viernes, 5 de marzo de 2010

CONFERENCIAS




Últimamente, voy bastante de conferencias. ¿Por qué?, os preguntaréis.
Podría responder porque sí, pero no sería de recibo.
Sin pretensión exhaustiva ni ánimo de marear la perdiz, contestaría que:
a) Agotada como quedé de las clases y ante las jubilatorias perspectivas que se pintan, envidio la posibilidad de sentarme en las bancas y que me ilustren o me abrumen o me aburran, así que ahora que dispongo de más tiempo me quito esa espina.
b) No he participado cuanto debería (o podría) en congresos, coloquios, simposios y otros eventos y... acaso influya la necesidad de subsanar el déficit, aunque sea por pasiva.
c) Un cambio drástico en lo que yo denomino "maniobras de distracción". He sustituido la dosis audiovisual (cine, docs, seriales) de la que había abusado en temporadas anteriores por esta otra actividad en la que, tanto los conferenciantes (predominan los varones, ¡cómo no, y qué remedio!) como sus materias, como ¡el público!, me ofrecen también un buen espectáculo.





La elección de la conferencia a la que planeo asistir o el previo proceso de selección (nada complicado porque la oferta no es abrumadora, reconozcámoslo), obedece también a un mecanismo bastante preciso, que tiene mucho que ver con la proximidad y con la conveniencia de la hora (y del día en que se celebre, of course).
Es decir, Tiempo y Espacio, que es lo que manda.

El tiempo es ingobernable, pero el espacio... Bachelard, Perec...
El espacio importa y mucho.
Por ejemplo, he quedado hastiada de la megalomanía del CCCB yya casi sólo me convoca allí la presencia de un Richard Sennet, por ejemplo.
En cambio, me encantan las conferencias que están organizando los lunes en el Teatro Goya.





La primera a la que asistí fue a una del impar Lluís Permanyer, sabio cronista socarrón de los repliegues barceloneses. Con él compartí mesa y focos en un coloquio universitario hace unos pocos años y luego, ya en plan confidencial, le ofrecí una anécdota sobre nuestra Universidad que él desconocía.
La tal anécdota la relata Eugenio D'Ors en su Dietario (1930) y reza así:

"Otro gallo le cantara hoy (y esto es apenas un modismo), al jardín botánico de la Universidad de Barcelona, si un día, en lugar de darlo al profesor de Farnacia, señor Casaña, que criaba allí cabras lecheras, se lo hubieran dado, por ejemplo, a Mosén Jacinto Verdaguer".
(Conocido es el gusto del poeta por la jardinería. Y hay que admitir que mientras Biológicas tuvo su sede allí, en el recinto histórico, el jardín estaba espléndido. Todavía conserva algo, pero decae..., lo que no le quita encanto)





Así que me fui a escuchar a Lluis Permanyer al Teatro Goya. Contó muchísimas cosas, algunas sobre la Carvajal, Margarita.
Con la célebre vedette del Paralelo de los años treinta ya había entrado yo en relación por varias vías: desde lo que se contaba de ella cuando los anarquistas, que controlaban el Sindicato de Espectáculos durante la Guerra Civil, implantaron la igualdad salarial y pretendían que cobrase lo mismo el barítono, la superstar o Madame Pipi y ella les contestó "Pues que enseñe el culo el acomodador"... De ahí, a las referencias a la Carvajal que asoman en "Si te dicen que caí".
Bueno, pues Permanyer me descubrió otra anécdota.
Quien viva o haya visitado Barcelona sabe del monumento emplazado en la confluencia de Paseo de Gracia y la Diagonal. Detrás, más arriba, empieza el barrio de Gracia. En el 36 la Plaza se llamaba Cinc d'Oros y allí alzaron un obelisco (que aún subsiste), coronado por una estatua alegórica de la República (obra de Josep Viladomat) a la que la gente le llamaba la Carvajal "perque tè gràcia al cul".
(Luego, tras la derrota, la estatua fue retirada y hoy vuelve a lucir en la Pza. Lluchmajor. Al monolito -punto de cita de muchas manis, le llamábamos "el lápiz").


También me he hecho asidua del "Fòrum Salut Clínic". Me encanta volver a recorrer aquellas galerías y ver cómo ha cambiado el viejo Clínic. Me encanta aprender sobre la degeneración macular asociada a la edad y sobre la enfermedad de la depresión en el siglo XXI (muy interesante esta conferencia del catedrático Cristóbal Gastó y el desmentido sobre ciertos lugares comunes que asocian melacolía o tristeza a depresión, que es algo mucho más serio, pese a la vulgarización o apropiación indebida del lenguaje: ese estoy depre... que se lanza con tanta ligereza. Muy interesante también, el artículo de Manuel Rodríguez Rivero de ayer miércoles en El País).
Me saltaré la próxima conferencia del "Fórum Clínic", que versará sobre la incontinencia urinaria porque ya rozaría lo hipocondríaco, pero asistiré, el 15 de abril, a la que lleva por título "Modifiquem els hàbits posturals per a una qualitat de vida millor", por ejemplo.





Adonde no asisto, ni en la desesperación más extrema, es a una conferencia literaria (aunque me convenga para aprender a manejarme y también a impostar, siquiera, la voz).
Pero hoy sí os quiero traer un fragmento de una conferencia a la que me habría gustado asistir.


Y es que la, inicialmente, relación epistolar con Enrique Vila-Matas empezó en 1997, cuando él publicaba "Extraña forma de vida" y algunos críticos meneaban la cabeza con desagrado como diciendo "este chico..."
Es decir, cuando el excéntrico novelista se metió (vía su personaje) en el barrio de Juan Marsé. Entonces yo preparaba mi librito "Por qué leemos novelas" y les preguntaba a los autores allí convocados que me dijesen por qué (por qué leían novelas, se entiende, dado que lo habitual era que les preguntasen por qué las escribían). No conocía a Vila-Matas ni tenía modo de aproximarme a él, así que a palo seco le mandé mi "capítulo correspondiente", en el que me remontaba a la reseña de "Extraña forma de vida" (1995) publicada en el insignificante (piensan los responsables de los departamentos de prensa) suplemento cultural de "El Norte de Castilla", y decía....

Parecen dos libros muy distintos, Lejos de Veracruz (1995) y Extraña forma de vida (1997), las dos últimas novelas de Enrique Vila-Matas. Y sí, en parte lo son. Al menos en lo que atañe a la factura y tejido narrativos, más trabados y complejos en la primera que en la segunda. Sin embargo, los protagonistas de ambas tienen mucho en común. Son como dos caras de una misma novela. O, si se prefiere, la doble faz -nocturna, una; diurna, la otra- de un mismo tipo humano : el escritor.


“... Y es que yo estaba seguro de que enseñaba más la calle que los libros y no quería pudrirme como mis hermanos cultos y pensaba que mi contacto directo con el horror y la vulgaridad me harían más humano y me curtirían lo suficiente para llegar a ser algún día un héroe de la vida y no el típico aficionado que ve los toros desde la barrera”.



Vila-Matas me contestó con generosidad, ampliando o corroborando mi hipótesis: No sólo ambas novelas estaban relacionadas entre sí, sino que formaban parte de una trilogía, que completaría El viaje vertical (1999).



Creo saber que todo esto (y más) lo recordé de golpe porque me llega Dublinesca, la última novela de Vila-Matas y...






¡Continuará!


11 comentarios:

  1. Bueno, solo puedo decir que espero que continúe ya mismo porque me he reído y lo he pasado estupendamente. Y no te pienses, Ana, una conferencias sobre la incontinencia urinaria tendría su punto... Porque yo he asistido a bastantes conferencias literarias que eran mera incontinencia urinario-literaria. Divertida y chispeante, Ana, y ácida, y corrosiva. Estoy aquí de viernes noche tomando un té y me has alegrado la lectura de blogs. Yo he puesto el té y tú la simpatía. Un abrazo

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  2. Y que espero el próximo Vila Matas con ganas, ya sabes... Y que recuerdo ese tomito de Por qué leemos novelas publicado en Ariel, verdadero punto de partida para conocer buena parte de la mejor novela de los 90 (aunque muchos totems que elaboran las historias literarias igual ni se enteran, y si se enteran no lo leen...) Me da igual, yo sí lo leí y lo disfruté. Un abrazo que sigo con el té.

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  3. Sí, Ramón, continuará... en breve.
    Gracias por los consejos pero... para egos batidos, los míos. Una delicia batir huevos a última hora de una tarde cualquiera, dejando escapar la imaginación (o el acarreo del tráfago cotidiano) sabiendo que los huevos revueltos o batidos SERÁN deliciosos flanes que saborearán mis hijos (y sus novias) o aromáticos frisuelos (limón y canela)o... lo que se tercie.
    Aquí, yo tengo que contenerme, Ramón.
    Otra cosa es que ...
    Salut!

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  4. Querida Ana, conseguiste que me carcajeara con tus "maniobras de distracción". Te aseguro que me has abierto el apetito y hasta me estoy pensando acudir a una tertulia de encaje de bolillos a la que me invitaron unas abuelillas.

    Si todo eso te ocurre por aquellos lares, figúrate por este Sur barroco y de egos inflamados por el sol, que hasta con estatuas andantes me topo cada día.

    Lo que de veras tengo ganas es de que salga el nuevo libro de Vila-Matas. Me dijeron en la librería que para el 16 de este mes les llega.

    Te iba a decir más, pero lo mismo me considera "pelota" y no es eso, no es eso... Pues, mira, considérame como te apetezca, que me da lo mismo: también las ganas se me disparan por unos libros que aquí se han apuntado y de los que he tomado buena nota, que siempre me hermano con escritoras de egos batidos y hacedoras de flanes y frisuelos.
    Ya está.

    Besos enormes y que continúe, por favor. Reír en compañía hermana mucho.

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  5. Bien, Isabel...
    La novela de Vila-Matas es espléndida, y tus libreros te dijeron ien: llega el 16 o 17 de marzo.
    Te reirás también con ella, a trechos. Y gozarás de la literatura. Un beso!
    A.

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  6. Que bueno ha sido tu paseo de hoy Ana. Primero con el sabio Permanyer, al que admiro desde hace años por haberme enseñado tan bien mi ciudad (con el permiso de Huertas Claverías) y del que nos has traido una anécdota tan divertida.
    Después nos enlazas con una conferencia tan certera de Vila-Matas sobre Marsé y tu relación con el mismo para llevarnos a su último libro.Voilà el arte de birlibirloque.La conferencia dio de si. Aprendiendo placenteramente de nuevo.

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  7. Gracias por los elogios, Carlos. Pero yo soy una simple diletante. Quien sí sabe hacerte pasear y enlazar y trabar mil cosas es Vila-Matas en "Dublinesca". De ella os hablaré enseguida.
    ¡Un abrazo!

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  8. Hola Ana Rodríguez
    Acabas tu reseña con una buena noticia. Desde que lo descubrí con París no se acaba nunca, soy uno de esos fieles lectores de V-M. También está muy bien la conferencia que hace sobre Marsé. Si dios (o la literatura) los cría y ellos se juntan.
    Por cierto, no es curioso que V-M siempre publicó con Anagrama y esta última novela la vaya a publicar con Seix Barral. A mí en el fondo me da igual, pero hasta ahora asociaba a V-M con Anagrama.
    Otra cosa. En una conferencia sobre incontinencia urinaria, el conferenciante interrumpirá bruscamente su exposición. Él y el público abandonarán la sala corriendo hacia el cuarto de baño. Urgencias sin importancia.

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  9. Ja, ja, ja... Divertido final. Eso sin duda, sucedería si el conferenciante fuese Ramón Gómez de la Serna, que pronunció su conferencia sobre el circo montado en una especie de trapecia y otra sobre el jazz, con la carita pintarrajeada.
    Tienes razón en lo que dices, pero sin duda hay razones para ese cambio.
    "Dublinesca" es tan equlibrada y sugestiva como "París...", por la que yo tengo mucha predilección.
    Un saludo!

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  10. Qué casualidad. Estoy ahora terminando "Lejos de Veracruz". No sé si por fin los dos hermanos Tenorio lograrán abrir su librería de viajes. Esta novela tiene pasajes sorprendentes. No me extraña que extrañase a propios y extraños el estilo y la manera de mirar las cosas de ET.y ahora que sé que forma parte de una trilogía con las otras dos que nombras, pues voy a por ellas

    Por cierto, ta ha salido una entrada muy vilamatiana, y no porque hablas de él, sino por cómo hablas. Deliciosa y divertida entrada Ana
    ¡salud!
    PD: la conferencia, en este ordenador en el que estoy ahora, no puedo verla ni escucharla, porque no dispone la última maldita actualización del maldito flash, pero en cuanto llegue a casa me la pongo, esa y todas las demás. Lástima que el Instituto Cervantes no pueda colgar la de "modificar los hábitos posturales": promete

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  11. Pues sí que tienes razón, Mariano, 'qué casualidad! No te voy a contar cómo acaba Enrique Tenorio, eso no.
    Un abrazo!

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