miércoles, 18 de marzo de 2009

ACTUALIDAD Y CASUALIDAD

Hoy no tenía clases, y me alegro.
Me alegro de no haber tenido clases hoy miércoles (entiéndase bien), porque de haber sido así, a las 8:30 (hora en que este trimestre comienzo a impartirlas, los martes y los jueves)hubiera encontrado la Universidad tomada por las fuerzas del desorden, apaleando a los jóvenes estudiantes con las mismas porras de siempre, aunque sus uniformes no eran grises.
Recordé una canción, o un grafitti: "Desalojos son disturbios".

Como de costumbre, trabajé duro a primera hora de la mañana en un pequeño ensayo sobre Juan Marsé que debo entregar próximamente. Repasaba mis notas de /Teniente Bravo/ y en el relato "El fantasma del cine Roxy", encontré lo que el otro día no pude o supe verificar: que el viejo cine /Alcázar/ se llamó en su día /Kursaal/:

"Invierno 1941. Rambla de Cataluña en panorámica tarjeta-postal, el paseo poco transitado y la doble hilera de tilos deshojados, oscuros, raquíticas ramas arañando un cielo gris de plomo. Frente al cine /Kursaal/ serpentea de frío una cola de cien personas, se oyen gritos, la compulsiva cola se rompe, la gente huye despavorida", leo en la página 52 del tomito, cuando Marsé narra cómo un grupo de "aguerridos falangistas intelectuales peinados con fijapelo y envarados de furor estético" asaltan el cine y embadurnan la pantalla con pintura negra para protestar contra la proyección de la película "Sangre, sudor y lágrimas".

¡Qué cosas!, pienso ahora. ¡Qué coincidencias!
Pero cuando leía esas líneas, nada sabía aún de lo que estaba ocurriendo cerca de mi casa, en la plaza Universidad y aledaños. Me lo contaron al poco mis amigas de la tercera edad (ya hablaré de ellas), en el Gimnasio. Al salir, sobre las 12:00 del medidodía, ya sobrevolaban el cielo los pájaros negros. Entré en la cercana librería /Alibrí/, renovada con acierto, aunque siempre que voy allí me detengo ante la inmensa fotografíaen blanco y negro de la antigua /Herder/(Como se llamaba antes), tan levítica.

Salí de allí con dos libros: una nueva edición de /Los monederos falsos/, de André Gide, titulada ahora /Los falsificadores de moneda/, y publicada por Alba Editorial. En la facultad, nos la hizo leer Antoni Vilanova, en sus clases de estética, en una edición de Seix Barral (1975), traducida por Julio Gómez de la Serna. Después de comer releeo algunas páginas del "Diario de Eduardo", las que versan sobre la "musicalización de la novela" y otras cuestiones metanarrativas.
Después, ojeo el índice del otro libro que me traje a casa: /El canon del cuento/, de Harold Bloom (editado en Páginas de Espuma). Entre los nuestros están Borges y Cortázar, y punto. Pronto sonarán trompetas. Porque si hay espacio para Stephen Crane (sólo conozco su novela, The red badge of courage, El rojo emblema del valo, un buen alegato antibelicista, pero no sus cuentos, pero aún así...), debería haberlo también para..........(los puntos suspensivos pueden rellenarse a placer o capricho o juicio). Vuelvo a repasar la lista de Bloom y, dada la dificultad de elegir ante tantísimo adorado escritor de habla inglesa, me digo que por la noche leeré las páginas dedicadas a Andersen, Chéjov, Gógol, Kafka, o Bábel. Ya veremos, y yas les contaré.



Sintiéndome tan esquizoide como el amante bilingüe de que habré de ocuparme el viernes, me reincorporo a mi estudio para preparar las clases de mañana. Releo las Sonatas de Valle-Inclán. Me voy a un estante en busca de los /Escritos sobre literatura/ y los /Comentarios estéticos/ de Baudelaire. Busco referencias sobre el Dandy, la belleza moderna, el dolor ritmado, la melancolía... y, de repente, accidente.
En su ensayo sobre /Los miserables/, de Víctor Hugo, en la galería de dramas funestos que Baudelaire ve reunida allí, el poeta destaca "una figura horrible, repugnante, la del gendarme, el cómitre, la justicia estricta, inexorable, la justicia que no sabe comentar, la ley no interpretada, la inteligencia salvaje..." Es decir, el abominable Javert. Y luego prosigue con una reflexión (una pequeña crítica, escribe él):

"Ya sé que el hombre puede aportar algo más que fervor en todas las profesiones. Se convierte en perro de caza y perro de combate en todas las funciones. Esta es, ciertamente, una bellleza que tienen su origen en la pasión. Es posible, pues, ser agente de policía /con entusiasmo/; pero, ¿se entra en la policía /por entusiasmo/? ¿O es, por el contrario, una de esas profesiones en las que sólo es posible ingresar empujado por circunstancias y por razones completamente ajenas al fanatismo?"

Hace ya media hora larga que han vuelto a rugir los motores de los pájaros. Me asomo al balcón que da a la calle Aribau, manchada por las luces chillonas y el estridente aullido de las sirenas. Debe de seguir la fiesta.

Voy a cenar y a leer a Bloom!

4 comentarios:

  1. Es toda una paradoja: jóvenes que se sienten rebeldes contra un plan rebelde (Bolonia es rebeldía, va a cambiar la universidad. ¡ya era hora!) no tienen nada que ver con los que se jugaban el curso, la vida y la cárcel y la tortura luchando contra un tirano. Cada época tiene los jóvenes que se merece, o que necesita...

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  2. ¡Ojalá tengas razón, MJ!
    Pero lo de Bolonia tiene sus luces y sus sombras, mayormente porque, como es habitual, las reformas como siempre en cualquier nivel de nuestra enseñanza y ahora también, habrán de hacerse con "coste cero" ( y es prolijo explicar lo que esto supone, en la Facultad de Filología, para el Departamento de Hispánicas) Más que una rebeldía, estamos ante... América, que cantaba... ¿Nino Bravo?
    Lo que a propósito de este asunto escribe Jordi Llovet hoy en El País, lo comparto.

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  3. Aplaudo su ironía y el salvavidas lanzado por el Dr. Llovet. Si estos chicos no tienen un guía claro y sus consignas aparecen como confusas -incluso turbias, a veces- para los propios estudiantes...Gracias, pues, a algunos Profesores que "informan" de cierta preligrosidad del plan impuesto.

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  4. El tema es complejo. Y la prisa con que se está trabajando en el asunto no es nada saludable. Gracias por sus palabras, Eva A.

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