miércoles, 27 de julio de 2011

ASTURIAS: 1811-2011




Creo haber comentado ya aquí cómo la afición (¿o es una afección?) por los números redondos... cunde y se contagia y propaga.
En el Principado, 2011 es el bicentenario de la muerte de Jovellanos (de quien también me ocupé antes, si puede ser antes... y al que volveré irremisiblemente este otoño, quizás con ecos verlainianos, si eso es posible).
A la espera de poder (o querer) ir a Gijón a ver la gran Exposición dedicada a una de nuestras mentes más lúcidas, dedico un día a pasear por Puerto de Vega, que es donde murió, huyendo de nuevo y acogido por un modesto "patricio" local, don Antonio Trelles.





Paseé por Puerto de Vega en un día casi otoñal de este verano ¿atípico?
En absoluto. Así eran nuestros veranos de la niñez: apenas ocho o diez jornadas (íntegras y totales, eso sí) de playa, porque había que aprovechar un buen día y no se sabía cuándo habría otro.
Paseé por Puerto de Vega en un día casi otoñal de este verano indagando en sus edificios....
¿Habría sido este el Casino de 1931, sede del primer Cinematógrafo?




No, no, qué va....
El Casino fue un espléndido edificio art déco, de los que quedan pocas huellas en Asturias.



También visité el Museo del Mar, recientemente ampliado, con grabaciones muy interesantes de una de las pocas mujeres que, a los doce años, entró a trabajar en una de las fábricas de conservas de la localidad. El edificio que lo alberga fue una de ellas. Y en la población se advierten otras sedes ahora dedicadas a usos distintos.
El Museo es especialmente ilustrativo de la mítica (si bien yo aún la recuerdo) caza de la ballena, muy importante en esta zona hasta los años sesenta o más. No quiero ser Merville y por tanto no me extenderé al respecto

Después de comer me dirigí a uno de los enclaves excepcionales de este mi Occidente astur...
(Me abstengo de hablar de la decadencia de occidente pese a que la fórmula lo propiciaría. Y porque la atipicidad del verano tiene su parte de desolación, si lo consideramos ya no desde la climatología sino desde la sociología o la economía o... las circunstancias).



Es la Playa de Barayo, de ¿difícil? acceso.
No tanto.
Sucede que, o bajas por el acceso "natural": la senda habilitada a partir de los trazos y las huellas, a base de incrustar en la tierra unos rudos travesaños de madera... o te das un paseo gozoso, por un sendero cubierto de árboles (¿eucaliptos? ¡Ay!), que dura una media hora y que te permite ir respirando la atmósfera de esta reserva natural, donde se enclava la playa.




Al llegar, el mar: toujours recommencé...
O no. Porque aquí cada día es distinto: como el cielo y la luz y hasta el agua.
Si bien debo admitir que ésta tiene una temperatura igual a la de recientes veranos: cálida.
(Aún así, añoro la continuidad: el salitre, el yodo.




P. D. En ausencia de Nico, las fotos son de mi hermano Toni, que va recuperando su Asturias.

P.D. En ausencia de Nico, la ilustraciones se las debéis a mi hermano Toni.

FOTO DEL MAR ABIERTO

domingo, 17 de julio de 2011

KOROLENKO





Quienes amamos la literatura rusa vivimos una época dorada: se reeditan títulos clásicos (en ediciones y traducciones que vienen a renovar (y arramblar, ¡ay) nuestros precarios tomos de juventud, y, a la vez, aparecen (profusamente) obras de autores que (al menos yo) desconocíamos.
Una de mis últimas lecturas es la novela "Sin lengua" (1895) de Vladímir KOROLENKO, publicatada por la editorial Barataria.


Ha sido una lectura gozosa, por los exquisitos detalles (Nabokov no tiene la patente, aviso) con que este autor, al que se le considera maestro del celebrado Gorki, nos muestra y cuenta los avatares de los emigrados rusos a Norteamérica a finales del XIX. Y también el gozo proviene de del humor y la ironía (equidistante) con quie enfoca uno y otro mundo: el de los recién llegados, con sus expectativas y el de los que ya están allí,con su experiencia y...
Lo interesante de la novela es que, para cada uno de estos "bandos" (situaciones, vivencias, mentalidad), Korolenko ofrece una bicefalia muy interesante: por un lado los entusiastas y por otro los escépticos.



Repito: Desde la partida (con sus razones y expectativas: ("-Oye, ¿qué clse de libertad piensas tú que será la de ellos?", pág. 25)), el viaje y sus incidencias, casi un microrrelato (espléndido lo tocante a la fragilidad y los "peligros" que conllevaban tales travesías: ¡el Océano!, una palabra casi perdida), la llegada y la exploración de la ciudad (Nueva York), los sueños en ciernes, las peripecias que obligan a entrar en el entramado de la vida social... el adentramiento en el interior o (lo que luego conoceríamos como la América profunda)...
Podría reproducir muchos párrafos, pero... estoy convaleciente y...
Esta la visión/impresión de la libertad:

"Iván dio con el codo a Matvéi:
-¿Lo ves? El checo dijo la verdad.
Matvéi miró hacia delante. Allí, sobresaliendo entre los altos mástiles de los buques más altos, se alzaba una enorme figura de mujer con un brazo en alto. Empuñaba una antorcha, mostrándola a todos los que llegaban a tierras de América." (pág. 33)


Nílov (aunque aparezca muy al final) es sin duda, mi pesonaje preferido: por la profundidad que esconde y por lo que del alma atormentada rusa tiene... pese a que no es el prota o el conductor o el que motiva el acontecer... Sí es el que condensa lo que a mí me interesa de lo del alma rusa, auqnue aquí no se explaye o desgrane con los pormenores a que nos tienen acostumbrados los Turgueniev o Dostoievsky, por citar dos autores que se han detenido en esos nihilistas espirituales.
Nílov es un personaje agazapado, cuya acción aún está por venir, en el hipotético retorno a la madrecita patria.