Y como, ya que no en la vida pero sí en el Blog soy conservadora y rentista… he decidido reproducir hoy la reseña que le dediqué (publicada en el número 77 de la revista Clarín), en la que hablo de otro librito de un autor que desde joven me acompaña.
Siempre he tenido una gran predilección por un breve relato de Stefan Zweig, “El genio de una noche”, incluido en Nuevos momentos estelares de la Humanidad. En él, el gran escritor vienés nos traslada a la noche del 25 de abril de 1792, cuando el magistrado y burgomaestre Dietrich le pregunta a su amigo, el joven capitán del cuerpo de fortificaciones Rouget de Lisle, si no querría aprovechar la oportunidad patriótica –Francia acaba de declarar la guerra al emperador de Austria y al rey de Prusia- para componer una poesía destinada a las tropas que se dirigen al frente, una canción guerrera para el ejército del Rhin que al día siguiente deberá marchar contra el enemigo. A las pocas horas, ya de madugada y de manera casi inconsciente, “escribe las primeras líneas, que no son sino el eco, el retumbar, la repetición” de las exclamaciones que poco antes oía por las calles de París:
Allons, enfants de la patrie,
Le jour de gloire est arrivé.
En sólo dos meses, ya con la Revolución desatada, La Marsellesa se convertiría en el canto de un pueblo y de un ejército.
Pues bien, ahora nos enfrentamos a una historia que en parte participa de algunos rasgos (las contradicciones, la increíble popularidad de la canción, su impacto) de la que nos cuenta Zweig, con la peculiaridad de que su autora dispone de mucha más documentación para contarla en un amplio relato, donde Rosa Sala Rose cuenta con todo lujo de detalles la génesis y el fulgor de una canción que conmovió el mundo en una época especialmente turbulenta y que llegó a convertirse en símbolo universal de la paz. Su autor, Hans Leip, llegaría a ser un discreto poeta del que el prestigioso crítico literario Marcel Reich-Ranicky incorporaría tan sólo esa composición, Lili Marleen, en su antología personal de la poesía alemana (2003). La canción había nacido en Berlín, también en una noche de abril, la del 3 al 4 de 1915, mientras su autor (joven oficial que al día siguiente debía incorporarse al frente de los Cárpatos: estamos en la Primera Guerra Mundial) hacía guardia en una entrada lateral del cuartel, “mientras la lluvia chispeaba en el cerco de luz que proyectaba una farola”, y Hans Leip susurraba Marleen (una joven enfermera con quien mantenía una fugaz relación) pero pensaba en Lili (en realidad Betty, la hija de los vecinos verduleros, a quien él había rebautizado como Lili, en memoria del primer amor de Goethe y destinataria del conocido poema “El parque de Lili”, cuyos ecos naturalmente resuenan en la composición de Leip) y a la inversa, y tras haber acertado a pasar por allí la propia (real) Marleen, según recuerda él mismo en su autobiografía. “Como por arte de magia, verso a verso, se iba configurando un poema anotado musicalmente en el resplandeciente reflejo del asfalto”, escribe.
Vor der Kaserne
Vor dem grossen Tor
Stand eine Laterne,
Uns steht sie noch davor,
So wolln wir uns dort wiedersehn,
Bei der Laterne woll wir stehn,
Wie einst, Lili Marleen
Delante del cuartel,
frente al portalón
había una farola,
y si ésta estuviera todavía,
allí nos volveríamos a ver.
Junto a esa farola nos gustaría estar,
Como antes, Lili Marleen.
(Le ponéis, por favor, el cuerpo y la voz de la Dietrich)
Es la primera de las cinco estrofas que llegará a tener Lili Marleen.
De la génesis, difusión y sentido de esta melancólica canción, de su historia o biografía (como si de un ser real se tratase) nos habla Rosa Sala Rose en este apasionante libro. También de sus mutaciones y asimilaciones y hasta apropiaciones indebidas (que el lector podrá escuchar en el CDRom que acompaña al volumen).
Vean, si no, con qué letra la cantaban los soldados españoles de la División Azul (y sobre todo, ríanse):
Cuando vuelva a España
Con mi División
Llenará de flores
Mi niña su balcón.
Yo seré entonces tan feliz
Que no sabré más que decir:
Mi amor, Lili Marlen,
Mi amor es para ti.
Y ya me gustaría a mí saber qué poeta joséantoniano tradujo el bellísimo poema con letra tan ñoña y acursilada.
Se empeña usted en sorprendernos un poquito cada tanto. Emocionante.
ResponderEliminarMarta
La verdd es que no me empeño demasiado, Marta. Trato de colocarme en la situación del lector. Sin olvidar un querido precepto de los "pesados" y "grises" autores del XVIII: la amenidad y la variedad al servicio de la misma. Vale decir,,,
ResponderEliminar¡Uf!
Interesante libro e interesante himno, me gustaron los articulos tan sentidos sobre Idea V., luego he mirado otros antiguos igualmente interesantes, y ahora Lili Marleen, icono del pasado siglo que fue nuestro. Leí hace tiempo algún ensayo suyo que me interesó mucho, y ahora la reencuentro a usted en este espacio. Encantado.
ResponderEliminarCarlos
Gracias, Carlos. También celebro el reencuentro. Me interesan mucho los comentarios de los lectores para tener una percepción más ajustada de lo que interesa o no, pues el repertorio es muy amplio.
ResponderEliminarCordialmenet!