domingo, 24 de junio de 2012

BERLÍN: ANTE LAS TUMBAS




Tras de la reja abierta entre los muros,
La tierra negra sin árboles ni hierba,
Con bancos de madera donde allá a la tarde
Se sientan silenciosos unos viejos.
En torno están las casas, cerca hay tiendas,
Calles por las que juegan niños y los trenes
Pasan al lado de las tumbas. Es un barrio pobre.

No sé si por haber estado recientemente inmersa en Luis Cernuda, lo cierto es que volvían a la memoria estos versos de "Cementerio en la ciudad" cada vez que evocaba una ¿experiencia? berlinesa reciente: la visita a un modesto cementerio que no creo conozcan muchos de los ilustres viajeros que peregrinan al otro, al grande, el Dorottheenstädte, donde reposan los restos de muchos ilustres como Brecht...

Este del que os hablo, no... No es monumental ni decorativo, y es casi como el que describe Cernuda: está en un barrio modesto, no es muy grande y pasa casi desapercibido. Ni siquiera tiene un nombre propio: es, sencillamente, el cementerio (Friedhöfe) de la Halleschen Tor (una ubicación urbana, una parada de metro).
                       
                 

Fui allí (acompañada de Nico) en busca de la tumba de Hoffmann, que nos costó mucho encontrar porque estaba fuera del recinto reservado a los varones ilustres (¡28 Mendelsson!, nada menos), y no había ninguna indicación ni referencia por las que guiarse. Por fortuna, un señor no muy viejo ni tampoco silencioso, miembro de la asociación de amigos del Friedhöfe von dem Halleschen Tor se ofreció a acompañarnos.
¡Echamos la tarde, ventosa y fría, que amenazaba lluvia pero al final no!





                              
Y os diréis que hay un error: que no estoy ante la tumba de E. T. A. Hoffmann, que es como se conoce al escritor. Supe allí que su tercer nombre era Wolfgang, y que la A respondía a Amadeus, por el amor que le profesaba a Mozart. Supe también que cada 25 de junio (aniversario de su muerte) se celebra una concentración ante su tumba, con abundante dosis de champagne con el que riegan la losa...
                                

Después, y para mi sorpresa, nuestro bendito cicerone nos llevó ante la tumba de otro de los grandes: Adalbert von Chamisso (menos manoseada-expoliada que la de Hoffmann, quizás porque está algo más escondida).

                                  TUM

Por supuesto, la ruta no acabó aquí. Hubo más historias. Pero como pienso volver, ya os las contaré.