martes, 24 de noviembre de 2009

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Alguien muy cercano a este Blog me informó de una feliz coincidencia.

Él no la llamó así pero yo, instalada en pleno Romanticismo en uno de mis cursos, me siento algo tocada por la ironía de aquéllos, "que no se agota ni de lejos con la conocida figura retórica por la que se dice algo y a la vez se deja entrever que se piensa otra cosa, quizás incluso lo contrario de lo dicho". Aparte la ironía socrática, que también conocían los románticos, hasta entonces la ironía se consideraba "una figura retórica, o también un método literario, situado en algún lugar entre el humor, la burla y la sátira". Pero Friedrich Schlegel decide romantizar la ironía y... entonces empieza el gran juego.

Todo esto lo explica muy bien Rüdiger Safransky en Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. Barcelona, Tusquets Editores, 2009, p. 59 y ss.






Bien, el caso es que me hablan de esa feliz coincidencia y de golpe me acuerdo de un eslogan publicitario, lo que a su vez me lleva a recordar un libro que había ojeado, pero que no había podido saborear a fondo.

Sin embargo, estos días en que la fiebre y otras perturbaciones derivadas de la gripe me impedían sentirme Flex y abordar lecturas más enjundiosas, confieso mi gratitud para con Sergio Rodríguez, autor de Busque, compare, y si encuentra un libro mejor, ¡Cómprelo!, publicado recientemente en Electa.







Y me entretuve con los recuerdos que iban aflorando.

Confieso ser de las que se sabían de memoria la canción del Cola-Cao, porque era adicta a un programa radiofónico llamado "Matilde, Perico y Periquín", y me encantaban las travesuras de aquel gamberrete.

Solía contárselo y cantársela a mis hijos y acaso por eso se pasaron al Nesquick.







¿Y qué decir de la Familia Telerín? Aquí no voy a vanagloriarme de recordar la cancioncilla, pero sí de acordarme de corrido de Cleo, Tete, Maripí, Pelusín, Colitas y Cuquín... Mis simpatías las tenía ganadas este otro desobediente y no sus hermanos, con nombres muy de ...





Admito que sigo siendo adicta a las aceitunas "La Española", acaso por cosa de los astros, pues ese anuncio es de 1957.

Y que me encantaba el capuchón de papel de seda de "La Casera" y que mi hermano mayor desataba mis instintos cainitas cuando me lo arrebataba, lo inflaba de aire y... ¡plop!
Desolación de ¿la quimera?
No, del goce del tacto.





El anuncio de "Terry me va" también me gustaba, a qué negarlo: aquel paseo de aquella chica-amazona, que resultó ser una peluquera de la calle Mandri (según contaba mi tío Alessandro, por entonces aparejador de la inmobiliaria Lamaro, que construí allí y en otros barrios menos nobles).


Luego ya fui creciendo, y me volví... ¿irónica?
El caso es que las muñecas de Famosa... se dirigen al portal y lo de volver a casa por Navidad y el gustirrinín de la Filomatic y el atún calvo, claro....

Pero estos días repaso esas imágenes y recuerdo...

Y me pregundo qué será la memoria de la infancia de aquellos que irán a crecer sin anuncios (como mis hipotéticos nietos).

Y me pongo melancólica.
Y me inquieto.
¿Será cosa del Romanticismo?, me pregunto.






12 comentarios:

  1. No lo dudes, será cosa del Romanticismo.

    La amazona de Terry nunca la olvidaré. La familia Harvey debía tener realmente influencias, porque colar una señora estupenda, desnunda, cabalgando libre, sin silla, con ambas crines sueltas al viento, fue todo un logro, y el objeto de nuestros desevelos bajo las mantas ásperas en las noches húmedas de la adolescencia. Todos pensábamos en la peluquera: me niego a creerlo. Aquel ser magnífico es el amor perdido, añorado, imposible, de toda la generación del baby boom. ¿cómo puede ser peluquera? ¡¡Quiá, hombre!!

    Ahora los jóvenes no ven anuncios, los analizan. Conocen todos los trucos, saben que les están vendiendo algo, son parte activa del sistema y compran lo que ellos creen que vale la pena comprar. Por eso los publicistas van de culo, porque no saben como acertar. Su público objetivo tiene la sarten por el mango.

    Y me ha gustado mucho el atrevimiento, el juego, de colocar en la misma entrada a Shlegel y a "La Casera". Nada como la fiebre para desatar la ironía.
    ¡Salud!

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  2. Sí, sí... yo también me rebelé ante la revelación. Pero por lo visto es "realidad". Y claro,cuando conocemos primero la transustanciación artística, lo otro ni lo queremos sospechar. Es el problema del realismo raso, que no te permite "instalarte".
    Lo que dices de los jóvenes es más que certero, pero yo me refería a los críos. Estos días de reposo chupo tele, y hay un anuncio que... el del Tourain... ¡menudo diablillo! Es un anuncio nefasto (no sólo por el mensaje) porque no saca a los niños de esa realidad que les pertenece. La única transgresión es controlarla o gobernarla ellos. ¿Y la sonrisita? Con un buen cachete se la giraba yo.
    Me pusiste otro comentario, pero veo que no se ha publicado.
    Conste que no te lo censuré.
    Si vuelvo al control previo es porque de este modo gano tiempo.
    Kisses!
    Veo que Paco cumplió como poeta.

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  3. La curiosidad ha tenido recompensa.
    ¡Qué gran blog! Lo seguiré con detenimiento.
    Saludos.

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  4. Es irremediable mirar atrás, amiga mía, y es una tontería evitarlo. Si hay añoranza es porque hemos vivido. Y todos esos recuerdos, con más o menos sonrisas de felicidad, van con nosotros a esa isla necesaria, donde la soledad es compartida,paradojicamente, para que tenga luz. Como el Romanticismo, en su más inquieta oscuridad busca la luz y la crea, para que la vida tenga sentido. Solo vivirnos. ¡Ay! Bienvenida la fiebre y sus derrotas, que nos hacen sentir abrazos ocultos.
    Un besazo.
    Paco

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  5. Paco... estos días especulé sobre una hipotética entrada: Heroínas derrotadas por la fiebre. Están las más grandes. Algún día la sacré (la entrada).
    Por lo demás, intento olvidar mis derrotas.
    ¡Bienvenido! (sin Miguel Ríos sonando de fondo, eso no!)

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  6. Isabel...
    La intención es seguir recompensando.
    No sé muy bien qué 8 o contra qué), pero....
    Thanx!

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  7. Y el repugnante Topogigo. Recuerdo ese topo yiyo no muy románticamente, no sé por qué.

    Éste es otro pinche espam en busca de lectores: es un libro de cuentos: Trolebús maravilla en trolebusmaravilla.blogspot

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  8. Bueno, aqu´se trata de evitar lo repugnante y demás. pero si tú....

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  9. Hola Ana Rodríguez.
    La imágen del Cola-Cao me ha hecho recordar mi infancia. Entonces veía la tele y, cuando salía El Libro Gordo de Petete, me tenía que ir a la cama a regañadientes. ¡Que tiempos aquellos! Me fascinaba todo lo que veía, incluido los anuncios. Debía ser cosa de la edad pues todo me parecía nuevo.
    Después, pasó el tiempo y ya tengo treinta y siete. Mi relación con la publicidad se fue deteriorando hasta llegar al momento actual en que me parecen un fastidio y un aburrimiento. Hacen que sea imposible ver una película, y un programa como el Intermedio, que me gusta verlo, le llegan a poner casi media hora.
    Me suelo tomar con bastante sentido del humor este engorro que interrumpe los programas de la tele, así que no tomes muy en serio lo que te voy a proponer. Se trata de una renovación de un tipo de anuncio que me hace bostezar bastante.
    Dentro de poco llega la Navidad y con ella una publicidad, que el resto del año apenas aparece, pero que en esas fechas se repiten una detrás de otra de una manera bastante obsesiva. Me refiero a los anuncios de perfumes.
    Son todos iguales: las mismas imágenes pretenciosas, la repetición de estereotipos de mujer y hombre, el recurrir al sexo para vender. Su erotismo, porque se supone que son anuncios eróticos, han llegado a cansarme. Ese género necesita una renovación. Y si tu quieres puedes añadir algo.
    Antes de la propuesta, me gustaría decir que no me aburren todos. El anuncio de AXE me cae bastante bien por su ironía. No es una ironía romántica, sino una claramente postmoderna. Ironiza todos los recursos de los anuncios de perfumes. Si no te has dado cuenta fíjate bien.
    Ahora mi proposición. ¿Te acuerdas de aquella imágen de dos mujeres cortando el cuello a un hombre que pusistes en Madrid:Eros? Pues sobre una recreación de esa imágen va mi propuesta publicitaria.
    La cámara primero muestra un plano donde se ve de lejos un hombre desnudo tumbado sobre una mesa y dos mujeres vestidas, una de azul y otra de rojo acariciándolo. La de azul lo hace con sus manos, la de rojo con un brillante puñal. La camara se va acercando poco a poco hacia el rostro del hombre. Se lo ve relajado, entregado a ellas. Entonces, muy despacio, incluso con cariño, la de rojo le corta el cuello. La sangre se desliza espesa de la mesa al suelo. La cámara se acerca a un más al rostro del varón, un primer plano, muestra su última expresión de placer y éxtasis. Después ambas mujeres sostienen con aire melancólico un frasquito de perfume rojo. Aquí, en los típicos anuncios, la chicas dirían en francés, no sé por qué escogen este idioma y no el alemán, lo que todos ya sabemos: que es un frasco de perfume. Yo propongo una nueva variante: ambas mujeres, al unísono, recitarían el canto V de la Ilíada en griego homérico. Exactamente sería ese pasaje donde Diómedes, armado con broncilíneo escudo y larga pica, libra cruento combate contra Afrodita.
    ¿Tu crees que gustaría al público? Tengo que añadir que no me leí Saturnal de Rosa Chacel tal como me recomendaste para entender el concepto de límite del erotismo, así que tal vez no me quedo muy erótico. Pero creo que como anuncio de perfumes sería bastante rompedor. Erotizaría al telespectador de tal manera que se levantaría del sofá hipnotizado a comprar esa fragancia.
    Espero que te haya divertido mi anuncio y me alegro que ya estés bien de la gripe.

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  10. Pues aún no estoy bien de la gripe, pero acaso..
    Te releoen lo que puedo. Y me conmueve lo de Axel, por lo QUE batallo con mmis hijos al respecto...
    Frívolo el comentario, pero continuará-----
    Estoy tomada poir la gripe,créeme.........

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  11. La amazona del anuncio de Terry fue la modelo-actriz y cantante NICO, musa de Lou Reed y Andy Warhol y miembro de la primera y mítica banda neoyorkina Velvet Underground.
    Nico tuvo una breve aparición en La dolce vita de Federico Fellini

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  12. ¿De veras?
    ¡Pues vaya metedura de pata!
    Pues no la re-identifiqué, cuando años más tarde oí hablar de NICO, no volví a relacionarla con una imagen que sí recuerdo bien.
    Gracias por la aclaración!

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