sábado, 27 de junio de 2015

DE BANDERAS

¿Qué poder tendrán?
Crecí sin darles crédito, quizá porque estaba omnipresente, la bandera.
Cuando viví en USA, me dejaba perpleja el modo en que todo el mundo se cuadraba cuando sonaba el himno nacional y se izaba la bandera de marras (barras).
Censuré abiertamente que el Petit Padre de la Patria donde resido se arropase en la susodicha para enervar a tutti quanti y salir de rositas (al menos ante la llamada opinión pública).


¿Y qué sentido tiene, entonces, que Pedro Sánchez nos sirva esta semana con la famosa foto?
(Burdo remedo de una bandera que Aznar quiso izar en no sé qué enclave madrileño, por cierto)
 
Todo el mundo debate hoy sobre este asunto.... que en sí no ofrece grosor suficiente para la meditación, pues debería liquidarse con un par de frases expeditivas (que os ahorro).


Ahora bien, esta tarde bajé a La Central de El Raval para proveerme de lecturas estivales. Crucé la Plaza Universidad. Gran charanga. Y más banderas. Siguiendo las nuevas consignas, imagino. Porque ayer también en el Ayuntamiento de Barcelona se izó OTRA bandera: la arcoiris, que agrupa al colectivo LGTBI (Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersuales... esta última categoría la desconocía, francamente).
Vieja Nueva Política, me dije.
¿Lo mejor? Lo bien que parecía pasárselo Xavier Trías, que explicaría por qué sigue en la oposición, en vez de irse a su casa y aburrirse. Y el aplauso entusiasta de Boni. Colau discreta, en una esquina.

lunes, 22 de junio de 2015

LITERATURA Y EROTISMO



En más de una ocasión, he tenido la oportunidad de reseñar alguno de los tomos en los que Javier Marías reúne los artículos que publica en El País Semanal (y antes, en otros dominicales), de modo que mi entusiasmo por estas lecturas es público (si no notorio).
En uno de ellos, habló del escaso acierto con que algunos escritores plasmaban en sus obras la narración de las relaciones eróticas, o directamente sexuales  (hablo de memoria, pero, en síntesis, creo ser fiel de espíritu de la letra). El tema volvió a abordarlo Javier Marías en un reciente encuentro mantenido con el público que asistió a un coloquio organizado en el marco de la madrileña Feria del Libro.



Andaba yo por entonces vacilante a la hora de llegar o no a ser más concreta o explícita en una escena de similares características que formaría parte de mi próxima novela. Los argumentos del escritor me inclinaron a optar por la elipsis, en este caso un recurso de indiscutible elegancia.
Además, recordaba mi temprana lectura de Bataille.



Sucedió sin embargo que, hojeando una novela española de reciente publicación en editorial prestigiosa (y que al parecer ha obtenido la suficiente aprobación del público lector como para situarla entre una de las más vendidas durante el Sant Jordi y la susodicha Feria), encontré este pasaje:
Acaricie sus muslos destensados. De pronto, todo era una cuesta arriba extenuante. Sentir la cerca, pese a que su perfume era tolerable, se me hacía fangoso. Mi semen se me antojaba frío y desagradable cuando lo encontraban mis caricias. La presencia sexual era toda incómoda y sucia. Intenté hablar y logramos mantener una corta conversación.
Y ahora nado en un mar de dudas (la escena transcurriría en la cubierta de un yate, debo aclarar, de ahí la expresión). Porque, claro que puedo superar largamente este nivel, pero ¿y si sí?, que diría Mota.

miércoles, 10 de junio de 2015

El present perdut

Edicions 62 recoge en este volumen una muestra del articulismo de Ana María Moix, un género que la Nena -así la conocían, afectuosamente, sus allegados- practicó de forma prolífica desde los inicios de su trayectoria profesional como escritora. Bajo el título de El present perdut se compilan una serie de artículos en catalán, publicados entre 2010 y 2012, en los que la autora analiza la crisis económica y social.