jueves, 22 de enero de 2015

BARÇA : SÍNDROME MESSI

La cosa no está para echar cohetes, la verdad..
Yo misma me he mordido la lengua en varias ocasiones, pero resulta que hoy (sábado 17 de enero de 2015), Enrique Vila-Matas ha publicado en El País un artículo que, en parte, suscribo.

Y digo en parte porque todo lo relativo al Zubi... quizá por desinformación, no puedo suscribirlo. Yo, como diletante, me quedo con la idea de que abundaron fichajes múltiples más que dudosos, eso sí, compartiendo el dato de que el representante era el Hermanísimo...
Tenía ganas de entrar en el asunto.
Vila-Matas lo aborda y resume muy bien.

 

Pero yo añado...
Por qué el año pasado... cuando el Barça tenía por entrenador a un verdadero boludo que los llevaba al desastre nadie piuló salvo al final, ya consumadas las múltiples derrotas? Entoces sí se dijo y se recordó... que si el modo de entrenar era antediluviano y esto y lo otro.  Pero hasta entonces, ¡qué mordaza! Porque el susodicho  boludo (en realidad un auténtico calzonados, en castizo) era de Rosario y...
¡Más asco!
Sobre todo porque era una distracción que a ratos me alejaba de la basura nacional (doblemente).
El domingo 18, John Carlin nos tranquilizaba con el artículo (también en El País) "Nr. Messi y los Piratas", donde desarrolla una teoría estupenda sobre la imposibilidad de que Leo pueda vivir y ser más feliz (o risueño) en la húmeda y grisácea Inglaterra: sea la inabarcable City, sea en la irrespirable Manchester.
       
 

Pese a lo dicho, y como el ser humano es un animal de contrastes o contradicciones, de vez en cuando (sobre todo en invierno), me interesa el Barça. Más en tiempos convulsos... Y escucho las declaraciones de Luis Enrique y entiendo su hastío y su desgana ante tantos intereses creados y tanta estulticia.
Y me duele el apagamiento último de su mirada, los silencios tan medidos... en un asturiano que, como es propio de nosotros, era locura transparente... ¡Y júbilo!

Luis Enrique

sábado, 10 de enero de 2015

IMPOSTURA

Han sido tiempos de silencio, lo que no equivale a presuponer ni concluir que no hubiese estado a la guai...
Leí atentamente la última entrega de Muñoz Molina... Como la sombra que se va...a  lo largo del (escueto) puente de diciembre... y, de entre los varios mimbres que hilvanan esa novela (digámosle relato: porque en última instancia no importa la procedencia de los materiales que conforman un libro, ni si es o no una novela (algo supuestamente/enterameete inventado, lo que nuca fue tal, aunque no se cuestionase), debate inscrito mayormente en el ámbito mercantil, que no en lo que atañe a los mecanismos de la escritura, la narración) me llamó la atención de cómo (quizá sin premeditación), emergía la figura o el dibujo (muy escurridizo) de Ray, el asesino de Marthin Luther King... que acabaría siendo un impostor...a juzgar por las distintas identidades que se sucedían en la fuga-persecución. Aún no pretendiéndolo. Porque no llegó a esa mascarada final sólo por la necesidda de huir y escapar al cerco persecutorio
Es chocante la (re)escritura de su vida, una vez convocado a... hablar, contar

Sucede que casi de inmediato nos arrolla la entrega de Javier Cercas sobre Enrique Marco, "El Impostor", en mayúsculas e incuestionable. Y asentimos.
Recuerdo vagamente al personaje real, que se prodigaba en variados ámbitos de la Barcelona de los últimos años setenta del pasado siglo, en los claroscuros libertarios. Pero no quiero mezclar realidad y ficción.


Y sin embargo, ante el asedio, recuerdo.Y voy desgranando personajes de la narrativa de finales de los setenta, que resultaría prolijo enumerar aquí, si bien recuerdo un título inolvidable, que figurará entre mis referencias.
Era una novela de 1984 (¡vaya! No había caído en la cuenta) , de cuando Enrique Vila-Matas no gozaba de la actual veneración o fervor, pero que a mí me resultó fascinante (quizás porque había seguido las pistas de un autor que había empezado publicando en los cuadernos ínfimos de Tusquets, serie plateada).
 Está ambientada en la Barcelona de los años 50, y en ella  se narra la historia de un vagabundo/mendigo al que sorprenden robando vasos funerarios y que, tras ser detenido, declara no saber quién es, desconocer su identidad. Un personaje que vive en una especie de no-tiempo, de no-ser, entre desconocidos y desmemoriados y locos como Jeremías –gran amante del espionaje- o seres como Barnaola, que descubren que la mentira puede convertirse en una gran pasión.



Al reabrir el tomito y ver mis marginalia...  compruebo las múltiples direcciones de las notas y marcas y subrayados (en un libro que releí y que sin duda habré ensuciado después, más tarde, con el tiempo, dado que cuando era joven e indocumentada... apenas osaba mancillar EL TEXTO) que remiten a lo que llegaría a ser muestra o anticipación de una muy singular manera de entender la novela o incluso la literatura.
Dejo por testimonio este párrafo que narra el momento en que el personaje se aficionó a la lectura:

Allí, entre sillas cojas, cocinas de carbón y colchones olvidados empezó a vivir esa vida ficticia que tienen los seres literarios y que,muchas veces, sobrepasa en energía la vida que anima a las personas que nso rodean. Allí, entre escobas sin paja y maceteros rotos, creyó descubrir, un día, que los escritores inician sus novelas con el único y exclusivo propósito de fundar, en un secreto fragmento de la obra, un reino para su personaje más desvalido.
Y también creyó descubrir que en todas las novelas el narrador siempre es un impostor, un indeseable que se hace pasar por el autor y que sólo es desenmascarado por los lectores más perspicaces, que suelen ser tambiénnn los más amargados".
(Anagrama, 1984, pág, 99). 

Hay más. Es cuestión de descubrirlo y averiguarlo! 
Y prometo volver con los personajes de Eduardo Mendoza, toda una premonición.