Por si acaso, leí en su rostro, en completo silencio.
Alborozada, al llegar les saqué estas fotos....
Son minúsculas, pero es incalculable el cúmulo de sensaciones que me deparan estas promesas.
Además, como me había recluido aquí durante una larga primavera invernal, aproveché para plantar semillas... que han fructificado, como las de los gladiolos amarillos
(antes desterrados por Martin, que decía que las cebollas alimentaban a los ratoncillos.... que dejaron ver su presencia también antes, así que falló el aregumento)
y de calas que permanecerán.
Es casi una despedida, aunque aún sigue el verano.
¡Eternamente!
Se siente una satisfacción muy especial al ver crecer las plantas. A mí también me pasa y entiendo el orgullo de campesinos y jardineros. Es un gozo primario y muy sano: nos conecta con la naturaleza.
ResponderEliminarBesos, Ana.
P.D.- Que no te lo he dicho y es imperdonable: todas las plantas que nos muestras están preciosas. Qué clima tan bueno el de Asturias para ellas. Aquí se achicharran todas en julio y agosto, aunque muchas rebrotan después.
Festín de colores, de aromas y... de recuerdos que te traes al Ensanche.
ResponderEliminarPara sobrevivir un curso más, imagino
Sí, sí... para reforzarme ante el otoño...
ResponderEliminarGracias, Isabel y besos a los dos (aunque soy mala fotógrafa: No tengo paciencia....)
A.