En las clases previas a las santas vacaciones, con un grupo de alumnos leimos Luces de bohemia, de Valle-Inclán, y les comenté el impacto que allá por 1973 le supuso a la entonces adolescente ver escenificada la obra en un teatro del muy barcelonés Paralelo (no me pidan más datos, porfa), especialmente la Escena Sexta, cuando Max Estrella ("Yo soy el dolor de un mal sueño", ¿recuerdan?) coincide en un calabozo con Mateo, un anarquista catalán, al que enseguida aplicarán la ley de fugas y... pim-pam-pum.
(Y así, con esa historia detrás, no es de extrañar que durante "el largo verano de la anarquía" -espléndido libro de Hans Magnus Erzensberguer: publicado primero en Grijalbo, y más recientemente en Anagrama-, es decir, el de 1936, en la Plaza Universidad se instalase un "Pim-Pam-Pum Antifeixiste").
Pero volvamos a Valle-Inclán y a su estremecedor diálogo, cuando Max Estrella dice:
"¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora".
Y luego le pregunta si es anarquista, a lo que Mateo responde. "Soy lo que me han hecho las Leyes".
Luego viene lo de "un mal sueño", y poco después:
"En España, el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero".
Recordé todo esto al volver de Asturias y preocuparme por las clases. ¿Dónde estábamos?
La lectura de un hermoso libro de Guillem Martínez, Barcelona rebelde (Debate, 2009), me está reconciliando con el obligado retorno.
Con la irreverencia, el desparpajo, la frescura, la amenidad y hasta la jerga que caracteriza la escritura de Guillem Martínez (lo que no está reñido con el rigor ni la solvencia, entiéndase bien), en Barcelona rebelde el autor nos pasea por los numerosos levantamientos (con sus correspondientes aplastamientos, pues nada más lejos del maniqueísmo tosco y hasta ordinario) protagonizados por la ciudad nada más ser bautizada, examinando cada uno de los chocantes giros que imprime al transcurso de la historia. Y lo hace siempre tensando aquellos hilos que miran al futuro; o, si se prefiere, escarbando lo que en el pasado anuncia el porvenir. Por ejemplo, me encantó averiguar que el primer charnego fue Ataúlfo y que su esposa Gala Placidia (que sólo en nuestra ciudad tiene un plaza) "pasó a ser una suerte de Ingrid Betancourt visigótica".La lectura de un hermoso libro de Guillem Martínez, Barcelona rebelde (Debate, 2009), me está reconciliando con el obligado retorno.
La entrada dedicada a hablar de la llegada de Don Quijote a nuestra ciudad es deliciosa (y no es fácil afirmar esto después de los pasados festejos del insulso bicentenario), y su encuentro con Roque Guinart... (Y eso que el episodio se lo oí contar muchas veces a Martí de Riquer, con gran regocijo... de todos).
¡Ay, juventud!
Bueno, bueno, y lograr averiguar por fin quién era el incógnito Marcús (sólo conocíamos al otro, ya saben), por delante de cuya capillita pasábamos cuando íbamos a cenar a un restaurantito que se llamaba "España" ...
En los tramos que cubren el último tercio del XIX y primeros del XX... la crónica de Barcelona rebelde es lujuriosa. Por no meternos en el laberinto de la Guerra Civil. Pero lo más detacable es la tensión del tiempo: Llegar hasta las míticas Jornadas Libertarias de 1977 celebradas en el Parc Güell, con la desinteresada presencia de autores entonces jóvenes y hoy muy ilustres (que GM no menciona, porque no se trata sólo del grupo de la revista "Diwan")... nos ayuda a aliviar el amargo recuerdo de lo sucedido en el bar Funicular (Puig Antich) y a maldecir por otros asuntos.
Recordé mi alegría de 1977, en el Parque Güell, durante las Jornadas Libertarias (que requieren una biografía, pero heterodoxa, eso sí), porque no pueden imaginarse cuántos de los que hoy son, entonces fueron allí.¡Ay, juventud!
Leí hace bien poco una entrevista a un intelectual francés llamado Emmanuel Todd. Este tipo ha acertado todas y cada una de las prospecciones que se ha atrevido a hacer a lo largo de su carrera. Esta vez pronostica en Europa, a medio plazo, la rebelión global de la generación mejor formada de la historia pero peor remunerada y valorada porque "En España (Europa) el trabajo y la inteligencia siempre (estan siendo) se han visto o menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero".
ResponderEliminarSiempre volvemos a encontrarmos a los clásicos en la espiral de la literatura y de la historia.
¡Mileuristas del mundo, uníos!
Entonces será una rebelión global porque entre los jóvenes de las banlieu francesas, los neo-jasp de que hablas, los anti-sistema, los anti-Bolonia...
ResponderEliminar¡Pues adelante con la rebelión! Hagámoslo por la memoria de Mateo el anarquista, aunque mucho me temo que los anti-bolonia no nos secundarán: estos andan un tanto despistados, con el punto de mira un poco desviado.
ResponderEliminarProfesora: la gente de la que hablo no son neo-jasp, son semi indigentes altamente cualificados, doctores, licenciados, profesionales brillantes que sobreviven impartiendo clases particulares mientras los Correa, los poceros y los Madof de turno se forran. Lo dicho,a la rebelión, a quitarnos de encima el dolor de los malos sueños
Qué bonita entrada, sí señora. Es balsámico notar como todavía es posible entenderse con algunas gentes. Chulo el blog.
ResponderEliminarEs lo bueno de estas cosas, a las que más bien era reacio, pero mis jóvenes alumnos/as... me animan.
ResponderEliminarGracias!
Ay, Mariano!
ResponderEliminarCada vez me lo pones más difícil.
Mira que entro en tu blog y....
Maestro!
Si los jóvenes supuestamente mejor formados que nunca temen por su futuro, allá ellos... porque entonces es que han perdido la perspectiva, que diría doña Rosa. Los jóvenes (en tanto que promesas o porvenir) siempre han tenido su componente sacrificial. Y que no se quejen los de ahora. También antes, para independizarnos, compartíamos pisos entre dos o tres o cinco, según, y sin muchos electrodomésticos. Y cuando preferíamos intimidad a comodidad, no te cuento... Yo tenía amigas que me ofrecían compartir un duplex en el noble Sarriá, pero preferí un mono en el no menos noble Carmelo... En la calle Santuarios, entonces (1979) sin asfalatar. Me visitaban los adictos el finde y se traían la fiambrera.. so zu sagen... Luego, eso sí, nos bajábamos a un bareto llamado "El oro de Sevilla" y escuchábamos flamenco flamenco del de verdad.
ResponderEliminarMucho antes de que en BCN se pusiese de moda y se organizase un Festival en El Pueblo Español, con asistencia del >President <<(Jordi Pujol). Y cuando los gitanos, hartos del glamour, estallaron en un
"sus meteréis las palmas en el culo!.
Silencio... están llorando...
otras letras
es fácil... muy fácil, tener una visión bohemia del Carmelo cuando uno no ha sido más que un visitante accidental...
ResponderEliminarDe visión bohemia, nada... Viví en la calle Santuarios (entonces no estaba asfaltada) durande el curso 1979-1980, cuando estudiaba 5º de carrera. Hubiera deseado marchar de España, pero para no defraudar a mis padres, decidí terminar la "carrera". Y sacrifiqué el filete diario y otras comodidades por el silencio.
ResponderEliminarEs fácil criticar sin saber y amparándose en el anonimato.
Au revoire!
!!joder!!
ResponderEliminarDicho lo cual, nunca me acerqué a Carmen Martin Gaite y ahora lo voy a hacer. Hace unas semanas leí a Chacel, profesora, "estacion ida y vuelta" y no entré. La encontré arcaica, farragosa... Voy a proponer para las próximas elecciones europeas el dia de 36 horas. Conservando las 8 laborales de las que no me puedo librar: ni una más. Así podré leer todo lo que propone y lo que dios dispone.
¿Estuvo usted en la entrega del premio a Marsé? ¡¡Explique, explique!!
Sí, estuve en la entrega. Y ya hablaré.
ResponderEliminar"Estación. Ida y vuelta" es la primera novela de Chacel. Nunca la he recomendado aquí, porque exige conocer ciertas claves y porque trata de un asunto muy particular. Sí he recomendado "Teresa" y la trilogía generacional: "Barrio de Maravillas", "Escuela de Platón" y "Ciencias naturales".
el anonimato oculta lo que uno sabe del Carmelo... las letras ocultan otras cosas, carencias en definitiva...estudiar no implica saber de la vida, la mala vida...
ResponderEliminarEstudiar, de entrada, no implica nada. Y la verdad, me cuesta creer que alguien se refugie en el anonimato para ocultar lo que sabe del Carmelo. Revelándolo, igual se le hacía un flaco o magro o grandísimo favaor a Eduardo Mendoza, que en su novela "Mauricio o las elecciones primarias (Seix Barral, 2006) se atreve a pasearnos por allí, con cierto desparpajo (por no emplear otro término). Pero nadie dijo nada. Todos admitieron todo porque "el humor benévolo"....
ResponderEliminarY créeme, ESTUDIAR implicar saber de la vida: de la buena y de la mala, que no se gestan ni crecen de modo tan independiente.
Si te lees a Sócrates, bien conocerás el sabor de la cicuta y no necesariamente necesitarás adentrarte en ese camino (imitarlo)para entender.
Es tarde y mañana tengo que currar a base de bien, aunque no te lo creas!
A.
So what can this all mean?
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