domingo, 15 de marzo de 2009

RETORNOS DE MAX AUB

Los sábados mi madre suele venir a casa a comer y pasar la tarde porque es el único día en que –antes tarde o después- puede ver a su nieto Adrián y charlar un ratito. Luego, o vamos al cine damos un paseo por el corazón de la ciudad, que ahora ofrece una nueva distracción: la macrolibrería Bertrand, ubicada donde años ha estaba el cine Alcázar .

Entramos y…


¿Quién soy yo para todos éstos que llenan estos cafés del centro de Barcelona y sus enormes terrazas?
-No, nadie sabe quién eres […] ¿Sobre qué lloras? ¿Sobre los mineros de Asturias? ¿Sobre los obreros de Sabadell o de los alrededores de Madrid? ¿Sobre los campesinos andaluces? No me hagas reir. Lloras sobre ti mismo. Sobre la ignorancia en que están todos de tu obra monstrenca, que no tiene casa ni hogar ni señor ni amo conocido, ignorante y torpe
.


Con estas palabras –de inequívocos ecos larrianos- se lamentaba Max Aub, en 1969, en las páginas del cuaderno donde anotaba las impresiones que su primer retorno a España desde el exilio republicano emprendido en el 39 iban despertando en su ánimo y que, al poco, se tranformarían en un grueso volumen: La gallina ciega. Diario español.






A pesar del balance negativo que el autor hace de este viaje, lo cierto es que después de su estancia empieza una tímida recuperación de la obra de Max Aub, que, aunque incompleta e insuficiente, sirvió al menos para que unos cuantos títulos significativos de este escritor empezaran a estar presentes en la España de los últimos años del franquismo y de los inicios de la transición, periodo de mi febril adolescencia lectora en que devoré:

La calle de Valverde (Seix Barral, 1970).

Jusep Torres Campalans (Lumen, 1970).

Las buenas intenciones (Alianza Editorial, 1971)

Vida y obra de Luis Álvarez Petreña (Salvat, 1971)

Subversiones (Helios, 1971)

Pequeña y vieja historia marroquí (Papeles de Son Armadans, 1971)

Teatro breve (Taurus, 1971)

Estos volúmenes están en mi bliblioteca. No porque yo fuera una niña precoz, sino porque los libros (los de verdad) permanecían en las librerías (la Porter, por ejemplo, con su túnel de fondo y sus artesanales archivos).

De modo que cuando en 1978 Alfaguara empezó a publicar el ciclo de El laberinto mágico (la espléndida pentalogía sobre la Guerra Civil) era entonces posible recuperar otros títulos de “el fondo” del autor.

Hoy sólo quiero celebrar la recuperación de La gallina ciega, en Visor, que sólo había aparecido en España en 1995, en Alba Editorial.

4 comentarios:

  1. Bienvenido Max Aub siempre. Sabes que soy un rendido admirador de este autor, de su prosa precisa, de ese ciclo de los Campos tan impresionante. Será cuestión de acercarnos a La gallina ciega. Por cierto, la Bertrand no está mal pero no será nunca mi librería. ¿Te fijaste qué escaso fondo de estudios literarios? Saludos

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  2. No, apenas me fijé en nada. Éramos multitud (más que en el subterráneo del N'Espresso, según aprecié minutosantes, al remontar Paseo de Gracia).De mod que salí pronto del recinto ferial... que eso es lo que me pareció la Bertrand. Un día volveré con calma y... os cuento.

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  3. Buscaré y leeré a Corpus Barga. Me ayudará hilar los recuerdos perdidos de mi primera vida. Pobre Max Aub: también vivió su Nochebuena del 36. El sobrevivió. No como yo.
    Y mejor una novela que una película.¿no? Si fuese capaz...
    Gracias de nuevo profesora

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