domingo, 22 de marzo de 2009

RUESTA

Bordeábamos el pantano de Yesa, una mañana azul y nítida, sombreada a ráfagas por el ondulado paisaje de las vecinas Bárdenas Reales, cuyas "dunas" se adelantaban asomando en algún trecho, mordiendo la luz.
De repente llegamos al desconcierto de Ruesta: un pueblo a pie de carretera que se presentaba simultáneamente muerto y vivo.




Las pinturas estrelladas contra un gran paredón me devolvían, por su estética, a las callejuelas del actual Raval barcelonés. Pero el contenido (la letra) me alejaba hasta los pueblecillos del Aragón de 1936.




Caminamos entre la ruina y la resurrección: un amplio albergue en pleno Camino de Santiago, más unos apartamentos hermosamente rehabilitados, y un pequeño bar-restaurante. Turismo rural auténtico. Lirios salvajes y rosales agónicos y caléndulas alineadas en jardineras de piedra.
La fachada de la Iglesia es hermosa en su desnudez (o adustez). Y recordé y añoré un bello libro de Cees Nooteboom: El desvío a Santiago (en Siruela), extraordinario vagabundeo por todo nuestro arte románico. Y lamenté no habérmelo llevado, la verdad.

Y pensé que algún día volvería a Ruesta en plan retiro, viajando en tren hasta Zaragoza, tomando después un coche de línea (que se decía antes) hasta Sos del Rey Católico u otra localidad cercana a la que luego me irán a recoger los que han puesto en marcha esta feliz iniciativa.

Ocio y Cultura. Tierra y Libertad.





Datos para información y/o reservas:
ruesta@ruesta.com Tf/Fax: 948 398 082


(Y disculpen el narcisismo fotográfico: Obedece a la petición de mis caros ex alumnos y a la de aquellos otros que me preguntan por la verdad de los detalles: inquietos, al parecer, por si seré o no un personaje literario.
Y también responde al propósito de mostrar que las escuetas líneas del perfil, ¡Ejem!).

6 comentarios:

  1. Los grafittis anarcas entre piedras cansadas. Utopía y ruina en íntima relación. Alma y paisaje, todo uno. Seguimos ahí, siglo y medio después: romanticismo del XXI.

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  2. Querida, qué belleza de texto. Me obligas a anticipar algo que no quería chivarte todavía, pero la belleza de lo que escribes hace que por un lado me ponga pesada y te escriba tan seguido (que no suelo, darling, que una se da a cachitos para no cansar) y por el otro te confiese que encontré cierta novela de hace mucho tiempo en una librería de lance y caí como loquísima de la muerte. ¿Cuántas Anas Rodríguez Fischers hay en el mundo?, pensé. Una naturalmente. No iba a decirte nada hasta que la terminase pero, cara amiga, tu entrada de hoy a hecho que me anticipase. Siempre avanti, femenina lumen. Y felicitaciones. Y espero la Venezia prometida, siempre.

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  3. Piano piano... Para recordar Venezia debería volver febrero, un mes que cada vez me gusta más.
    "En febrero crecía la luz y aquel espacio ligeramente azul ganado al gris espeso del invierno nos iba haciendo menos indolentes", escribí en otra lejana y muy juvenil novela.
    Pero sí, María, viajaré a... escribiré de... Venezia. A fin de cuentas, con un grupo de estudiantes estoy instalada en pleno decadentismo finisecular.

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  4. Pues es lo que intento dejarles claro a mis universitarios de hoy: que desde el Romanticismo... ¡En fin, Mariano José, ya lo sabes tú mejor que yo!
    ¡Bellísima la exposición de las ruinas en La Pedrera hace cuatro o cinco años! (Les recomendé a los pupilos de entonces que fuesen corriendo a verla, que se saltasen mis clases, pero no desobedecieron.)
    Ardo en impaciencia por ver la expo sobre las sombras en Madrid y la de los prerrafaelista más la de Bacon. Próximamente! Ya os contaré

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  5. Hola Ana. Desde Ruesta por fin, meses después de tu estancia, de tu entrada en el blog, de tu carta, por fin podemos conectarnos a esto del internés... Por fin podemos agradecerte tus palabras y decirte que aquí seguimos, esperandote, a ti y todos los que quieran pasar por aquí y charlar un rato, y comer uno de los riquísimos platos de Alfonso, y sentarse en la terraza a ver el paisaje tomando una cervecita, y sentir como el tiempo se ralentiza para disfrutar de la vida a otro ritmo, de otra manera... Aquí seguimos, con romanticismo en la piel y sueños para desayunar... Aquí te esperaremos siempre.

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  6. Lo prometido es deuda. Y sí, volveré a Ruesta, seguro. Gracias!
    A.

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