miércoles, 10 de marzo de 2010

DUBLINESCA

Os decía (¿ayer?) que una conferencia a la que me hubiera gustado asistir es la que Enrique Vila-Matas pronunció en Alcalá de Henares la pasada primavera.
No pudo ser, pero me consuelo ahora leyendo Dublinesca, la última novela del escritor barcelonés, recién aparecida en Seix Barral.





Empecé a leerla un jueves por la tarde tras la sesión del Máster y avancé pausadamente, complacida al ver reaparecer lo que Baroja llamó "el fondo personal" del escritor, el mundo que ya con toda propiedad reconocemos (y calificamos) como vila-matiano.
Retornaban temas y trazos y pulsiones e incluso alguna frase casi literal: "Perder suicidios, perderlos todos", leí en otro de sus afamados libros. Y ahora leo en estas páginas: "Perder teorías, perderlas todas".
Y es que el protagonista de Dublinesca, Samuel Riba, se considera el último editor literario y, convencido de que asistimos al final de una era -la era Gutemberg-, un día, en la soledad de un hotel de Lyon, adonde había sido invitado para hablar del tema, "logró allí realizar uno de sus sueños cuando editaba y no tenía tiempo para nada: redactar una teoría general de la novela".






Esa teoría, es decir, los elementos de la misma que Samuel Riba consideraba esenciales eran: "intertextualidad; conexiones con la alta poesía; conciencia de un paisaje moral en ruinas; ligera superioridad del estilo sobre la trama; la escritura vista como un reloj que avanza".

Es decir, una teoría muy sugerente y muy intrigante porque, sabedores (quienes han seguido la trayectoria de este escritor) de que todo eso forma parte de lo esencial vilamatiano (con desarrollos de distinta graduación o intensidad unos u otros elementos en las recientes novelas), leemos azuzados por el deseo de ver cómo se concreta o realiza narrativamente, qué nuevo tour de force nos reserva el autor.

Y enseguida percibimos que se acentúa el "paisaje moral en ruinas". Y que en este primer tramo de la novela un desafío radica en la inmovilidad (física) del protagonista, arrancándole alma a los angostos y repetidos espacios en que se mueve: vida cotidiana, aparentemente anodina: su casa o la puntual visita semanal a la de los ancianos padres.
(Con las debidas resonancias literarias, claro, como la de un libro por el que tengo especial predilección -Viaje alrededor de mi cuarto, de Joseph de Maistre-, que además se meciona en las páginas finales de Dublinesca).







Me emociona esa cadencia melancólica y la difícil/contenida serenidad de las primeras páginas.
Me emociona el reencuentro con unos versos de Idea Vilariño:

Fue un momento,
un momento,
en el centro del mundo.

Pero enseguida irrumpe Celia (la mujer de Samuel), que aunque está planeando hacerse budista es puro vendaval y energía. ¡Magnífico personaje!
Luego llegan Javier y Ricardo, otra pareja estupenda.
Además, Javier es asturiano.
Los dos son escritores así que... el festival de la palabra está servido.


El viernes avancé veloz (y feliz) hasta la página 221, en que Samuel Riba aguardaba a que se despertasen sus trasnochadores amigos -los citados Javier, Ricardo, más el joven Nietzky, llegado de Nueva York-, los tres expresamente invitados a celebrar un sepelio y... "réplicas vivientes de los tres personajes -Simon Dedalus, Martin Cunningham y John Power- que acompañan a Bloom en el cortejo fúnebre que atraviesa la ciudad hasta el camposanto de Glasnevin en la mañana del 16 de junio de 1904".

A Samuel Riba y sus amigos, en la particular ceremonia fúnebre que ejecutan, los acompañarán además algunos otros personajes, que aparecen con nombres y apellidos reales (los otros tres, los escritores, son contrahechuras sintéticas cofeccionadas al modo de "cadáveres exquisitos") y que eligen el glorioso y célebre Bloomsday dublinés para proceder a su personal enterramiento.







¡Paradoja! Elegir esa fecha de culto y exaltación joyceana para enterrar la literatura.
Risa, diversión... Porque en todo este tramo, la parodia es la regla.
Pero a la vez, se condensa aquí un variado haz de referencias (literarias y plásticas), que pautan las verdaderas claves de la novela: "La búsqueda de la levedad como reacción al peso del vivir", sería una.
(Como esto no es una crítica sino espontáneas impresiones de lectura... no agotaré el espacio.)
Todas esa referencias pictóricas y literarias a la vez nos detienen (recordando) y azuzan (tentados a levantarnos y cotejar y recordar y completar o comprobar: tantos ecos de anteriores obras de Vila-Matas y tantas referencias o resonancias de las lecturas de los años setenta que, como Carta breve para un largo adiós marcaron a más de una generación. O el recuerdo de la conferencia de Onetti, allá por 1978, en Barcelona cuando la editorial Bruguera...).
Hubo -habrá- mil historias y recuerdos, pero...

quizá lo que más me impresionó en esas páginas fue la poesía arrancada a Dublín y el mar.






El sábado podría haber acabado la lectura de DUBLINESCA, pero, con premeditación y alevosía, la detuve en la página 291.
A fin de cuentas, la espera es un tema axial de la novela.

(Por eso, hasta pensé, inicialmente, en fragmentar esta entrada en tres partes -que no meses- siguiendo/imitando la estructura de la novela, en cuyo tramo central Vila-Matas replica o reproduce o dialoga con Nabokov en su lección de Joyce)

Y además, declinaba la luz .
Y además, tras el regocijo de las anteriores páginas paródicas, necesitaba lentificar el aterrizaje en... ¿la verdad? ¿lo real?

... la realidad sabe escabullirse perfectamente detrás de una sucesión infinita de pasos, de niveles de percepción, de falsos sondeos. A la larga, la realidad resulta inextinguible, inalcanzable.

Volví a algunos tramos de la novela. Busqué las "estrellitas" (una marca personal en el margen) y releí:

Aunque sea a tanta distancia, por fin ve algo de Dublín, lo ve desde lo alto de estos acantilados que se adentran en el mar. Grupos de aves reposan sobre las aguas. La tristeza fascinante del lugar parece acentuarse con la visión de esas escuadras de pájaros sonámbulos, en pleno día, y es como si el vacío se anudara con la honda tristeza y ésta de vez en cuando cobrara voz con el chillido de alguna gaviota.

Y evocará Samuel Riba "tímidamente emocionado", Los acantilados irlandeses de Moher, un poema de Wallace Stevens.







Y sigo buscando-evocando la alta poesía, las estrellitas (o asteriscos, para que no me tildéis de cursi):

Tratará de poner en pie y mejorar su mustia vida de editor retirado. Pero algo se ha desfondado por completo en el cuarto. Alguien se ha ido. O se ha borrado. Alguien, quizá imprescindible, ya no está. Alguien se ríe a solas en otra parte. Y la lluvia se estrella cada vez con más delirante fuerza sobre los cristales y también sobre el aire vacío y sobre el hondo aire azul y sobre lo que está en ninguna parte y es interminable.

Intuía lo que se avecinaba, así que ese sábado le encargué a Martin que se fuese al vídeo-club a sacar "Dublineses" (The Dead), de Huston.







Leyendo la novela de Vila-Matas me volvían esas imágenes que él glosa y, sabía (vi la película cuando se estrenó -creo que- en el Capsa, pero no la había vuelto a ver; la recordaba muy bien, pero temía el monólogo final), que sin duda aliviaría la lectura de las últimas páginas de Dublinesca, o la acompañarían y envolverían como una mortaja o... qué sé yo.
Porque ahí, en la página 284, el tono, la escritura deja de ser réquiem (rompe lo previsto) y maravillosamente acaba siendo puro salmo/ salmodia, con su nota de alabanza:

En esta avenida general, pensó Riba, siempre me ha parecido que un solo difunto no es nada ni nadie y todo se relativiza y entonces es más fácil percibir que hay más de una cruz corva y más de una losa con espinas yermas a lo largo de este mundo tan ancho y tan grande, donde la lluvia cae siempre lenta sobre el universo de los muertos...

Y luego, a continuación, la secuencia. Menos mal que el domingo ya tenía a mano la película de Huston.
A primera hora de la tarde de un domingo amable acabé la lectura de Dublinesca. Luego puse la película. Y luego repuse el lento monólogo final cuatro o cinco veces hasta sentir cierto reposo: ese que llega cuando ya puedes incorporarte y hablar o recordar y decir...

Sabría, poco después, que fue un preludio: el de la nieve abatiéndose sobre Barcelona el lunes, toda la tarde, persistente y tenaz y alborotada la nieve al principio, cuando irrumpió, abriéndose paso; después, con las horas, llegó lenta y dilatada y por eso cordial y amable (aunque aquí, en la ciudad, le faltaba el silencio).



P.D. Repito: iba a dividir esta entrada en tres partes, imitando la estructura de Dublinesca , algunos de cuyos tramos remedan la articulación expositiva que sigue Nabokov en sus Lecciones de literatura europea, en el capítulo correspondiente a "leer" el Ulysses de Joyce.
Pero así, dilatada, esta entrega resultaba excesiva.
Además, tampoco quería hacerme la interesante, pese a que el gran tema de la novela es LA ESPERA.
Es seguro que retornaré, con más sosiego.
Me acompañará la balada de Aughrim, con la que me despido.


23 comentarios:

  1. Estimada Ana, bien que me has abierto el apetito con esta glosa. Deseando estoy que llegue el 16 para adquirirla.
    He descubierto a Vila-Matas tardíamente. Bien sabes que los amores adultos son extraños: o interesados y calculadores o entregados y niños. Con este autor, he vuelto al apasionamiento en la lectura, a las mariposas en el estómago ante páginas sublimes. En definitiva, me ha enamorado, que es la mejor forma forma de leer a un escritor y de amar a alguien. Pero al no ser niña, mi amor es más profundo, desprendido y agradecido.
    Celebro tus impresiones y azuzan mis ganas de devorarlo. Por lo que cuentas, otro tributo a la literatura, con Joyce de fondo. Los heridos por la diosa no nos queda más remedio que rendirnos y más si el sacerdote oficiante es Enrique Vila-Matas.
    Un grandísimo y caluroso abrazo. Y gracias por compartir tu primicia.

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  2. Eres una privilegiada y nos has compartido el privilegio... así es la literatura. Muchas gracias por estas letras. Saludos desde Madrid.

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  3. Me mandó Enrique la novela, y no tardé ni un día en empezar a leerla.
    Quería hablar de ella antes de que empezasen entrevistas y demás.
    Los vila-matianos apreciarán en Dublinesca una novela de lo más acendrado y depurado.
    Buen viaje!
    Y gracias!

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  4. Qué privilegio, leer unos comentarios tan llenos de sutilezas. Se me ha hecho la boca agua, y mi curiosidad frenada por la impaciencia (tardaré diez días en regresar a Madrid) me hará volver a leer tus comentarios, para anticipar otra vez el momento de capturar en mis manos el libro. Germán

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  5. Por lo que explicas, parece una de sus obras más poéticas, en el sentido más preciso de la palabra. Este entremés que nos sirves abre un apetito vilamatiano voraz. Muchas gracias Ana

    "como si el vacío se anudara con la honda tristeza y ésta de vez en cuando cobrara voz con el chillido de alguna gaviota"

    Si hay muchas como esta creo que voy a tardar una deliciosa eternidad en leerla

    ¿Sabes si la va a presentar en público en algun lugar de Barcelona?

    ¡Salud!

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  6. Germán amigo... Siempre tan caballero y generoso. Pero no vas a necesitar volver a nada de esto (meras impresiones) porque las páginas de Dublinesca te llevarán "sin ser notado".
    Un abrazo!

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  7. Hablador, como eres eterno, no debes inquietarte por el tiempo. No tengo noticia de que se vaya a presentar en Barcelona (sí en Madrid). Un abrazo!

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  8. Que bien traído todo Ana y encima con banda sonora. Has despertado nuestro interés de nuevo gracias a tu análisis oficioso. Esperamos para degustar Dublinesca Un abrazo.

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  9. ¡Pues va a ser que me tengo que poner al día! De Vila-Matas sólo he leído "Historia abreviada de la literatura portátil", y si no recuerdo mal, la publicó a mediados de los 80. En fin,como nunca es tarde si la dicha es buena, y gracias a su sugerencia, Ana, no dudaré en hacerme con "Dublinesca" y empezar a descubrir más obras de Vila-Matas.

    Gracias por regalarnos su comentario/impresión de la obra.

    Rafael Banegas

    PS: Ana, ando buscando información de un poeta aragonés, Alfonso Español. Lo único que sé es que falleció hace bastantes años ( quizás por los 80) y de él sólo he podido leer algunos poemas en Papeles de Son Armadans ( en la hemeroteca de la facultad de letras, en números de finales de los años 70). No encuentro nada, ni en libros ni en otras revistas. A ver si usted me puede echar un cable, que se dice coloquialmente. Le dejo mi correo por si cree que me puede ayudar: bafas_bc89@hotmail.com ( Y perdone la osadía).

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  10. Mi incógnito Rafael Banegas...
    (y ya te descubrirás, aunque te quedan pocas posibilidades porque yo el próximo día 18 clausuro mis obligaciones académicas y difícilmente me verás atravesar el Patio de Letras)
    Te respondería, como homenaje, lo que me escribió Rosa Chacel cuando le llevé la primera novela de ella que a mí me había deslumbrado:
    ... entró por esta puerta y entró bien directo.
    Acceder a Vila-Matas a partir de la Historia abreviada es un tour de force. O entras y te quedas atrapado, o no vuelves. Si entras y te quedas atrapado, ya serás parasiempre un reincidente. Más en novelas que, como Bartleby, París o Dublinesca, el fondo personal del escritor se remansa y apacigua y esponja, sin perder intensidad ni sugestión.
    A lo otro que me consultas, te contesto a la dirección que me anotas.
    Força!

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  11. Carlos... no es un análisis. Por eso me adelanté. No por resaltar ningún privilegio sino por hablar de Dublinesca como lectora desinteresada, ingenua, indocumentada... o, al margen (de lo que se empiece a oír o a leer. Destaco tres o cuatro notas, cedo la palabra al narrador de la novela y respondo o dialogo o confieso... haber leído y sentido. Todo dentro de los límites (escasos) de un Blog, que sin embargo... tiene sus pros y sus contras este registro para alguien como yo.
    Y sí, me hubiera gustado poder reproducir directamente el monólogo final, pero "estaba bloqueado", según mi hijo-operador Nico. Y con él hubiera querido cerrar esta entrada. Pero al no ser así, añadí el pasaje de la balada que, al menos, se siente/escucha en directo.
    Gracias, Carlos!

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  12. Ana, sabes que soy fan acérrimo de VM. Tanto que casi lo escribiría junto, fanacérrimo. La novela de VM, la verdadera gran novela de este fin de siglo, es esencialmente una novela que trasciende la anécdota, y fíjate que se articula siempre alrededor de las anécdotas, pero trascendiéndolas. Son novelas metáforas, como tan bien señalas tú en tus críticas. Yo he aprendido bastante a querer a VM gracias a ti, a tus críticas, porque en un época en que nadie parecía entender a VM tú lo entendías y yo pensaba que si tú lo entendías yo no debía ir tan desencaminado.
    Creo que me dijiste un día que VM habla de sí mismo como de escritor posmoderno. No me cabe duda de que sus palabras son claramente irónicas. VM es aparentemente posmoderno, porque juega con su estética, con esos rompimientos, con esa especie de minimalismo. Pero VM va más allá, niega todo eso sirviéndose de ello.
    No conozco a VM y me da exactamente igual no conocerlo. Porque podría ser lo que fuese que narrativamente yo lo iba a defender a brazo partido como lo que es: uno de los poquísimos narradores de peso indudable en nuestro panorama narrativo tan aburridísimo (salvo esas excepciones que tu reivindicas diariamente... y dejando de lado también a los mayores excelentes que tú también reivindicas). Petons.

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  13. Ramon... creo que debe de tratarse de un malentendido. NUnca apliqué ese calificativo (ni a EVM ni a nadie) simplemente porque no logré entender el barullo sobre lo postmoderno o la postmodernidad. Recuerdo sí una conferencia donde el conferenciante se lo aplicaba, Jordi Llovet intervino para reivindicar la modernidad (el XVIII) vigente en Vila-Matas. Y sí, al parecer ese día el escritor había leído un fragmento de un discurso de Feijoo. Y en Dublinesca tiene cabida Joseph de Maistre.
    Bueno, no me enrollo, que aquí no quiero perorar.
    Por cierto, descubro un escritor afín al modo de entender/hacer literatura que tiene EVM. Kirmen Uribe. Estoy leyendo Bilbao-New York-Bilbao.

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  14. Ramon, Ana, perdon por meterme en medio, pero creo que VM es, justamente, la novela del Siglo XXI, y no de final de siglo. VM es quien abre el camino. O mejor, quien encuentra otra ruta.
    Y ya, puestos, diría que VM es al siglo XXI lo que Benet al último cuarto del XX. Y junto a V.M, Casavella
    ¡salud!

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  15. Hablador, disculpado por mi parte (no sé Ramon).
    Aparte del fondo personal del escritor (con unos temas muy particulares y, prácticamente, constantes), creo que Vila-Matas se ocupa de acrisolar el legado narrativo de la modernidad, ¡Uf! Suena a frase ampulosa. Me explico: en Dublinesca está Joyce de manera destacada (y más escritores), pero no es una novela joyceana, en el sentido de que no mimetiza a Joyce. De igual modo con el surrealismo u otras ideaciones e inspiraciones.
    Y esto deberían aprenderlo los vila-matitas (es decir, sus epígonos), que aumentan aunque no crecen (con raras y felices excepciones, como la de Kirmen Uribe, que a lo mejor nunca leyó a VM, a saber). Por eso me inquietó que me dijeras que, en la anterior entrega de este Blog, me había salido una entrada muy.... Por si acaso (y por el Máster), estoy enfangándome en Unamuno, que es muy purgativo.
    Kisses!

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  16. Hola Ana Rodríguez
    Las tardes de domingo son quietas. La gente duerme la siesta y yo, que no tengo costumbre, distraigo esas horas leyendo. Así que puse el portatil sobre mis rodillas y me conecté a tu blog; tenía curiosidad por saber cómo continuaba tu reseña de Dublinesca que leí la semana pasada.
    Al leer que Samuel se considera el último editor literario recordé, caprichosamente, El Mal de Montano, la historia de un escritor ágrafo que está convencido de que la literatura desaparecerá dentro de no mucho y las estanterías de las librerías se llenarán de novelas de caballeros templarios. Y más adelante, cuando leo que el desafío de la primera parte de la novela radica en la inmovilidad física del protagonista, me acuerdo, también caprichosamente, en Doctor Pasavento, donde el protagonista no para de moverse y viajar inventandose heterónimos, como cualquiera de los Pessoa que vagaban por Lisboa.
    Acomodo el portátil en mis rodillas, se hace difícil leer en una pantalla (donde estén las hojas de papel) y sigo leyendo tranquilo, hay silencio en la casa y en la calle, y, siguiendo con mi lectura, confirmo que una de las referencias de la novela, no sé si referencia es la mejor palabra) es Ulises de Joyce. Lo sospechaba desde la semana pasada cuando leí el título. Y hago aquí un inciso para saber si es verdad esa leyenda que corre por la red según la cual Vila-Matas, una vez al año, va a un pub de Dublín donde se reune con una asociación que celebra el nacimiento de Joyce.
    Después de disfrutar con varios fragmentos de la novela y con un leve rayo de sol primaveral que se cuela entre las nubes y va a para a la ventana de mi habitación, me hace gracia el saber la coincidencia de que marcas las hojas con estrellitas, yo leo con un lápiz y cuando una página me gusta o una frase, la anoto en un papel. Una vez en el tren vi a uno que subrayaba una novela con rotulador fosforito, eso sí que no me gustó nada.
    Por último, leí los comentarios de otros lectores, no sin antes haber memorizado varios datos, como que el tema de la novela es la espera, que pueda existir una relación con la película Dubliness y las Lecciones de literatura europea de Nabokov. Y en los comentarios me hizo gracia que Eastriver mencione a V-M como posmoderno. Yo también leí este adjetivo, creo que en la revista Quimera cuando un crítico hablaba de sus novelas. Y la verdad, suena como todas las etiquetas, un poco vacía porque no tienen un significado concreto. También memorizo lo de Kirmen Uribe, y después pienso que respecto a "acrisolar el legado narrativo de la modernidad" está bien, y recordé la frase que leí esta mañana: "escribió un prefacio a un florilegio de grafitis, octavillas y canciones". Es de la revista Archipiélago, creo que ya te comenté algo sobre ella en anteriores reseñas.
    Ahora temo que, después de leer tu última contestación a Pobrecito Hablador, donde destacas que V-M no mimetiza a Joyce y, entiendo que no te gusta los escritores que mimetizan; te desagradará mi comentario, aunque esto ya es mucho adivinar. Al igual que tú explicabas la historia de una lectora que lee Dublinesca, yo he explicado la historia de un lector que lee tu blog.

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  17. ¡Quita, quita! ¡Cómo me va a desagradar tu generoso e inteligente comentario! ¡Y envidiable, por la memoria de lecturas que va(s) desplegando!
    No, lo de mimetizar, tiene el contexto que tiene, y lo subrayaba para mayor claridad (aunque ya veo que puede crear confusión. En estos coloquios blogueros es un punto, que muestra empatía, complicidad, juego... No sé.
    Yo también detesto esos rotuladores. En cambio, me preocupa lo mucho que recientemente "ilustro" los libros (siempre a lápiz, y bien afilado). Antes lo vertía todo en fichas o papeles sueltos o cuadernos... que después iban amontonándose. Casi dedicaba tanto tiempo a anotar y "analizar" como a leer. Después, eso sí, me salían las reseñas paridas con extrema naturalidad.
    ¡Uf! Hoy el día ha sido precioso. Yo me regalé yendo a ver a última hora de la tarde "El concierto", que es una gozada (a ratos en exceso caricaturesca, pero... vale la pena!)
    Un abrazo!

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  18. P.S. para Anónimo.
    En la entrevista a Vila-Matas que publicó ayer Babelia cuenta "la verdad" de los ritos de la Orden de Finnegans Wake y demás. Supongo que la habrán colgado en Internet. Si no, es seguro que la encuentras en la web de EVM.
    A.
    ¿Y no te gustan los vídeos?
    El monólogo final de "Los muertos" resuena en la novela, y los ecos de la balada de Aughrim. Para melancolizar otra tarde de domingo!

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  19. Estupenda reseña libre de Dublinesca! Me estaba conteniendo, por el atasco de libros, pero me haré con ella en cuanto pueda.

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  20. Parece ser, pan con lo mismo. Lo que hace y hace y hace, Vila-Matas: repetir y repetir.

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  21. Gracias por la reseña.
    He leído todo VM. Él mismo advertía en la entrevista en El País que había cambiado. Sí, lo ha hecho. Me ha gustado Dublinesca (no tanto como Dr Pasavento, mi preferido). VM ha ganado en hondura y en aliento poético. Ha perdido en afilado sentido del humor, en capacidad de autoparodiarse, ridiculizarse.
    He disfrutado con la lectura. He echado de menos ese sana costumbre de reirse de sí mismo.

    Gara Bato

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  22. Gara Bato, celebro la fraternidad lectora.
    Bueno, pero se ríe de otras cosas. Por otra parte, es de agradecer la variación dentro de la permanencia. Y que no se escriba igual a los 30 que a los 60 años.
    Un abrazo!

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