jueves, 31 de julio de 2014

BAROJA, SIEMPRE

Este verano, plagado de dudas, me he traído a un clásico: Pío Baroja.
Por cuestiones académicas, me sentí obligada a releer a Valle-Inclán, lo que agradecí, pero entoneces la nostalgia...
Quizás también nostalgia de mi hijo mayor, que anda por las costas donostarrias...




El caso es que me he traído el tomo aventurero de Baroja, la tetralología "El mar", que comprende Las inquietudes de Shanti Andía, El laberinto de las sirenas, Los pilotos de altura y La estrella del capitán Chimista.

He gozado hasta la extenuación (porque hay que retroceder a aquellos tiempos, cuando...).
He gozado del Baroja libre y desinhibido, capaz de describir expeditivamente a un tipo en plan "era mala persona. Era mala persona y tenía un aire amable y servicial".
O bien, a propósito de unos indígenas: "Estos gibososo negros, especie de polichinelas cómicos, tenían la joroba pintada de blanco y llevaban una campanilla de plata en el pecho".. Como  el negro Demóstenes, "un negrazo gigantesco, tatuado, fuerte como un cabestrante".
Sin olvidar a los capitanes vascos que acaban pareciéndole lord Byrons de taberna.




Pero voy leyendo y me divierto más allá de la aventura, cuando leo, en el último título del volumen, algo que nos suena:

Charlamos largo tiempo de la manera de ganar y de los mil chanchullos que hacían los comerciantes de La Habana, solos o con la complicidad de los empleados del Gobierno.
-Los grandes, lo que quieren; los pequeños, lo que pueden -aseguró Chimista.


¿Os suena?
Podría seguir citand a Baroja ... quien desde hace un siglo... acertó
¿O no?

El español, y, en general, el latino, pude ver en seguida el medio social quecrea. La ley no alcanza más que a hongos y todo se hace por recomendación, por habilidad por iy nfluencias  .

(Pío Baroja: Capítulo 1º de "La estrelladel Capitán Chimista")

3 comentarios:

  1. Hola Ana Rodríguez

    Después de tanto tiempo, vuelvo a leerte. Mi ordenador se estropeó y con él desapareció toda mi actividad en internet. Hasta ahora que me he comprado uno.

    Sobre Pío, no conozco estas novelas. Ahora las librerías están llenas de actualidad --las que todavía no han desaparecido--, y cuesta encontrar a Valle Inclan, Pío Baroja o Pérez Galdós. De todas formas, hace tiempo leí El Árbol de la Ciencia y todavía me acuerdo cómo describe la sociedad del 98, esos curas hipócritas, los jóvenes fanfarrones o cómo la prensa trató el desastre de la guerra de Cuba. Creo que se hecha de menos un escritor que hable del presente como lo hacía Baroja.

    Otra cosa. La última novela que he leído es Kassel no invita a la lógica, de Vila-Matas. Hasta me he contagiado de la alegría del escritor cuando paseaba por el dOcumenta 13. ¡Qué distintos de los tres anteriores que son más dramáticos, incluso pesimistas! Debe ser una cuestión de épocas, aquella debió ser más triste.

    Un saludo,
    Eduardo

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  2. Me alegra mucho leerte, Eduardo. Estimulante y buen acicate para mi descuidado blog.
    Esta trilogía de Baroja es del "otro" baroja (suponinedo que haya tal división), el más aventurero y "folletinesco", el de los héroes de la acción (a diferencia del corrosivo y pasivo "nihilismo2 schopenmhaueriano que le inyecta a Andrés Hurtado....)
    Enrique Vila-matas me contó que, inesperadamente ( o quizá no tanto), huyó de tanto pesismismo y de los tonos sombríos propios de este tiempo de crisis. pPero el humor siempre estuvo muy presente en su obra, quizá más en unos títulos que en otros. Algunos son hilarantes.
    Abrazos!

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  3. Para mí siempre es un gran placer volver a Baroja igual que a Galdós, pese a las críticas que se han hecho a ambos es como si cada vez fueran más jóvenes y fuertes y tuvieran más cosas que decirnos. Posiblemente porque el ser humano, en el fondo, ha cambiado poco. El otro día vi un retrato al oleo de Baroja junto al de otros escritores. Me hubiera gustado comprarlo y verlo en mi despacho en una especie de homenaje fetichista pero era demasiado caro.

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