Saben bien mis alumnos que a menudo les insisto en que rehúyan las frases hechas que tanto gustan a los políticos por aquello de conectar con la masa y estar au dessis... Una de las que más detesto es "Sobre gustos no hay nada escrito" (o cualquiera de su variantes). Desde que un día (cuando con Guelbenzu impartía en Santander un seminario de narrativa) le oí a él replicar "Pues mire usted, sí lo hay. Ocurre que usted no lo ha leído", suelo plagiar al novelista madrileño.
Otro lugar común que desprecio es lo "Una imagen vale más que mil palabras". Pues dependerá de la imagen y de las palabras.
Yo me llevo muy bien con ambas. De hecho, las imágenes recientes de Cohn-Bendit a raíz del espectacular aumento de los verdes et alii en las elecciones europeas, me han llevado a recordar un par de tomos que encierran unas ¿miles? de palabras. Uno es un ensayo del propio Daniel C-B, La revolución y nosotros, que la quisimos tanto Publicado hace ya unos cuantos años en la colección de ensayo de Anagrama (esa parte de mi biblioteca la tengo en el Raval, así que imposible precisar fecha)
El otro tomito que quiero recordar es una recopilación que Manuel Serrat Crespo ha hecho de las Pintadas, Eslóganes y Carteles del Mayo Francés, bellísimamente editadas en Edhasa (2008).
Tengo varias preferidas, entre las que se cuentan algunas de las más divulgados (por algo quedaron). Si hubiera de seleccionar una, cogería ésta:
LA BARRICADA CIERRA LA CALLE PERO ABRE EL CAMINO
Entre los más altos espíritus
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*Q*uienes carecen de autoestima a menudo desconfían de sus capacidades o
incluso llegan a creer en algún momento de sus vidas que, debido a su falta
d...
Hace 7 horas
No sé como he llegado hasta aquí, pero me alegro infinito porque intuyo que leyéndote voy a aprender mucho y además encuentro cosas familiares como: Cohn-Bendit, Guelbenzu...
ResponderEliminarLugares de mi Barcelona querida y espero que muchas más.
Seguiré visitándote.
Gracias por contarnos lo que sabes.
Se me ocurre que según como se defienda la barricada también puede cerrarlo (el camino). Saludos.
ResponderEliminarLos Conh-Bendit y compañía fueron buenos creadores de eslóganes, por eso muchos de ellos se dedicaron después a la publicidad, a vender lo invendible y a descargar sus conciencias con el discurso verde. De revolución poco, bien poco. Su mérito, que no está nada mal, consistió en destrozar para siempre los prejuicios morales y cambiar los hábitos sociales en el occidente burgués. Por otros lares, si te cogían haciendo ni la mitad, te aplicaban la picana y te lanzaban desde un helicóptero al mar. Allí no era un juego. Y aquí, los Cohn Bendit patrios, mojaron el tiempo en Boccaccio, volaban a Roma y se bañaban en Cadaqués . Eran divinos.
ResponderEliminarQué sentencia tan magnífica: "Hay que explorar sistemáticamente el azar"
ResponderEliminarVamos a buscar ese libro...
Gracias.
Mariano, Mariano...
ResponderEliminarQue la cosa iba en serio lo supieron muchos, y así penaron y pagaron ( y algunos, de qué manera), aquí y allí. No olvido a Rudy Dutschke.. De todos modos, en Alemania y en Francia los Verdes/Grüner no tolerarían lo que pasa con los moços (en las comisarías o en la calle), ni pactarían con la Aguirre de turno y bla, bla, bla...
Gracias por el seguimiento!
Blumm..
ResponderEliminares un tomito precioso... Yo lo tengo muy a mano desde hace unos meses. Hay barbaridades también, pero sí, a mí me gusta esa pintada que citas....
En el 37, en BCN, tras los sucesos de mayo que narra Orwell (y otros muchos más), algunas barricadas se salvaron gracias a un carro de naranjas que empujaban unos trabajores del Born, que debían trasladarlo al Mercado de la Boquería. Ya contaré esa "anécdota".
ResponderEliminarDe nada, Isabel. Este Blog me lo tomo como una especie de Coloquio, entre fraternal, amistoso y discipular. Guelbenzu fue uno de los escritores (luego editor y después lector-crítico)fundamentales en la formación de mi generación. Celebro el encuentro.
ResponderEliminarA.
Los elementos realmente peligrosos no componían eslóganes. Ni siquiera podían ir a la universidad. Casi ni sabían escribir. Penaban cárcel durante años porque ellos eran realmente los peligrosos, los que querían cambiar esto; no jugaban. Los imaginativaos chicos de las facultades españolas dirigieron después 'El Pais' y la ejemplar transición. Ya sabe, siempre hay clases. (Y perdone la insistencia. Le juro que no soy un maniático de la última palabra)
ResponderEliminarMariano, me encantan los recursos léxico-gramaticales que empleas para subrayar la distancia.
ResponderEliminarPero... de cuándo hablamos: de 1837, de 1937, de 1967.... ¿o de 1977? Porque los elementos realmente peligrosos que ni sabían escribir eran del XIX, como menos. En las fotos de la Guerra Civil, apenas encontarás una en la que no haya un miliciano raso (no un brigadista, ¡ojo! con un libro en la mano: Miliciano, ¿eh? Y del campo. Mi padre, me contó una vez cómo siendo él chico (mi padre nació en el 25, como Carmiña), al salir de la escuela veía a los obreros (pocos, en un villorro de Asturias, pero había tres serrerías entonces, y eso era INDUSTRIA)reunidos a la hora de comer para LEER.
Y también me contó... otra bonita historia.
Se han vertido chorros de tinta sobre el 23-F y la firme/decidida actuación de Gutiérrez Mellado en el hemiciclo: ese hombre de apariencia frágil y demás... Cuando eso sucedió, yo vivía en Boston. Al licenciarme en 1980 (tras un año de destierro en el Carmelo) me marché por segunda vez, harta de este país (la primera lo hice al acabar COU, y tras la ejecución de Puig Antich). Durante ese año escolar, era raro recibir llamadas de España (el monopolio de Telefónica lo prohibía expeditivamente) pero aquella jornada recibí unas cuantas. Una, de mi padre:
"Nenía, ése era mi capitán". Gutiérrez Mellado era el famos capitán del que él siempre me hablaba tan bien: un hombre que cuando mi padre hacía la mili (y él venía de una familia marcada) era capaz de bajarse adonde fuese y... a mi padre lo liberó de muchas servidumbre... Pero eso forma parte de otra historia.
En los sesenta o en los setenta... los obreritos españoles ya no se debatían entre acceder a una instrucción primaria o no. Lo que les perdía, a la mayoría, era el utilitario o "la torreta". Se trataba de vivir modestamente dando educación a sus hijos, o ponerlos a trabajar y comprarse un apartamento en Torredembara o Salou. Yo aún recuerdo a muchas compañeras del Infanta llorando porque las obligaban a abandonar los estudios en cuarto de bachillerato (algo de eso dejé novelado en una lejana historia). Y a muchos hijos de emigrados jiennenses que con los olivares... ¡Ojito, ojito! Porque ahora se comportan como terratenientes.
Y te diré que lo que me sorprende y asusta es averiguar cuántos de mis actuales alumnos tienen que trabajar para poder estudiar. Pero trabajar, ¿eh? (Digamos que medias jornadas, como mínimo, o los findes enteros, si son árbitros de fútbol, como uno de ellos). Por eso, tus comentarios desdeñosos sobre Bolonia, no los apruebo. Porque antes todos trabajábamos algo para sacarnos un extra y financiar libros, teatros, viajes (por España y en autostop) y demás, pero no nos explotaban tanto...
Yo misma disuado a mis hijos de que trabajen para otros. Que aprendan a planchar y demás, porque mis colaboraciones en las más prestigiosas publicaciones del país no me rinden los euros que me piden las... (omito nacionalidades).
Kisses!
68, 68. De ahí en adelante. En los 70 los 'obreritos españoles' malvivían en Somorrostro, en El Pozo del Tio Raimundo, en los 1000 pisos, en Belbitxe, la Mina, Ciudad Badía, Santa Coloma, San Cosme... malvivían de las cajas de resistencia en las huelgas, dento de las iglesias de los curas rojos; o lejos de su tierra, tratados como ahora los subsaharianos, magrebíes, ecuatorianos... por entonces solo el 3% de la población universitaria era de extracción obrera... Su novela la leí. Me la regaló Manolo Francín, también exalumno suyo, cartero que marchó a Canarias. Me encantan estas discusiones: reflejan que las realidades vividas siempre son diferentes y que la Historia nunca es uniforme
ResponderEliminar(Ya me hubiese gustado a mi el trabajo de árbitro de fútbol. Yo llegaba a sus clases con 500 kilómetros hechos y 7.000 kilos de pintura, cargados y descargados, de lunes a viernes...)
Salud profesora
Bueno, bueno... me vas dando pistas, Mariano.
ResponderEliminarY claro que, ante todo , repeto que llegases a mis clases en tales condiciones y.... no me maldigas. Pero digamos que si aquello era tolerable entonces (mis antiguas compañeras del insti, si estaban matriculadas en la Universidad, tenían derecho a abandonar su puesto de trabajo a la hora conveniente: aquella que les obligaba a asistir a clase. Digamos que si habían de acabar a las 20:00, salían a las 17:== porque a las 18:00 empezaba el tercer turno de la Facultad) uno se desnorta al preguntarse porqué todavía sigue siendo así.... Digamos que nuestros actuales estudiantes no necesariamente trabajan en cosas tan heavy (20 años... son lo que son, pero trabajan: de conserjes en el Ateneo, de vendedores, yo qué sé... Esta misma Eli, la bailaora, acaba en el tablao a las 23.30, vive fuera de BCN, se acuesta hacia alas dos de la madugada, y está en mis clases a las 8:30..
A ver a ver, y seguro que hay más, pero el tiempo y sus limitaciones.........
Mira, yo empecé Derecho para no defraudar a mi padre, pobrecito. Pero entonces Filología estaba en Barracones (que se decían de unos "módulos" infectos en el campus nord...)y... simultaneé ambas un par de años, pero, como había currado en la Frigo un verano. Y de la mentalidad de la clase obrera... ¡Ejem, ejem! Valía la pena ocuparse de unos pocos
Que sí, que ja ja, ji ji...
Pero... en los 70 en las barracas de la Perona ya sólo quedaban quinquis. Nada de obreros, darling: sólo gitanos. Conocí al Pinchauvas, como sabes, si te has leído la novela que supongo (tengo cuatro, de momento), un gran patriarca. Y el personajillo que llegó a dominar el cotarro en todo el territorio (un chiquito enclenque pero hijo de una ilustre familia madrileña).... no te cuento, darling...
En fin, yo venía de un mundo en el que la aventura era algo natural y de repente me encontré con muchas cosas...
Y unos espacios...
En la ciudad descubrí la fealdad...
Te diré que volví al barrio y reencontré al temible Medina, ya reducido a una silueta llevadera (de tantas pastilllas o qué sé yo que le habrán metido), de sonrisa flaccidá...
Más de una vez, hace años, cuando parecía reconocerme y los juegos de los críos propiciaban la demora, el tiempo muerto, intenté hablarle... Pero mi hermano mayor, que vive en el barrio, me dijo es inútil... Su sonrisa está muerta.
Mi hermano mayor trató con ellos en su condición de traumatólogo... Y me duele la cobertura mediática sobre los que se fueron, obviando a quienes deambulan por losparuqes periféricos esperando una sonrisa....
¡Ay! Que es tan tarde,,,,!