió tenazmente, de arriba
abajo, de izquierda a derecha, con posturillas desorbitadas, felinas,
contundentes, todo el encerado”, y él se acongoja porque “ni siquiera me han
borrado despacio”.
La segunda parte
del libro, los “Cuentos del futuro imperfecto” (todos inéditos), ofrece un
abanico más amplio de anécdotas y personajes y, en su conjunto, es una muestra
muy representativa del mundo narrativo de Medardo Fraile. Hablan de un sillón
con historia que al niño que crece entre estrecheces y penurias le permite
soñar con ser Espartero o con ser un rey “y disponer de ejércitos a mi mando”;
de un divo insólito que un día se posó en el escenario de La Scala marcando el destino de
una desafortunada soprano; de la impar aventura de “el Chori” que tanto
regocija al juez que le impone condena”; de cómo el amor florece mejor entre
una “filosofía de cosas” que inmerso en un clima metafísico-existencial; o de
cómo, contra lo esperado, ciertos nombres no fuerzan el destino de quien los
lleva: Abel, Melpómene…
Y para quien queira conocer esta voz impar de nuestra narrativa contemporánea, recomiendo también la reciente recuperación de una de sus novelas, que en su día fue mal editada aquí en España y que se rescató este pasado otoño.
o
Una pena. Perdemos uno de nuestros mejores cuentistas.
ResponderEliminarUn abrazo, Ana.
¡Qué desolación!: "ni siquiera me han borrado despacio".
ResponderEliminarMe apena conocer escritores a los que no conocía a raiz de su muerte
Sí, a mí me ha entristecido también... Hubiera deseado mucho conocerlo personalmente, sólo hablábamos por teléfono cuando estaba en España, a raíz de esa reseña de 2010. Abrazos!
ResponderEliminarNo sabía de su muerte. Una pena. Leí hace unos años "Contrasombras", un par de docenas de relatos que me encantaron.
EliminarEs uno de estos casos tristes... que por vivir lejos del ruedo literario ibérico y por pereza nuestra no ha estado tan presente como debiera. Menos mal que quedan sus obras. Y sí, es un cuentista excepcional, con un sentido del humor y la ironía... Aparte, con ideas, que recoge en libros de artículos y demás. Abrazos!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuienes le conocimos, le leímos y le quisimos, le quisimos, leímos y conocimos mucho y
ResponderEliminarmuy bien.
Fue un amigo inmejorable en el corto trecho de sus dos últimas décadas.
Me regaló la gran fortuna de tenerle cerca. Me llevó a lugares maravillosos en nuestra
desdichada España y en Escocia. Me leía fragmentos de sus manuscritos. Alentaba y
alimentaba mis lecturas del género que trabajaba como nadie. "Amigo" queda estrecho
para tamaña generosidad, sinceridad, humildad y grandeza.
Hermánense conmigo quienes no tuvieron tal privilegio, léanle, leámosle, releámosle.
Vive en sus libros y habla en la misma voz clara con el mismo humor socarrón, finísimo,
elegante. Bendito seas, Medardo querido.
¡¡Cómo suscribo cuanto dices, querido amigo, pese a no haber gozado de tus privilegios! Siempre me apenará no haber podido conversar con Medardo en persona, y verlo. He tenidoo la inmensa fortuna de poder alcanzar ese breve trato epistolar y su reconocimiento. Y tengo el privilegio de poder dar sus obras a leer en mis clases. Un gran abrazo!
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ResponderEliminarQuerida amiga,
Deseo comunicarte por este medio, con mi agradecimiento por tu espléndida
reseña, aquí recogida, que las exequias por Medardo y por su descanso eterno
se oficiarán, el próximo 19 de abril, viernes, en la parroquia de Santa Bárbara,
-sita en la plaza de Las Salesas Reales-, a las ocho menos cuarto de la tarde.
Con el ruego de que difundas la noticia, recibe un cordial abrazo.
ResponderEliminarQuerida amiga,
Deseo comunicarte por este medio, con mi agradecimiento por tu espléndida
reseña, aquí recogida, que las exequias por Medardo y por su descanso eterno
se oficiarán, el próximo 19 de abril, viernes, en la parroquia de Santa Bárbara,
-sita en la plaza de Las Salesas Reales-, a las ocho menos cuarto de la tarde.
Con el ruego de que difundas la noticia, recibe un cordial abrazo.