lunes, 25 de enero de 2010

SERGIO

Los Blogs pueden llegar a ser tan tramposos como la vida misma.
Lo dice quien a menudo ha garabateado entradas en plan juego y... ya lo remataré.
De ahí ciertos desajustes.
Como el de hoy, donde no habrá imágenes.

Conocí a Sergio Beser por persona interpuesta: Raquel Asún (que se nos fue tan pronto), Luis Izquierdo (que aún está, a Dios gracias)...
Ambos tres formaron parte del tribunal (así se decía entonces) que juzgaba mi Tesis Doctoral sobre "La narrativa de Rosa Chacel".
Pero antes, si puede ser antes...
Me formé con los trabajos de Sergi Beser, pese a no haberme decantado por la novela del XIX, donde él fue maestro indiscutible.
Y ésa es la cosa, que diría Roa Chacel: que los maestros... siguen.

Saben muy bien mis alumnos de Narrativa del XX que les ahorro divagaciones accesorias sobre "La estructura narrativa de La voluntad de Azorín" porque en el dossier del curso les fotocopio ese estudio/artículo incontestable de Sergio Beser.

¡Larga vida!

P.D. Juré, aquí y en otras tribunas, que jamás haría necrológicas.
Pero aquí no me pagan. El único reclamo, el dolor.

6 comentarios:

  1. Ana, tú me has dado la noticia y comprenderás que me he quedado estupefacto. Tuve a Beser, no sé si lo sabes, en un curso de posgrado en la Autónoma. Era un sabio, eso no lo duda nadie. Su erudicción era extraordinaria. ¿Sabes qué nos explicó? Ríete: Ros de Olano. Los cuentos esos tan paranoicos y fin de siglo que tiene. Claro: te apuntabas a Beser pensando que se iba a soltar con La Regenta y te alucinaba con Lanela o Lanuela o como se diga. Y aprendías un montón, y de paso ampliabas conocimientos sobre uno de esos raros sobre los que la inteligencia oficial pasa de puntillas. Era enormemente campechano: nos íbamos al bar a merendar y a veces la merienda duraba más de lo estipulado, pero daba igual porque eran meriendas eminentemente literarias. En una ocasión me preguntó que dónde me había formado yo (y César, ¿recuerdas a César?) pues nos decía que éramos extrañamente del siglo XX, siglo muy maltratado por lo que sé en la Autónoma. Y en aquella ocasión le hablé de ti: sonrió. Te conocía, te admiraba y te seguía. Tal cual.
    Cuando acabó el curso compareció en clase con una caja enorme. Un volumen del fundamental Leopoldo Alas, crítico literario para cada uno, debidamente firmado. A mí me escribió en catalán y me sorprendió mucho. Era enormemente detallista y observador.
    Y luego nos convenció para ir a cenar por Sant Cugat. Logró convencernos incluso a los lejanos (yo estonces estaba viviendo en comarcas por motivos laborales). Cena opípara, risas, anécdotas, mucha literatura, vino y más vino, y al final las copas rituales por el maravilloso barrio antiguo de Sant Cugat. No dormimos nada: a las ocho en punto llegábamos al instituto, como unos campeones, dispuestos a comenzar la dura jornada. Embriagados de vino (lo peor, jodida resaca), de risas, de literatura y de anécdotas. Qué fuerte que se haya muerto. Ni te figuras cuánto lo siento.

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  2. Lo has retratado muy bien, Ramón.
    A mí me fue imposible hacerlo.
    Lo mejor de Sergio (aparte de todo lo que tú subrayas) es que siempre te recibía con una sonrisa en los labios, pese a que últimamente casi sólo nos encontrábamos en los tanatorios. Siempre tenía a punto un comentario lúcido, una ironía (si se trataba de la actualidad). Era un gran conversador.
    Su Leopoldo Alas, crítico literario fue fundamental.
    Apenas nos enteramos de lo sucedido, ni siquiera sus amigos más cercanos. La sabiduría siempre de la mano de la discreción y la sencillez.
    En fin!

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  3. Querida Ana, yo no tuve el placer de conocerle. Siéntete acompañada, en estos momentos, por un amigo. Sinceramente.
    Paco

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  4. Hola,

    Cuando me dejan los estudios me paso por este blog y leo por aquello de aprender cada día algo más sobre literatura y sobre la vida en general. Simplemente quería decir que no sólo en la Aut. el siglo XX es un siglo muy maltratado. En la UB, almenos con los docentes que lo he cursado el siglo XX no es que digamos... boyante.
    En fin, todo será cuestión de ir autoformándose... aunque por suerte hay profesores/as que recomiendan muy buena bibliografía adicional que tal vez por incultura a veces desconozco.

    Un saludo,

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  5. Hasta ahora, sabíamos que aunque la Facultad se iba aligerando, ellos continuaban en la ciudad. Pero ésta también empieza a vaciarse.
    Gracias, Paco!

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  6. Estamos en unos momentos en que, dado que la información es abrumante y accesible, un profesor universitario debe, ante todo, comprobar que los alumnos saben filtrar y discernir y jerarquizar. Y por supuesto, hay que vigilar cómo se digiere y procesa todo eso, qué llega y qué se incorpora al fondo personal. No sé porqué los alumnos aún siguen esperando que se les "cuente" todo.
    Muchas gracias!

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