No me voy a prodigar -tardíamente- en los deseos y buenaventuras que, por lo demás, reitero aquí, con las suspicacias o matices que, por lo visto, acompañan a los ineludibles parabienes.
De entre todas noticias que inauguran el lagartón 2013, la más cómica es la de la compañía telefónica, que a partir de ahora nos facturará el consumo en ratos.
La verdad es que el panorama cultural es más bien sombrío, aunque tengo la fortuna de ir recibiendo palabras de estímulo, como estas de Enrique Vila-Matas sobre mi novela...., que espero ayuden a mis criaturas a ¿progresar?, ¿defenderse?
En realidad ésta es una sui generis versión de mis respuestas a diez preguntas que transcribo íntegras.
1. -
En su vida, ¿deja muchas
cosas al azar?
-Muy pocas. Actúo siguiendo impulsos o por
reflexión, pero actúo. Mi generación no sufrió una experiencia histórica tan
determinante o decisiva como lo fue la Guerra Civil, capaz de caer sobre unas vidas y
modelarlas o torcerlas hasta la rotura. Ese es el tema de la novela: el temor
de no poder llegar a ser lo que uno anhela o desea o proyecta para sí debido a
la intervención del Azar (Historia o Destino), viéndose abocados a la renuncia,
la impostura, la abominación o el extravío De ahí el sentido de pulso: reto o
desafío.
2.
¿Cómo lleva eso de estar a
caballo entre la crítica y la narrativa?
-Muy bien. Ambas son tareas gozosas, que se
interrelacionan respetuosamente, sin interferencias. Es un maridaje perfecto,
con apoyos y enriquecimiento mutuos. Se aprende a escribir leyendo con sosiego
y meditación, y se entiende mejor la literatura cuanto más amplia y proteica
sea la perspectiva desde la que la abordamos. Siempre he suscrito lo que
escribió Juan Benet sobre los críticos y su obligación de ser Otelos, desenterradores,
y no policías de tráfico (que sancionan según códigos regulados, añado), por no
mencionar la manera epatante con que le da la vuelta a un tópico que no
repetiré. Cuando hago crítica sólo me ata la obligación de cumplir un servicio
público, mediar entre el lector y las otras, anulándome en lo posible, sin
aprovechar la ocasión para lucirme ni mucho menos para ejercer un inexistente
poder, que tan a menudo tienta a los incautos. Por otra parte, conjugar crítica
y creación no es infrecuente; aunque en España tienda a subestimarse la crítica
de autor (no explícitamente pero sí ignorándola), he aprendido muchísimo del
articulismo o ensayismo literario de Azorín, Rosa Chacel, Cernuda o Juan Benet,
por poner ejemplos bien distintos y no citar a autores vivos. Por motivos
corporativistas y a menudo espúreos, suele intentar desacreditársela sin datos
contrastados, cuando hay críticos que, sin tener obra de creación, parecen
bastante más cautivos de, modas, etiquetas, clientelismo...
3.
¿Cómo son las clases de literatura
que imparte en la
Universidad?
-Muy variadas. Intento combinar asignaturas
de carácter teórico con otras más propiamente de historia literaria, sin nunca
eludir las presencias reales de que habló Steiner, el análisis de las obras. Suelo cambiar de
materias con cierta frecuencia, pero no abandono la estética del romanticismo
ni la novela contemporánea. Últimamente he vuelto a la Edad de la Crítica, el denostado
siglo XVIII, tan imprescindible para conocer y comprender una Modernidad cada
vez más amenazada.
4.
Cuando escribió acerca de La
comedia salvaje (de José Ovejero),
señaló: “disponemos de una copiosa y plural nómina de libros que versan
sobre la Guerra Civil.”
¿Hacía falta su contribución personal?
-Creo recordar que esa reseña continuaba con un
comentario elogioso sobre la muy singular e irreverente visión que Ovejero
ofrecía de la Guerra
Civil. Si mi contribución hacía o no falta es algo que dirán
los demás. Sí puedo asegurarle que, de no creer que contaba algo poco trillado
y bastante desconocido, no habría malgastado tiempo ni energías, teniendo en
lista de espera (como los tengo) otros libros o historias. Quiero matizar que
en El pulso del azar apenas aparecen elementos o personajes previsibles. Transcurre casi
sólo en Barcelona, con el contrapunto de Asturias y el feroz tributo por lo
sucedido durante la revolución del 34 (incluída la trágica historia de Aida
Lafuente, una joven merecedora de un relato propio), con analogías muy
reveladoras para cuanto vendría después en el 36, por lo que más bien habla de
las rivalidades y rencillas y sospechas y enfrentamientos entre los distintos
sectores fieles a la
República. Y sobre todo trata de las transformaciones en la
vida cotidiana e intrahistórica o en sectores menos conocidos. ¿Cómo ponían los
ingenieros sus conocimientos “al servicio de la causa popular”? ¿Qué
investigaciones y experimentos o avances se impulsaron en la Medicina para evitar los
desastres de la guerra? Y más aspectos.
5.
Cuénteme un poco que investigación realizó
para escribir El pulso del azar.
-Básicamente en estos últimos aspectos mencionados.
Releí mucho, puesto que, contrario a lo que se postula, nunca se careció de
memoria histórica en el ámbito de la literatura, las memorias o crónicas, y la investigación histórica,
pero más para estar mentalmente en esa época. Datos o aspectos más desconocidos
(que apenas llegué a utilizar en la novela pues aspiro a editar una antología
de los mismos) proceden de textos que de momento no revelaré porque aspiro a
editar una buena antología. Van todos firmados por mujeres de muy diversa
procedencia geográfica, filiación ideológica y perfil biográfico.
6.
¿Qué rutina sigue para
escribir?
-Ninguna. Se escribe, entre otras razones para
combatir las limitaciones de la vida real. La única exigencia es disponer de
tiempo abundante y del vacío o descanso mental que sobreviene en etapas no
lectivas. También requiero de cierta alegría o despreocupación, que nada
enturbie mi vida ni la de los míos, que no me reclamen otros imponderables, y
pueda aislarme y vivir a solas con mis criaturas de papel.
7.
¿Ha influido el cine en la
escritura de su libro?
-Después de Joyce, Faulkner y demás, las enseñanzas
del cine o la “escuela de la mirada” nos han llegado ya literaturizadas, es
decir, incorporadas con naturalidad a las estructuras, técnicas o recursos del
relato. Lo que no olvido es que, ante tan formidable competidor, al escritor no
le queda otra que potenciar al máximo el lenguaje, exprimir su inmensa
capacidad de expresión.
8.
¿En quién se inspiró para
crear a Elisa?
-Elisa está en mi segunda novela (Batir de
alas, 1998), una historia de formación
(algunos la llamarían autoficción) que transcurre en la Barcelona de los
primeros años setenta. Está inspirada en una niña que conocí en el primer año
de instituto, a los diez años. Era huérfana de padre, y su mundo era tan atroz
y horrendo (su madre, su abuela) que yo apenas podía admitirlo, aceptarlo o
darle credibilidad. Así que ya entonces decidí conjurarlo, a modo de catarsis,
negando que en realidad hubiera muerto y afirmando que todo era un engaño. Del
recuerdo de aquella fealdad (física y moral) y de aquella mentira construí una
metáfora de la vida bajo el franquismo (especialmente en los hijos de quienes
perdieron la guerra).
9.
Dígame tres adjetivos que,
desde su punto de vista, serían inherentes
a su novela.
-Detesto la crítica o la literatura por
adjetivos. Es práctica de manual o de plantilla, y suele nacer de la pereza o
de la vanidad (sé de lo que hablo: algún editor me reprochó paternalmente no
poder espigar de mis reseñas, siendo “tan atinadas”, alguna “frasecita” vistosa
para las fajas), para acabar en reduccionismo multiuso, tan estereotipado
como insípido. Pero es seguro que aquí
se han colado unos cuantos adjetivos válidos para El pulso del azar, siquiera
de manera indirecta.
Haga un ejercicio de
autocrítica y dígame, ¿de qué recursos personales carece para escribir? ¿Qué
fue lo que hizo mal en este libro?
-Carezco de la paciencia necesaria para
desplegar o desarrollar ce por be todo el potencial de mis hallazgos una vez he
averiguado lo esencial, conforme a ciertos cánones (algo convencionales) de lo
que es o debe ser una novela. Por eso suelo usar la primera persona, que `puede
ser más elíptica y admite mejor ciertas transgresiones del discurso
referencial. En cuanto a lo que hice mal, es mejor no ofender a los críticos
dándoles el trabajo hecho o inmiscuyéndose en sus tareas. Ahora bien, de haber
tenido a tiempo la percepción de lectores exigentes y curtidos que me han
comentado la imantación de la lectura de El pulso del azar, no habría podado
algunos episodios ni sincopado tanto el “desenlace” atreviéndome a llevarla a
la extensión que parecía iba a tener.
Feliz 2013, Ana, y que "El pulso del azar" navegue con gloria por los mares de la literatura. Las críticas que nos aportas así lo auguran, me alegro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya tela con la entrevista en El Pais. La leí en su día y me dio la sensación de que o bien el periodista no solo no había leído la novela, o no fue los suficientemente hábil para adecuar lo esencial del contenido de la misma al espacio.
ResponderEliminarAhora que leo la entrevista real-una gozada- lo compruebo
Otrosí
Tengo preparada una entrada sobre El pulso del azar, y sobre la experiencia que viví gracias a tu confianza. En cuanto la pula un poco la publicaré, seguramente este mismo fin de semana.
Muchos ánimos y larga andadura. Espero la antología que anuncias, la cual, dadas las muestras que ofreces en la novela, promete ser de lo más interesante.
Gracias, Isabel.... Lo tuyo va viento en popa, según veo... Besos!
ResponderEliminarTan atinado como siempre, querido...
ResponderEliminarHoy sí ha salido algo más potente en El Periódico, firmado por una gran periodista, Elena Hevia. Lo sacaré dentro de unos días, para no agobiar.
espero ansiosa esa entrada que anuncias. Besazos!
Veo que tu obra avanza empujada por buenos vientos. Me alegra que una crítica tan perspicaz y atinada pueda recibir a la vez sus merecidos impulsos. Espero yo también ese escrito de Hablador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya hablaremos, ya hablaremos... Como pronosticó Ferlosio, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.
ResponderEliminarUn beso!
Por cierto, al margen de tu obra, he de agradecerte una de tus recomendaciones. Encontré de saldo en los encantes "Misterios de las noches y los días" de Juan Eduardo Zuñiga y confirmo la esquistez de una obra como pocas me había encontrado, unos relatos tocados con un halo sutilmente fantástico y muy evocador. Una delicia que debo continuar.
ResponderEliminarAbrazo.
Un día has de hacerme de cicerón en los Encantes porque parece que encuentras auténticos filones. Un beso!
ResponderEliminarFelicidades por la novela. Espero comprarla en breve y que me la dediques, claro.
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