Estas jornadas de reposo y de sobredosis de actualidad televisiva (ante la imposibilidad de leer), al llegar a la correspondiente al Día de las mujeres maltratadas recordé que dejé mis clases interrumpidas cuando trataba de explicar a los alumnos lo escasamente conmovida que me siento al leer la poesía de Espronceda.
Y les conté que, alertada por don Antonio Machado (a través de su Juan de Mairena), descubrí muy pronto al cínico que yace tras la máscara pública. Que José Moreno-Villa aseguraba (en el prólogo a las Poesías de Espronceda publicadas por Espasa-Calpe en 1923) que en esos años muy pocos retenían en la memoria más de un par de versos del celebrado vate. Que Gabriel Celaya -en Inquisición de la poesía- tampoco me ayudó mucho a estimular la devoción por Espronceda, que Guillermo Carnero fue aún más cáustico, desbaratando la leyenda roja y la pretendida poesía social. Y que Rosa Chacel al asediar los versos que Espronceda le dedicó a su célebre amante, Teresa Mancha, en el Canto III de El Diablo Mundo, llega a conclusiones irrefutables, aceptando sólo aquellos que hablan de un espíritu indomable, absolutamente atípico en la España de su época, porque aquella mujer había sido una de esas figuras que se proyectaron en la pantalla de la historia con un perfil muy singular pero cuya vida y hechos habían quedado desdibujados o silenciados casi por completo.
Teresa Mancha fue un personaje de nuestro romanticismo que, como tantos otros, hizo acto de presencia en la vida misma antes que en las letras.
AQUÍ DEBERÍA IR UN RETRATO DE TERESA, PERO QUEDA UNO, Y DESDE LUEGO NO SE ENCUENTRA EN LA RED. ¡curioso!
Porque si el Canto fue el mundo de Teresa, y todo lo que ella podía esperar de su amante se contenía en esos versos, Rosa Chacel al escribir la biografía-novelada, Teresa (hay una reciente edición en Visor, 2007) decide medirlo y sopesarlo con cuidado, estudiándolo detenidamente hasta obtener una cuidadosa representación plástica. El resultado no le convenció: a pesar de los sentimientos desgarrados, de la profusión de exclamaciones, alaridos y quejas, a la escritora le parecía que “en el Canto toda nota dolorosa, para un buen oído, desafinaba un poco. Era poco, cuestión de una milésima de tono, pero cantaba en falso”.
Y no es que estemos instalados en el fácil territorio de cierta apologética feminista. Porque es el juicio que más tarde haría Jaime Gil de Biedma en su estudio sobre la poesía de Espronceda -más piadoso y comprensivo que los poetas anteriores-, recogido en El pie de la letra, donde escribe: “Pero la persona de ésta [Teresa], tan despiadadamente reducida a mero simbólico trasunto, se venga haciendo que la formulación de los sentimientos del poeta resulte inadecuada y moralmente incoherente”.
Lo admirable es comprobar cómo Rosa Chacel, desoyendo la versión oficial de aquella historia y sin atender al estado de opinión generalizado y admitido, consigue rescatar el alma de Teresa y mostrarnos una mujer que fue ejemplo de libertad y de vida, rescatándola del fango y desoyendo las turbias anécdotas y la “almibarada blasfemia” que se habían vertido sobre Teresa Mancha, para hacerle encarnar los más profundos valores del Romanticismo, al par que astillaba la máscara esproncediana, muy en sintonía con el sentir de los poetas de su generación, que de nuestro romanticismo sólo respetaban a Larra y Bécquer.
De modo que fue el espíritu de Larra el que Rosa Chacel tuvo continuamente en cuenta al ponerse ante el romanticismo, y con él trató de imaginar a Teresa. No fue un capricho. Muchos años después, en sus Memorias (Los pasos contados), otro prosista de la generación, Corpus Barga, afirmaría que el suicidio de Larra y la muerte de Teresa son los dos hechos que nos brindan la verdadera y más profunda estampa del Madrid romántico:
“¿Cómo no se ha hecho la película del Madrid romántico, con el suicidio de Larra? Habría que hacerla con el suicidio de Larra y la muerte de Teresa Mancha, ocurrida dos años después… La película de dos amores desdichados. El amor del prosista escéptico y burlón hizo de él la víctima. El del poeta de los ayes y los apóstrofes hizo víctima a ella… De los dos amantes, el poeta y el prosista, desesperados por haber perdido en el mayor juego de envite y azar, el del amor y la muerte, el prosista fue poeta, el romántico, se mató; el poeta fue burgués, se aprovechó, escribió un poema. Hay una magnífica película (por hacer) en los dos amores desdichados del primer romanticismo español, con sus dos musas cruzadas; la caída, la perdida, para el poeta burgués, y la burguesita, la arregladita, para el prosista inconforme. Si Espronceda hubiera sido el amante de Dolores y Larra el de Teresa, Larra no se hubiera suicidado ni Espronceda hubiera escrito su Canto.
Fácil, demasiado fácil sería pensar que tal vez en estos hechos Rosa Chacel estuviera cargando las tintas a favor de su heroína, pero hay otras prestigiosas voces que coinciden con la de ella. Algunas las he mencionado ya, pero también quiero añadirles la valoración que hace Unamuno en un pasaje de “Sobre Don Juan Tenorio”, un artículo de 1908 recogido en Mi religión y otros ensayos breves, donde aventura que, de no haber muerto en la flor de sus años, el donjuanesco poeta habría llegado a ser ministro –y ministro moderado, puntualiza-, “porque Espronceda, a pesar de la calentura progresista de su primera mocedad –calentura que fue la causa de que llegara a conocer a Teresa Mancha-, llevó siempre dentro de sí un reaccionario, o mejor dicho, un hombre que no quiso detenerse a sondar ciertos problemas. Su famosa desesperación, a la moda byroniana, era más retórica que otra cosa. Espronceda no pudo dudar de ciertas cosas porque jamás pensó en ellas en serio”, concluye Unamuno.
Aun así, seguiré con nuestros románticos canónicos (que no son los verdaderos).
Estupendo el juego de suposiciones de cambios de amadas entre Larra y Espronceda.
ResponderEliminar¡Cuánto se aprende en tu blog!
Saludos
Isabel, debemos agradecérselo a Corpus Barga, otro gran escritor de entreguerras. Saludos!
ResponderEliminarCreo que esa impostura de Pepe (no era del todo mal chico) dejó huella hasta hoy mismo. Tuvo mérito, pues he visto a lo largo de los años (¡casi dos siglos!) como fue capaz de darle la vuelta al término romanticismo, romántico, etc. y cómo convirtió, o ayudó a convertir la palabra y sus derivadas en la cena cursi a la luz de la luna, en la petición de mano de rodillas, en el regalo del ramo de flores, en la calificación de las pelis empalagosas de final feliz, en las historias de amor infumables. Espronceda ayudó a pervertir el concepto de romanticismo igual que hasta hace poco lo hicieron las canciones de Perales.¡Doy fe!
ResponderEliminar¡salud Ana!
Por cierto , ya me he puesto en marcha con lo del dia 13. He dejado mensajes en más de 30 blogs, y sigo... :
Perdona la invasión
Únete si te apetece a esta iniciativa , y pásalo
EL DIA 13 DE DICIEMBRE ANTONIO MACHADO RECITA Y HABLA EN LA RED
Copia en tu blog el dia 13 de diciembre un poema o un texto de Antonio Machado, o escribe sobre él. ¡Consigamos una jornada machadiana vírica!
¡Bien!¡Menos mal que me das el aprobado!
ResponderEliminarA ver si me visitan las musas o los musos (acabo de leer algo estupendo de Casavella al respecto) y estoy a la altura, no de la melèe, sino de Machado.
Gracias!
Me río en tu blog con los comentarios de esta fauna que tan bien me cae... Ana, conocía la cita de Corpus. Soy de los que leyeron Los pasos en esos libritos de Bruguera- Libro amigo, donde también estaba Memoria de la melancolía, que hablábamos... pillados en esas paraditas de libros de segunda mano que ponían en la Facul en mis tiempos, no sé si las ponen aún.
ResponderEliminarYo no soporto la poesía de Espronceda, si exceptuamos... el Canto precisamente. Pero bueno, soy bastante enemigo del romanticismo emotivo en general, que es el más conservador. Del otro no, del romanticismo de la idea me siento más cercano. Prefiero a Larra, claro.
En Madrid han inaugurado el Museo del Romanticismo. Se han gastado un pastón en acondicionar la casita. Igual no era del todo necesario, pero allçi se exponen las pistolas de Larra. Y son un reclamo. Porque estamos en la época del show. Por eso, hoy, Espronceda triunfaría. Y acabaría de Ministro de Cultura, sustituyendo a la niña...
Ramon...
ResponderEliminarel Museo Romántico queda cerca de la casa de mi amiga Aurora, donde me hospedo cuando voy a Madrid, y... desespero. Desespero viendo que no, que todavía no. Pero si me cuentas que ya está listo pues igual vuelvo a Madrid un día de éstos, en invierno. El Romanticismo "real" exige esa temperatura de nevera.
Kisses!
P.S. Para el Hablador.
ResponderEliminarOmite lo de jornada vírica.
Los bancos de sangre en los hospitales de BCN están al límite, según me cuentan fuentes muy fiables.
Yo estoy inhabilitada para donar (al menos en un mes), pero los jóvenes... campo abierto.
Y que conste que el baile acaba de empezar.
Salud!
Este
ResponderEliminar(Este comentario no es para publicar.)
ResponderEliminarAna, Hablador cuenta en su último post, de amigos que discuten y que después olvidan lo que se dijeron. Yo no puedo quitarme de la cabeza el estúpido comentario en el que me atreví a incluiros. Te aseguro, por si sirve de algo, que fue hecho desde la más absoluta ingenuidad, con la facilidad con la que uno bromea cuando conversa con los amigos. La diferencia en este caso estriba en que yo sólo soy una entrometida entre amigos y que el cuarto elemento en cuestión (al que confundí con uno de los vuestros) busca hacer daño. No sé si lo habré causado también yo sin querer. ¿Podréis perdonarme? Glòria.
Glòria querida...
ResponderEliminarYo no censuro nada.
Mayormente porque no puedo ir de auqí allí y tener en cuenta....
Yo cuelgo mis cositas (podría multiplicar las entrdas, pero envejezco) y...
Kisses!
Ana, disculpa que responda a Gloria. Como se suele decir, por alusiones.
ResponderEliminarGloria, te aseguro que nunca pensé mal de comentarios tuyos. Tu historia bloguera mesurada y positiva te avala. Por lo menos en lo que respecta a mi. Siempre he recibido un reconocimiento, a veces inmerecido, de tu parte. No te preocupes por nada. Eres siempre bienvenida al blog del Hablador. ¡Sólo faltaría! Como puedes ver, no edito ni modero previamente ningún comentario. Cada cual se retrata con lo que escribe. Y a no ser que haya nazis y fachas por mis inmediaciones, todo el mundo es libre de expresarse, incluso yo.
¡Salud Gloria!
Disculpado, Disculpado...
ResponderEliminarSerá cosa de la Red.
La verdad es que me pierdo bastante.
Lo fundamental lo sigo escribiendo a mano. El ordenador lo conecto un par de veces al día.
A.
Muchas gracias a los dos. Un abrazo. Glòria.
ResponderEliminarGloria...
ResponderEliminarGracias a ti.
No siempre puedo controlar losvaivenes varios.
Kisses!
Que poco ayudan alas mujeres maltratadas yo soy una de ellas, todo es marquetin nada mas donde estan esas ayudas que desesperadamente vuscamos que no encontramos nada mas que trabas para salir adelante, que como yo sin tener donde caernos muertas tenemos que volver con el maltratador hasta que nos mate y despues ser un numero mas sin remordimientos para nadie
ResponderEliminarNisiquiera lo poneis , donde esta la libertad que todo el nundo pueda leer lo que siento , como me siento, gracias por no publicarlo
ResponderEliminarQuerida amiga:
ResponderEliminarYa ves que he publicado tus comentarios. Es cierto que el título de esta entrada puede parecer sarcasmo (dado que se plantea en un plano "abstracto"), en comparación a lo que tus líneas gritan, pero intento situarme en un plano en el que la distancia facilite la reflexión.
Por mi parte, te diré que un día (era un sábado, ya a mediodía), cuando yo iba a trabajar en mi estudio del Raval (aprovechaba los sábados porque el padre de mis hijos podía ocuparse de ellos, de modo que yo me sentía "libre" para dedicarme a mis otras cosas), me encontré con una mujer maltratada. Estaba fatal, y me costó convencerla para que fuese al Centro de Salud, primero, y luego a la Comisaría. En esas dos o tres horas que mediaron en esos trámites, se dejó convencer para llevarla a un punto (no sé si casa de acogida) en Vía Laietana.
Es mi experiencia.
Yo vivo en Barcelona, y puedes contar conmigo para lo que necesites.
Te mando mi teléfono fino (93 454 53 61) y puedes hacer usarlo. Y si vives en otro lugar, me lo cuentas y algo haremos (o lo intentaremos).
Un abrazo enorme!
Hola Ana, estupendo prologo. he leído que existe un retrato de Teresa Mancha ¿sabes algo más de él?
ResponderEliminarestoy escribiendo una novela sobre ella, y necesito centrarme.
César... Hay un retrato de TEresa, en efecto. Se reprodujo en la portada de una edición que preparé para Círculo de Lectores. Si no lo encuentras, cuando regrese a Barcelona en setiembre, puedo proporcionarte datos o fotocopia. En Internet no lo encontrarás (al menos yo no lo conseguí) porque lo intenté para ilustrar esta entrada.
ResponderEliminar¡Änimo!