Podría hacer una larga entrada contando las mil anécdotas que solían suceder en casa los domingos en la familiar batalla por hacerse con una parte de los periódicos y sus suplementos. Y podría relatar los varios comentarios que indefectiblemente suscitan las entregas de Javier Marías, reunidas ahora las más recientes en un nuevo tomo, Lo que no vengo a decir (Alfaguara), que según escribe su autor en el prólogo, también podría haberse titulado “El pelma ante los plasmas” (que describiría la sensación que a menudo tiene al escribir) o “Debo preocuparme”, no menos adecuado, como otros posibles títulos igual de acertados.
Lo que no vengo a decir reúne artículos previamente publicados en “El País Semanal” entre febrero de 2007 y febrero de 2009.
Lo que no vengo a decir reúne artículos previamente publicados en “El País Semanal” entre febrero de 2007 y febrero de 2009.
La crítica de la conducta incívica, grosera o simplemente despreciable de los españoles, nuestro indesterrable mal gusto, el trastrueque de valores que se viene operando en nuestra sociedad a un ritmo frenético, la enfermedad moral apreciable en tanta desfachatez y cinismo como los que nos dispensan los políticos (contra quienes Marías dispara incesantemente sus dardos: “Con nuestros votos imbéciles”), la Iglesia con la que tropezó Marías en anteriores ocasiones (“No católicos sino catolicistas”), la general imbecilidad, apatía o indiferencia al lado de las necias tolerancias o sobre “El muy español afán por cargárselo todo”... son algunos de los temas tratados en estos artículos, algunas de cuyas páginas rezuman el pesimismo y la amargura de Larra.
Pero también encontramos en ellas la ironía, el humor, la parodia y la comicidad expresados en un lenguaje que Javier Marías maneja con tan elegante naturalidad como envidiable precisión porque ante el lenguaje siempre mantiene él una indesmayable vigilancia; por eso manifiesta abiertamente su irritación hacia aquellos que lo plagan de tópicos, lugares comunes o expresiones manidas y pretenciosas.
Igualmente divertidos son los artículos que tratan del disparatado funcionamiento de nuestros servicios públicos o de ciertas instituciones (“La peligrosa sensación de estafa circundante”), los que pintan estampas de la vida cotidiana en Madrid o cualquier otro despropósito más o menos absurdo.
Otros artículos desprenden cordialidad, gratitud, amistad, reconocimiento, amor, respeto (si en ellos Marías habla de amigos y maestros). Y es que, como ya se ha escrito, hay mucho de diario involuntario en los mil detalles recogidos semana tras semana en estos artículos.
Recuerdo todo esto porque en verano hay el tiempo necesario para adueñarse de una manera más cívica de los anoréxicos diarios y suplementos. Y porque en agosto desaparece la voz de Javier Marías de su marco semanal, y por eso aprovecho para completar esa ausencia con este reciente tomo.
"Tu rostro mañana" me pareció magistral, inolvidable. Cuando leo sus artículos en "El Pais" me da la sensación de estar ante las reflexiones de un enfant terrible perpetuo, por su valentía, pero con el valor añadido de la sabiduría y de la coherencia que recorre su obra, su postura ética y moral ante la realidad. Recuerdo la polémica que sostuvo con Muñoz Molina hace unos 15 años sobre el entonces incipiente cine de Tarantino y compañía. En la estantería de casa los libros de ambos están juntos. ¡Larga vida a Javier Marías!.
ResponderEliminarColgué esta enrada un viernes y el sábado me despachaba con la entrada de Marías sobre el género "comedia" en el cine (publicado en Babelia), así que estuve a punto de anularla, pero... Entiendo tu entusiasmo fraternal, Mariano.
ResponderEliminarYo creo que Marías es un gran novelista pero, en general, un articulista pésimo. Sus artículos son los del niño mimado que, él también, quiere opinar, y a estas alturas ya no pueden impresionar a nadie. Por otro lado, Tu rostro mañana es una novela claramente sobrevalorada. Se empezó a decir que era un monumento literario cuando aún iba por el primer tomo (menos de un tercio de la obra), y lo sería si los dos siguientes estuvieran a la altura, pero no lo están, sobre todo el terecro. Y es que no nace un nuevo Flaubert todos los días...
ResponderEliminarA mí sí me parece que Marías tiene opinión sobre el tiempo que vivimos (y otros asuntos, claro), que es de lo que habla básicamente en los artículos, Hoy justamente lo recordé a propósito de un Discurso de Feijoo sobre los modales, el comportamiento de los españoles... en fin, esa cosa tan antigua que llaman urbanidad. Poco más tarde, cuando tuve que hacer una gestión en un edificio del Paseo de Gracia, me encontré con una escenita de un imberbe de trece años... La pobre portera se alivió confiándome las "hazañas" del niño mimado, ese sí.
ResponderEliminarEn cuanto a sus novelas, el primer volumen de "Tu rostro mañana" me parece impecable (por la factura y por el dondo y los asuntos que aborda/asedia); el segundo decae, es cierto; no tanto el tercero, a mi modo de ver.
En cualquier caso, considerando el nivel medio de lo que circula por aquí.
Y sí, Flaubert es un modelo indiscutible (pero no el único). Y yo agradezco que no hayan nacido tantos Flauberts (con quien Marías tiene poco que ver, me parece; al menos no en cuanto a la famosa impasibilidad del narrador)pero sí que hayan nacido y escrito sus respectivas obras Proust, Musil, Joyce, Kafka, Döblin...