domingo, 15 de enero de 2012

PAUSADAMENTE

Un inoportuno (podría haberse declarado antes, la verdad) catarro me hizo pasar los días de supuestas vacaciones...
(supuestas porque no iban a ser tales, pero como no podía trabajar)
picoteando aquí y allá...
algún libro, algo de TV (TediumVitae, como le llamaba a añorada Martín Gaite).

Entre éstos y entre otros, los Ensayos de T. S. Eliot
(que no son plato ligero, pero me apetecían, dentro de la general inapetencia).
Hacía más de 30 años que no los frecuentaba, desde el tomito barral-gildebiedmano "Función de la crítica..."





Pero ¡ay! que en el ínterim leí a otro de mis divos, Coetzee (alabadísimo por unos happy few, si bien los qualumque existosos debieran tomar nota y, además de nombralo, leerlo, y citarlo, para asegurarse) y sus Costas extrañas (Ensayos, 1986-1999), publicados en Debate, 2004.
(De que lo leí, quedó en su día la correspondiente reseña publicada)





¡Diox! Lo que decía de Eliot. No era olvidable aquel libro de Coetzee que se abría atacando un mítico ensayo eliotiano, "¿Qué es un clásico?", una conferencia....
Me recuerdo sintiendo/pensando... Si será verdad...
El juicio de Coetzee no podía resultar indiferente dado que, entre otras perlas, señalaba (tras un asedio múltiple) que "cabe inscribir esta conferencia de Eliot para la Sociedad Virgiliana dentro de un plan, en el que venía trabajando desde hacía una década, para redefinir y resituar la nacionalidad con el propósito de que a él no se le marginase por ser un arribista y entusiasta cultural que sermoneaba a los ingleses o europeos acerca de su tradición en un intento de convencerlos de que vivieran de acuerdo con ella `...] un intento de reclamar la existencia de una unidad histórico-cultural para la cristiandad de Europa occidental, incluidas sus provincias, a la cual las naciones que las constituían pertenecían únicamente en tanto partes de un gran todo" (paág. 16)




Me recuerdo enfriándome hacia el hasta entonces incólume entusiasmo personal por el ensayismo eliotiano... No en vano, que dirían, el proceso descrito por Coetzee tenía lugar en 1944, y era "uno de los más espectaculares que cabe imaginar sobre la tentativa de un escritor de fabricarse una nueva identidad, reivindicando esa identidad no, como hacen otras personas, sobre la base de la inmigración, el asentamiento, la residencia, la domesticación o la aculturación, o al menos no únicamente sobre esas bases -pues Eliot, con su tenacidad característica, pasó por todas esas fases-, sino en virtud de una conveniente definición de la nacionalidad para, más tarde, utilizar tioda su autoridad culturalacumulada para imponer esa misma definición sobre la opinión de las personas cultivadas y, a través de uan reconfiguración de la nacionalidad dentro de una clase específica de internacionalismo o cosmopolitismo -en este caso católica-, planteare la cuestion en unos términos que le harán emerger no como un recién llegado, sino como un pionero y,claro está, como una especie de profeta..." (págs. 16-17)

Pero, pese a la fiebre y la temperatura de estos días... me confieso adicta al ensayismo de Theodor Sterne Eliot, que he ido degustando a sorbos estos días pausados.
Quizás porque ya tengo otra edad.
La suficiente para ir purgando o acrisolando.





A él siempre le agradeceré, entre muchas otras cosas imposibles de abordar aquí, su calurosa recomendación de leer el ensayismo o la crítica de autor.
Algo a lo que, inexplicablemente, parecen resistirse los estudiantes de hoy, por más que machaco.

6 comentarios:

  1. Es que quizá hay que escoger, porque el tiempo es limitado, y la oferta abundante, y entre leer una buena novela, o un buen poema, o leer cómo crea el autor su obra, sus opiniones al respecto de esto y de lo otro, o sus opiniones mal y bien intencionadas al respecto de obras ajenas, pues la decisión es lógica. Ahora, tratándose de alumnos de Filología, quizá sí que tendrían que tener la voluntad casi innata y espontánea de buscar determinadas lecturas.
    Otra cosa es el programa del grado, y el pragamatismo con que estudiantes y profes se toman los estudios.

    Dicho lo cual, las líneas que has escrito de Coetzee destilan una mala leche antológica. Algunas de ellas están escritas en un estilo que roza la parodia, y no creo que esto sea algo consciente, sino que le salió así (así de mal). Parece una caricatura, un remedo de un informe que fuera escrito por el Momus de Kafka

    "sino en virtud de una conveniente definición de la nacionalidad para, más tarde, utilizar toda su autoridad cultural acumulada para imponer esa misma definición sobre la opinión de las personas cultivadas y, a través de una reconfiguración de la nacionalidad dentro de una clase específica de internacionalismo o cosmopolitismo" ¡Uf!

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  2. Uf, uf, uf.... Los ensayos de Coetzee son de chapeau chapeau, te lo aseguro. Quizá debería haberlos incluido en la entrada, claro. Próximamente. Gracias por la efusión!

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  3. Una buena propuesta, Ana.
    De Coetzee, algo he leído y me seduce.
    En cuanto a Eliot, no lo conozco. Al principio, pensé que te referías a Thomas Stearns Eliot, un poeta por quien siento una profunda admiración desde muy joven y del que he leído su obra poética. Pensaba que cómo se me había escapado la faceta suya crítica y ensayista... Pero al concluir la entrada, me di cuenta que es otro, ya apuntado en mi memoria Theodor Sterne.
    Un abrazo.

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  4. Glup...! Vaya lapsus, Isabel! Claro es quien tuú pensabas: Thomas Stearns Eliot. ¿En quién (qué) estaría yo pensando? Las prisas, o la nocturnidad 8sin alevosía). Abrazos y gracias!

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  5. Pues bien cierto, los ensayos de Coetzee son excelentes y...sangrantes. Desconozco los de Eliot.
    Un abrazo Ana.

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  6. Celebro la coincidencia, Carlos. Los de Eliot son algo más envarados, pero no menos lúcidos, por supuesto. Y sugestivos! Abrazos!

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