Como muy bien saben mis alumnos, recientemente he estado en Almería, invitada por las profesoras Isabel Giménez, Isabel Navas y Pepa Romero a participar en un curso que ellas organizaban, junto con otros colegas de la Universidad.
Cuando (raramente) suceden estas cosas, suelo aceptar la invitación si el viaje me interesa por sí mismo o si me va a permitir reencontrarme con alguien a quien añoro. Viajar a Almería, en concreto, iba a permitirme estar con mi querida amiga Marisé Lasaosa, formada en la Escuela de Arquitectura de BCN en los setenta y hoy arquitecta de renombre que figura en la Guía de la Arquitectura del siglo XX.
Me fui el finde anterior al evento para disfrutar de su casa, de su conversación, de su tiempo, de las programaciones musicales de su marido Santi (gran conocedor de jazz y otras músicas) y… de su recién llegada Tula: una perrita de seis meses de cuya excelente educación Marisé se sentía muy orgullosa (no merodeaba alrededor de la mesa cuando comíamos o cenábamos, nos salía a recibir entusiasmada al regresar a casa, etc.). Hasta que… una mañana Tula descubrió el café y le gustó. Yo leía indolente en un cómodo sillón bajo (tiene paternidad, pero la he olvidado: no era la butaca Barcelona de Mies van der Rohe pero sí otra de esa línea), con mi tacita reposando directamente sobre el suelo, cuando oigo un ruidoso lambeteo y… Tula bebiéndose mi café. Al ser sorprendida, cesó de inmediato en su actividad y se retiró sumisa.
Sin embargo, intrigada, a los pocos minutos rellené la taza con un “culín” de café y al poco me levanté para dejarla sola, Y hay que ver cómo lo sorbió y relamió Tula hasta dejar la taza más limpia que una patena.
(Me cuenta Marisé que el miércoles por la mañana, cuando yo ya no estaba allí, Tula me buscaba por toda la casa. Yo creo que tenía mono y en realidad buscaba café.)
Bien, aparte de los interiores, con Marisé me fui de excursión al desierto. Primera parada, Los Albaricoqueros (no Tabernas, ¡ojo!), donde se filmaron películas del gran Sergio Leone y el no menos grande Clint Eastwood: “La muerte tenía un precio”, “El bueno, el feo y el malo”….
Luego nos fuimos a “El cortijo del Fraile”, hoy casi en ruinas pero espacio mítico donde sucedió la tragedia real que inspira el famoso drama de Lorca Bodas de sangre.
Al cortijo se llega tras un desvío de kilómetro y pico, por un ancho y hermoso camino de tierra rojiza, flanqueado por grandes chumberas, esbeltas pitas y cardos liláceos.
Yo había leído algo sobre las cortijadas (recuerdo bien el libro de Antonio Rosado Tierra y Libertad. Memorias de un campesino anarcosindicalista andaluz, en Crítica, 1979) pero nunca había visto ninguna. Tienen un enorme patio interior, horno, cochiqueras, pozo, aljibe (lo único que han pintado). Y éste tiene además una capilla y una cripta para doce nichos:
Cuando (raramente) suceden estas cosas, suelo aceptar la invitación si el viaje me interesa por sí mismo o si me va a permitir reencontrarme con alguien a quien añoro. Viajar a Almería, en concreto, iba a permitirme estar con mi querida amiga Marisé Lasaosa, formada en la Escuela de Arquitectura de BCN en los setenta y hoy arquitecta de renombre que figura en la Guía de la Arquitectura del siglo XX.
Me fui el finde anterior al evento para disfrutar de su casa, de su conversación, de su tiempo, de las programaciones musicales de su marido Santi (gran conocedor de jazz y otras músicas) y… de su recién llegada Tula: una perrita de seis meses de cuya excelente educación Marisé se sentía muy orgullosa (no merodeaba alrededor de la mesa cuando comíamos o cenábamos, nos salía a recibir entusiasmada al regresar a casa, etc.). Hasta que… una mañana Tula descubrió el café y le gustó. Yo leía indolente en un cómodo sillón bajo (tiene paternidad, pero la he olvidado: no era la butaca Barcelona de Mies van der Rohe pero sí otra de esa línea), con mi tacita reposando directamente sobre el suelo, cuando oigo un ruidoso lambeteo y… Tula bebiéndose mi café. Al ser sorprendida, cesó de inmediato en su actividad y se retiró sumisa.
Sin embargo, intrigada, a los pocos minutos rellené la taza con un “culín” de café y al poco me levanté para dejarla sola, Y hay que ver cómo lo sorbió y relamió Tula hasta dejar la taza más limpia que una patena.
(Me cuenta Marisé que el miércoles por la mañana, cuando yo ya no estaba allí, Tula me buscaba por toda la casa. Yo creo que tenía mono y en realidad buscaba café.)
Bien, aparte de los interiores, con Marisé me fui de excursión al desierto. Primera parada, Los Albaricoqueros (no Tabernas, ¡ojo!), donde se filmaron películas del gran Sergio Leone y el no menos grande Clint Eastwood: “La muerte tenía un precio”, “El bueno, el feo y el malo”….
Luego nos fuimos a “El cortijo del Fraile”, hoy casi en ruinas pero espacio mítico donde sucedió la tragedia real que inspira el famoso drama de Lorca Bodas de sangre.
Al cortijo se llega tras un desvío de kilómetro y pico, por un ancho y hermoso camino de tierra rojiza, flanqueado por grandes chumberas, esbeltas pitas y cardos liláceos.
Yo había leído algo sobre las cortijadas (recuerdo bien el libro de Antonio Rosado Tierra y Libertad. Memorias de un campesino anarcosindicalista andaluz, en Crítica, 1979) pero nunca había visto ninguna. Tienen un enorme patio interior, horno, cochiqueras, pozo, aljibe (lo único que han pintado). Y éste tiene además una capilla y una cripta para doce nichos:
Luego pasamos por Rodalquilar y sus minas de oro y las casitas de los obreros, hoy también reducidas a la ruina por otro de los muchos despropósitos que nos caracterizan.
Finalmente, descansamos de tanta tristeza en la Isleta del Moro, al atardecer.
Era uno de los rincones favoritos de José Ángel Valente cuando vivió en Almería, según me contó Marisé, que trató al poeta en aquellos años. Y también del aclamado Houelbecque
Y en esa playa de 240 metros de largo se filmó “El pájaro de la felicidad”, de Pilar Miró. Y allí, en aquella calita virgen, recordamos el triste final del paso de la noble cineasta por nuestra vida política, mientras leíamos la prensa y Camps y el Algarrobito y…
Hace ni se sabe, cuando vi "El pájaro de la felicidad", me entró una envidia insana por no poder vivir allí,nunca, donde la protagonista, que podría haber compartido aquellos atardeceres con alguien como Valente, tan metido en si mismo; un gallego en busca de la luz mediterránea que le pudiese aligerar cargas pasadas, pesadas; dioses y demonios; orígenes oscuros, inevitables.
ResponderEliminarEsa tierra es mágica, mágica y doliente como les gusta señalar a los de letras, y demás sonetistas. La conocí hace muchos años y me quedé estupefacto, no sé cómo la describiría, acaso diría que es mágica, y doliente. (y un poco paradójica por muchas cosas). Tranquila por las fotos, sé bien quién es Marisé Lasaosa, y uno es muy legal.
ResponderEliminarSí, yo había stado allí con Marisé hace 23 0 24 años (cuando era feliz e indocumentada y sin hijos). Y cómo disfrutamos. Lo de la apostilla del copyright es broma, tranqui!
ResponderEliminarMariano, n sé dónde habré publicado tu doble comentario a "Almería", pero aquí tienes mi respuesta y u gesto: Chapeau!
ResponderEliminar(Soy torpe hast ael ronroj ajeno)
Pues yo aún he de ver la peli, ya ves, porque no sé en qué película de la miró la Mercedes Sampietro se,e quedó atagantada. ¿Puede ser que en una versión moderna de Werther? No me hagas caso!
ResponderEliminarPilar Miró... incluso los que no tuvimos tiempo de apreciar su obra y su labor a la cabeza de Televisión Española en vida, la echamos de menos... Me preguntó cuán diferente sería hoy en día la televisión pública si aún estuviera al frente... Ella que apostó por la calidad de los contenidos... La semana pasada vimos su "Beltenebros" en el curso de cine de la Universidad y me atrapó por completo, aún cuando no haya una auténtica anagnórisis del espectador con el Madrid de posguerra y nos presente un ciudad casi de ensueño que bien podría ser Berlín o hasta Nueva York... ¡Si hasta la Estación de Atocha parecía otra frente al personalísimo objetivo de la Miró! Todavía no sé si considerarlo un acierto o una traición a la ciudad. En cualquier caso, me subyugó completamente.
ResponderEliminarComo cineasta, creo recordar que descubrí a Pilar Miró en "El crimen de Cuenca". Y dicen los sabios que su filmación de la boda de la Infanta Elena fue modélica. Un saludo!
ResponderEliminarY también dicen las malas lenguas que que la retransmisión de las bodas de las Infantas le llevaron hasta la extenuación y acabaron con las pocas energías que le quedaban...
ResponderEliminar¡Otro saludo para ti, Ana!
Hola, somos tres alumnos de Filología de la Universidad de Almería que estuvimos en tu conferencia sobre Juan Marsé el mes pasado. El profesor Gregorio Cabello nos ha dicho que tenías un blog y hemos entrado para verlo. Nos ha gustado mucho, excepto algunas cosas a un par de madridistas.
ResponderEliminarQueremos que sepas que tu conferencia (más bien entrevista) nos encantó y aprendimos con los trapos sucios de la vida literaria de las fiestas, y que la literatura de verdad está en los libros como los que tu escribes.
Gracias por alabar nuestra provincia. Si vuelves te haremos otra rutra por Almería. Por cierto, además de a Tula a mi gato también le gusta el café!
QUERIDOS MOSQUETEROS:
ResponderEliminarEncantada de haberos conocido (y ¿entusiasmado? No yo, claro, sino, la literatura de Juan Marsé a través de mí).
La cosa futbolera es parte de mi historia, a qué negarlo (pero sería prolijo desenredar las distintas ramas que la entretejen).
Estuve en Almería por primera vez en 1985 o así, en casa de mi querida amiga arquitecta Marisé Lasaosa. Después vinieron los hijos y el día a día, que me obligaba a una estricta selección de los diversos compromisos propuestos (tampoco muchos, la verdad). Pero ahora ya esto más libre de todo eso y...
PIENSO REPETIR, así que ir pensando en la ruta
(con o sin gato).
Con todo cariño...,
aquí seguiré.
Este Blog lo abrí a instancias de ex-alumnos y lo mantengo porque uno de ellos (que tiene el suyo propio: Ramon Eastriver)me hace las ilustraciones y demás.
A.