El pasado verano me quedé bastante alucinada de cómo, hasta en el último rincón de nuestra piel de toro, celebraban indiscriminadamente los eventos del 1808. La cosa, en sí, no me inmutaba mayormente (para algo se habrá fundado esa institución que se llama algo así como la Sociedad de las Conmemoraciones), aunque, ya en mi terruño me sorprendió que los alcaldes socialistas de la zona se sumasen a según qué eventos(ignorando que determinadas victorias nacionales eran derrotas locales.
Este abril, para aliviar la supuesta crueldad del mes, estuve en el Museo del Prado, visitando la gran exposición de Francis Bacon. Luego me sumergí en la deliciosa (aunque muy breve) muestra de los prerrafaelistas sobre el tema de “La bella durmiente”, y después, reconfortada por esas luminosas piezas, me acerqué a Goya. Y ya allí, al pie del famoso retrato de Jovellanos, que pintó Goya durante el brevísimo periodo del mandato ministerial del escritor, que fue de noviembre de 1797 al 15 de de agosto de 1798, recordé un espléndido texto de José Ángel Valente en el que el poeta reflexiona sobre las relaciones entre inteligencia y poder, trazando esta bella y acertada estampa de quien le parece fue “el más ponderado y fino espíritu de la Ilustración española”:
Este abril, para aliviar la supuesta crueldad del mes, estuve en el Museo del Prado, visitando la gran exposición de Francis Bacon. Luego me sumergí en la deliciosa (aunque muy breve) muestra de los prerrafaelistas sobre el tema de “La bella durmiente”, y después, reconfortada por esas luminosas piezas, me acerqué a Goya. Y ya allí, al pie del famoso retrato de Jovellanos, que pintó Goya durante el brevísimo periodo del mandato ministerial del escritor, que fue de noviembre de 1797 al 15 de de agosto de 1798, recordé un espléndido texto de José Ángel Valente en el que el poeta reflexiona sobre las relaciones entre inteligencia y poder, trazando esta bella y acertada estampa de quien le parece fue “el más ponderado y fino espíritu de la Ilustración española”:
"Es éste el retrato de un melancólico: remite al ángel de Durero [...] Sí, es el retrato de un melancólico. La mirada errabunda, lejos del libro que reposa en la rodilla derecha. La inclinación de la cabeza. La secreta visión del personaje, que no remite ni a punto ni a lugar, sino a una distancia o a un sueño [...] El personaje del retrato que Goya pintó, no obstante el predominio de las luces blancas en la figura, no parece haber salido aún enteramente de esa noche. ¿Fragmentos de la noche que el melancólico lleva siempre consigo? "
(“Invitación a la melancolía”, El País, Lunes 31 de octubre de 1988, p.13.)
(“Invitación a la melancolía”, El País, Lunes 31 de octubre de 1988, p.13.)
La destitución no tardó en llegar. Y de ahí, al poco, el prendimiento y el destierro. El 13 de marzo de 1800, Jovellanos es arrestado en su domicilio de Gijón y conducido a Mallorca, a donde llega el 18 de abril, y queda confinado en la Cartuja de Valldemoso para ser luego encerrado, el 5 de mayo de 1802, en el castillo de Bellver, donde permanece casi seis años, hasta el 22 de marzo de 1808, a poco de la subida al trono de Fernando VII.
Allí redacta la Descripción del Castillo de Bellver, posiblemente la más sobresaliente pieza literaria de Jovellanos y en la que encontramos un salto cualitativo respecto a textos anteriores en lo que al sentimiento de la Naturaleza se refiere y, por consiguiente, también a la expresión literaria de dicho sentimiento, es decir, a las descripciones. Por ello, una célebre viajera, cuyo relato de su invierno en Mallorca pasa –un tanto inexplicablemente, si nos atenemos a lo literario strictu sensu- por ser una cima de la literatura de viajes sobre la isla mediterránea, George Sand, tendrá un delicado recuerdo para el ilustre cautivo de Bellver:
Allí redacta la Descripción del Castillo de Bellver, posiblemente la más sobresaliente pieza literaria de Jovellanos y en la que encontramos un salto cualitativo respecto a textos anteriores en lo que al sentimiento de la Naturaleza se refiere y, por consiguiente, también a la expresión literaria de dicho sentimiento, es decir, a las descripciones. Por ello, una célebre viajera, cuyo relato de su invierno en Mallorca pasa –un tanto inexplicablemente, si nos atenemos a lo literario strictu sensu- por ser una cima de la literatura de viajes sobre la isla mediterránea, George Sand, tendrá un delicado recuerdo para el ilustre cautivo de Bellver:
"Don Gaspar de Jovellanos, uno de los más elocuentes oradores y de los escritores más enérgicos de España, expió allí su célebre folleto “Pan y Toros” […]. Entretuvo sus tristes ocios describiendo científicamente su prisión y reconstruyendo la historia de los trágicos acontecimientos de que había sido escenario durante las guerras de la Edad Media. // Los mallorquines deben también a su permanencia en la isla una excelente descripción de su Catedral y de la Lonja. En una palabra; sus Cartas sobre Mallorca son los mejores documentos que se pueden consultar al efecto" (Un invierno en Mallorca, Palma de Mallorca, Ediciones La Cartuja, 1975, pp. 80-1.)
(Hoy, gracias a Antonio Elorza, ya sabemos que el célebre panfleto no fue redactado por Jovellanos, sino por León de Arroyal).
Ahora me hace pensar en Azaña, otro melancólico que intentó redirigir este pais por los caminos del progreso. Parece que la melancolía, la inteligencia y la política no son buenas compañeras
ResponderEliminarDe Azaña también quisiera hablar aquí, cuando tenga tiempo. En Alcalá me hospedé en el Hotel Cervantes, en la calle Imagen 12, es decir, frente a la casa natal de Azaña, todavía habitada. De hecho, una mañana, me crucé con una sobrina, según me explicó el buen amigo que nos acompañaba a los barceloneses.
ResponderEliminarLeí un libro fantástico, hace años, tituladao "El secreto de España" de Juan Marichal en el que el autor dibuja una red histórica de lo que pudo ser y no fue, desde el siglo XVIII hasta la II República. Creo recordar que incluso llega a hablar del pensamiento de los profesores Tierno Galván y José Mª Valverde. Marichal recupera en ese libro para la memoria (memoria histórica) un buen puñado de nombres válidos de los que tenemos mucho que aprender.
ResponderEliminarSí, sí... Marichal es un gran pensador, como José Antonio Maravall, que también tiene excelentes estudios sobre esos temas. Gracias!
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